Documento Vaticano
profundiza en las características y la disciplina de esta especial vocación
fuera de los monasterios
Our Lady of the Rosary Parish, New Orleans, LA | Youtube |
El
Vaticano ha publicado este 4 de julio 2018 la Instrucción “Ecclesiae Sponsae
Imago” sobre el “Ordo Virginum” que disciplina la vocación de alrededor
de 5000 “vírgenes consagradas” (según datos del 2016).
Es
decir, es un documento dirigido a las mujeres que eligen ser vírgenes y
permanecen en su contexto ordinario de vida para evangelizar y servir. Estas
consagradas viven solas o en comunidad y otras se dedican a enseñar, al
servicio en los hospitales o en las misiones, sin ser monjas. Ellas viven
en todos los Continentes, en varias Diócesis.
Las
“vírgenes consagradas son la imagen de la Iglesia esposa de Cristo” y “ofrecen
el propio testimonio de vida en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia”,
informó hoy el prefecto de la Congregación para los Institutos de vida
consagrada y la sociedad e vida apostólica, el cardenal João Braz de Aviz.
Se
trata de la primera “instrucción de la Sede Apostólica que profundiza sobre las
características y la disciplina” de esta forma de vida consagrada. El texto
viene a luz tras el Rito litúrgico y las normas que aprobó Pablo VI.
El
nuevo rito de Consagración con el cual una virgen se consagraba a Dios como
“imagen de la Iglesia esposa de Cristo” fue aprobado hace casi 50 años (21 mayo
1970) por mandato de papa Montini. Sin embargo, era una tradición enraizada en
el cristianismo de los primeros siglos.
Así,
tras el Concilio Vaticano II y después de siglos, se concedió esta forma de
consagración a las mujeres vírgenes, antes reservada solo para las monjas.
“Ecclesiae
Sponsae Imago” quiere ayudar a descubrir la belleza de esta vocación y a
mostrar cómo el Señor “transfigura la vida de tantas mujeres” todos los días, ilustró
el cardenal João Braz de Aviz.
El
documento es una guía dirigida a los Obispos y a las vírgenes consagradas” y a
las mujeres en formación. El también texto de promoción está dirigido a
aquellas mujeres interesadas en esta “peculiar vocación”, explica el secretario
de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y la sociedad de vida
apostólica, monseñor José Rodríguez Carballo, O,F.M.
Antiguo Testamento
“Algunos
pasajes en el Nuevo Testamento dan testimonio de que ya en las comunidades
apostólicas, había mujeres que, aceptando el carisma de la virginidad, lo
abrazaron como una condición permanente de vida para ocuparse con un corazón no
dividido de las cosas del Señor”, agregó.
“Junto
con otras formas de vida ascética, la elección de la virginidad floreció de
manera espontánea en todas las regiones en las que el cristianismo se extendió,
teniendo las características de un estado de vida públicamente reconocido en la
Iglesia como Ordo virginum, con una expresión similar a los utilizados para
indicar a otros Ordenes (Ordo episcoporum, Ordo presbyterorum, Ordo diaconorum,
Ordo viduarum)”, expresa el secretario de la Congregación para los Institutos
de vida consagrada.
Significado
Monseñor
José Rodríguez Carballo explicó el significado que tenía esta vocación en las
primeras comunidades cristianas, el grado de admiración que alcanzó entre los
creyentes cristianos, pero que también fue motivo de persecución y de martirio.
Las
vírgenes consagradas recibían el título de esposa de Cristo: en ellas, en
efecto, se reflejaba la imagen de la Iglesia, virgen porque conserva intacta la
fe, esposa porque indisolublemente unida a Cristo su Esposo, madre porque el
Crucificado Resucitado genera en ella la nueva vida según el Espíritu.
Martirio
Durante
la persecución de los cristianos, numerosas vírgenes cristianas enfrentaron el
martirio; más tarde, esa decisión virginal continuó rodeada de gran
consideración y estima. Desde el IV siglo, ese estado de vida se consolidaba
con el rito solemne de la consagración virginum, presidido por el obispo
diocesano.
Vida familiar y social
Las
vírgenes consagradas se mantuvieron en su entorno familiar y social, y
participaban activamente en la vida de la comunidad cristiana y
mantenía un nexo con el Obispo, que expresa el carácter escatológico de la
Iglesia, la Esposa purificada y santa por el amor del Esposo, vigilante de su
regreso glorioso y anticipadora del encuentro con Él.
Durante
la Edad Media, las vírgenes consagradas se reunieron poco a poco en los
monasterios debido al surgimiento del monaquismo y por razones históricas y
culturales complejas.
Fue
de esta manera que en el derecho canónico el estado de la vida consagrada
femenina llegó a identificarse con la vida contemplativa de clausura.
Monasterios
El
ritual de consecratio virginum, utilizado sólo en algunos monasterios, se
enriqueció en su forma de celebración, pero confinado a la comunidad monástica
afectó el vínculo con la comunidad cristiana, característica de la comunidad
primitiva que tenía una referencia directa a la autoridad episcopal. Esta
situación perduró hasta el Concilio Vaticano II, solo con algunas excepciones.
Concilio Vaticano II
Tras
el Concilio, se sentaron las bases para la revisión del rito y la Congregación
para el Culto Divino del Vaticano promulgó el nuevo Ordo donde estaba
prevista la posibilidad de consagrar mujeres que permanecen en su normal
entorno de vida.
“Muchos
siglos después de su desaparición y en un contexto histórico totalmente
cambiado, en donde se producían procesos de profunda transformación de la
condición femenina en la Iglesia y en la sociedad, esta antigua forma de vida
consagrada revelaba una sorprendente fuerza de atracción”.
El
Concilio Vaticano II respondió al deseo de muchas mujeres que querían dedicarse
totalmente al Señor y a los hermanos y también al “redescubrimiento contextual
de la identidad propia de la Iglesia particular en la comunión con el único
Cuerpo de Cristo”.
En
el documento se explica que “la virginidad cristiana se sitúa así en el mundo
como signo manifiesto del reino futuro porque su presencia revela la
relatividad de los bienes materiales y la transitoriedad del mundo”.
La
Iglesia indica en esta nueva instrucción que “las mujeres que reciben esta
consagración son llamadas a vivir en docilidad al Espíritu Santo, a
experimentar el dinamismo transformante de la Palabra de Dios que hace de
tantas mujeres diferentes una comunión de hermanas, y anunciar el Evangelio”.
“A
María, icono perfecto de la Iglesia, las vírgenes consagradas vuelven sus ojos,
como estrella que orienta su camino. A su materna protección la Iglesia las
confía”.
Por
último, el Vaticano espera reunir en 2020 en Roma a todas las vírgenes
consagradas de todo el mundo en un encuentro internacional para conmemorar el
50 aniversario del Rito junto al Sucesor de Pedro.
Vídeo
de la misa con el ritual de consagración de una virgen de la diócesis de
News Orleans:
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia