No interpretes, pregunta
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Acabamos
de terminar de rezar Laudes, la oración de la mañana. Mirando al coro de
enfrente, me he encontrado a cuatro monjas orando y dando gloria y alabanza a
Dios. Mirándolas me he dado cuenta de lo distintas que son cada una.
Cada
hermana estaba sentada de una manera, empezando por los pies: una los tenía
juntos; otra, separados; otra, encogidos para dentro, y la otra vueltos uno
hacia otro...
He
seguido subiendo la mirada y he visto que en sus manos tienen el breviario
todas, pero cada una abierto de una manera, y la altura de las manos es en
todas distinta.
Después,
fijándome en sus caras, me he dado cuenta de que cada una estaba orando de
manera diferente: una con los ojos cerrados, otra mirando el libro...
Y he dado gracias al Señor porque nos ha creado diferentes. Es un misterio: no ha querido personas iguales; cada uno tenemos nuestra impronta y todas son válidas y buenas. Me daba cuenta de la riqueza de ser diferentes, porque en esa diferencia es donde te complementas.
Sin
embargo, también hay que ser realistas y reconocer que en la diferencia es
donde saltan chispas. Sí, el ser diferentes es una fuente de oportunidades para
aprender a vivir, pero también es lo más difícil.
Creo
que en la convivencia hay varias normas que no debemos saltarnos, y que Jesús
siempre tuvo en su vida. Una de las más importantes es que nunca interpretó,
sino que preguntó. Cuando los enfermos se le acercaban, Jesús lo que hacía era
preguntar: “¿Qué quieres que haga por ti?” No interpretaba, dejaba que la
persona se expresara.
Pero
lo que a mí me pasa es que muchas veces interpreto... y el resultado es que me
equivoco. Anoche una hermana dijo: “Qué frío hace“. Rápidamente otra se levantó
y cerró la ventana, mientras otra le ofreció una chaqueta. En realidad, si
escucho bien, me daré cuenta de que solo ha dicho que hace frío, pero yo puedo
interpretar que quiere que cierre la ventana o que le pase una chaqueta. Y, por
supuesto, estas interpretaciones fallaron, porque la hermana no quería nada de
eso, solo era un comentario.
Pero
lo curioso fue la reacción de las demás, diciendo que no cerrasen la ventana,
que no era para tanto. Total, que en un minuto no te imaginas la que se lió por
interpretar el comentario (hecho con buena voluntad, eso no lo dudo) de “qué
frío hace”.
Las
interpretaciones son lo que más daño hace a la convivencia, ya que, por una
parte, muchas veces te puedes equivocar; y, además, no aprendes a hablar
sencillamente.
Por
eso, daba gracias al Señor, porque me daba cuenta de que Jesús, aun sabiendo lo
que tenemos en el corazón, nunca nos va a interpretar: quiere que seamos
nosotros los que se lo digamos sencillamente.
Hoy
el reto del amor es no interpretar y preguntar. Seguro que hay cosas en tu vida
que te cuesta entender, y no comprendes por qué el Señor actúa así; pero te
invito a que no Le interpretes, hoy pregúntale a Él. Después mira a tu
alrededor y descubre la belleza del día que tienes por delante. No interpretes
al otro; cambia la interpretación por amor y pregunta. Seguro que encontrarás
muchas buenas sorpresas.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma