Un día
la patinadora profesional Kirstin Holum decidió dejar de entregar cuatro horas
al día para pasar ese mismo tiempo, o más, orando como religiosa de la orden de
las Clarisas. Ella es hoy la Hermana Catherine
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© 2018 Community of Franciscan Sisters of the Renewal |
Kirstin Holum, era una competidora
estadounidense de patinaje de velocidad en los Juegos Olímpicos de Nagano en
1998. La Hermana Catherine, es una monja de la orden de las clarisas que vive y
reza en el Convento de Santa Clara, en Leeds, Inglaterra.
Por lo demás, Kirstin Holum y la
Hermana Catherine son la misma persona, pero sin las mismas distracciones. La
Hermana Catherine, ha elegido una vida de oración con pocas comodidades
modernas.
Una elección que es tan
“radical” y “contracultural” como puede ser el vivir en un convento sin
conexión de Internet ni televisión. “No tenemos todas esas distracciones”, dijo
a NBC News la Hermana Catherine, refiriéndose al mundo de la imagen, las redes
sociales, la Internet.
“Estás cara a cara con tus
propias debilidades. Estoy agradecido de que no tengamos esas escotillas de
escape. Realmente podemos ser más libres, amar y ser lo que se supone que
somos”, agregó.
La fe de la hermana Catherine le
viene de su madre, quien también fue patinadora y entrenadora de patinaje. A los
16 años de Kirstin, su madre le mandó, junto con una prima, de peregrinación
a Fátima. Ahí todo cambió para ella. Siguió compitiendo, pero
con la mira puesta en “el Rey de reyes”.
De los récords a la capilla
Kirstin Holum en los Juegos
Olímpicos de Invierno de 1998 en Nagano, Japón, estableció un
nuevo récord mundial júnior en el evento femenino de patinaje de velocidad de
5.000 metros.
Tenía, en ese entonces, 17 años
y un futuro deportivo envidiable. En su corta carrera, había establecido ocho
récords de patinaje de velocidad en Estados Unidos y seis récords mundiales
menores.
Pero
Dios tiene caminos insondables y Kirstin, dejando sorprendidos a propios y
extraños, decidió “colgar” los patines y, en lugar de seguir en otra disciplina
olímpica, pasó a ser postulante en la comunidad de las Hermanas Franciscanas de
la Renovación en el Bronx (Nueva York) después de terminar sus estudios
universitarios.
Seis años más tarde, la Hermana
Catherine se encontraba entre el grupo de hermanas franciscanas, enviadas a
Inglaterra, con la única misión de abrir un nuevo convento por invitación del
obispo de Leeds.
En
lugar de entrenar cuatro horas al día, ahora pasa ese mismo tiempo, o más,
orando. Y no se
arrepiente de abandonar el patinaje de velocidad y dedicar su vida a Dios.
Una emoción mayor
“La emoción de competir y hacerlo bien,
haciendo tu mejor esfuerzo personal, es una gran alegría”, dijo a NBC la
Hermana Catherine, ahora de 38 años. “Pero siempre se trata de una alegría
fugaz…”.
“Creo que en el fondo, todos
desean ser grandes y hacer algo grandioso. Solo cuando realmente te pones en
contacto con el plan de Dios para ti, realmente encuentras la paz para hacer lo
mejor, sea lo que sea”.
El Reino Unido es uno de los
países menos devotos del mundo, con alrededor del 70 por ciento de las personas
que se describen como no religiosas o ateas, según una encuesta de Gallup
International realizada en 2017.
Pero Gran Bretaña también es un
lugar donde el número de nuevas monjas católicas ha aumentado considerablemente
desde que alcanzó la marea baja en 2004.
Y a pesar del estereotipo de que
los jóvenes no están interesados en la religión, uno de cada cuatro católicos
británicos de entre 25 y 34 años, dice que va a misa semanalmente, en comparación
con solo uno de cada cinco que tiene entre 45 y 64 años. Y la Hermana Catherine
es parte de este resurgimiento.
*Con
información de NBC News*
Jaime Septién
Fuente:
Aleteia