“Un modelo de vida para que los jóvenes puedan redescubrir la belleza del amor auténtico, así como el valor de la pureza”
Este
1 de septiembre fue beatificada Anna Kolesárová, una joven eslovaca que a
semejanza de Santa María Goretti murió mártir por defender su pureza y
castidad. La ceremonia de beatificación se realizó en el Estadio Lokomotíva de
Kosice (Eslovaquia) y fue presidida por el nuevo Prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos, Card. Giovanni Angelo Becciu.
“No hay improvisaciones para ser héroes o
santos”, lo dijo el Card. Giovanni Angelo Becciu, nuevo Prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos, este 1 de septiembre, en su primera
misa de beatificación, comentando la vida de Anna Kolesárová, una joven
eslovaca de 16 años, asesinada el 22 de noviembre de 1944 por un soldado
soviético por defender su castidad. “Llegó preparada para el martirio – afirma
el Card. Becciu en la Misa de Kosice, Eslovaquia – gracias a su robusta vida
espiritual, alimentada por la oración diaria y la asistencia a los
sacramentos”.
Una nueva Santa María
Goretti
“Un
modelo de vida para que los jóvenes puedan redescubrir la belleza del amor
auténtico, así como el valor de la pureza”, es el aliento del Nuevo Prefecto,
que recuerda la asonancia de la vida de Anna con la de Santa María Goretti,
canonizada por el Papa Pío XII en 1950, y de muchos otros jóvenes que hicieron
su propia elección. “El martirio de la virginidad – subraya el Card. Becciu –
sigue dando testimonio del poder del amor de Dios y por Dios, un amor que
siempre prevalece sobre la maldad del hombre”.
Violación, crimen contra
la humanidad
Recordando
el martirio de Anna, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el Card.
Becciu destaca las muchas historias de fe, los muchos gestos extraordinarios
que ponen de relieve cómo Europa fue hecha por personas que creían en los
valores esenciales. “¡Cuántas niñas y mujeres siguen siendo víctimas de la
violencia! La violación es considerada incluso como un arma de guerra, queda
impune, sin ser reconocida como un crimen contra la humanidad. Pero cuánta más
violencia se está perpetrando contra las mujeres, incluso en nuestra Europa
civilizada, donde el feminicidio sigue floreciendo y el cuerpo de las mujeres
es a menudo objeto de un comercio indigno de la persona humana!”
Preservar la pureza
De
cara al próximo Sínodo de Obispos dedicado a los jóvenes, el Prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos exhorta a no traicionar el amor
verdadero, a saber que vale la pena sacrificarlo todo por el Señor e invita a
conservar lo que es precioso. “Todos somos conscientes de lo esencial que es
salvaguardar la creación, trabajar por la pureza del aire, del agua y de los
alimentos. Es igualmente y quizás aún más necesario – subraya el Card. Becciu –
preservar la pureza de lo que tenemos más preciado: nuestros corazones y
nuestras relaciones interpersonales”.
Anna Kolesarova: una vida
sencilla de fe y alegría
Anna
nació en la aldea de Vysoka nad Uhom en el este de Eslovaquia, no lejos de la
frontera ucraniana, en el seno de una familia profundamente religiosa que la
bautizó al día siguiente de su nacimiento. Sus días estuvieron marcados por la
Misa diaria a la que finalmente pudo asistir de manera completa a partir de los
diez años, cuando, según la costumbre de la época, primero se acercó a la
Eucaristía y luego confirmó su fe haciendo la Confirmación. Su vida, sin
embargo, cambió radicalmente en los años siguientes: la muerte de su madre le
dio nuevos deberes como el cuidado de la casa donde vivía con su padre y
hermano mayor; luego hubo el avance del frente soviético con la inevitable
consecuencia de que la ocupación rusa de la aldea reemplazó a la alemana.
Una flor vestida de negro,
cortada prematuramente
Fue
durante una de estas incursiones, el 22 de noviembre de 1944, que Anka y su
familia se escondieron en el sótano, pero un soldado del Ejército Rojo los
descubrió. Su padre envió al joven de 16 años a cocinar algo para ese soldado,
para apaciguarlo, pero él comenzó a acosar a la joven, a pesar de que estaba
sobriamente vestida de negro, ya que todas las mujeres de la aldea habían
acordado no despertar las atenciones indebidas de los militares. La reacción
del soldado ante su resistencia fue la más terrible: la mató ante los ojos
atónitos de sus familiares. “La joven Anna, con su martirio, testificó que es
posible oponerse al mal, a la violencia y a la injusticia con el bien esa
noche, llena del dolor y del llanto de un padre, testigo del asesinato de su
única hija, ganó la preciosa perla llamada castidad”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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