Observatorio de Bioética –
Universidad Católica de Valencia
En
un reciente artículo (1) publicado en el British Medical Journal se analizan
algunas causas que, al parecer, pueden incrementar los costes originariamente
atribuidos a la fecundación in vitro.
Anualmente
se estima que el sistema sanitario público de Inglaterra dedica a las prácticas
de fertilización in vitro 78 millones de euros. Una primera cosa que sorprende
es que los servicios públicos ingleses solamente permiten a las mujeres que
acuden a la fertilización in vitro utilizar tres ciclos de fertilización,
cuando la mayoría de las clínicas europeas privadas ofertan seis.
En
2016, el 59% de los ciclos de fertilización que se dieron en el Reino Unido se
financiaron privadamente. El coste medio de cada ciclo es de 3.348 libras,
aunque dichos costes varían ampliamente de una clínica a otra. Pero a ello hay
que añadir otros costes por los fármacos utilizados, la sedación, los análisis
de sangre y los costes administrativos, lo que puede aumentar la factura entre
655 y 2335 libras por ciclo. Pero, además, se pueden añadir otras 3.500 libras
por diversos servicios médicos adicionales. Para calcular el coste total, hay
que multiplicar lo que cuesta cada ciclo por el número de ciclos de
fertilización a los que la mujer pueda acceder, que por media son seis.
¿Qué otros costes
económicos se pueden añadir a la fecundación in vitro?
Uno
de los principales, son los riesgos económicos derivados de los embarazos
múltiples que se suelen dar secundariamente a la fecundación in vitro, como
manifiesta la presidenta del Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos del Reino
Unido, Lesley Regant.
El
número de embarazos múltiples es cuatro veces
mayor en las fecundaciones in vitro que en la vía natural y los mismos pueden
asociarse con aumento de diabetes gestacional, hemorragias post-parto, bajo
peso al nacimiento, nacimientos prematuros, y depresión post-natal (2). También
parece confirmado que los niños nacidos por fecundación in vitro presentan un
mayor índice de defectos neonatales, 1,32 veces más que los nacidos por vía
natural (3). Incluso un 30% de las mujeres que acuden a la fertilización in
vitro pueden padecer un síndrome de hiperestimulación ovárica (4) y es
indudable que tratar todos los cuadros clínicos anteriormente citados implica
un objetivo incremento de recursos económicos.
Otros
campos menos explorados, pero del que cada vez se tienen más evidencias, son
los trastornos mentales que pueden acompañar a la fecundación in vitro, que
normalmente también requieren dedicación económica. Así, incluso a los 10 años
de la fecundación in vitro, se pueden detectar en las mujeres elevados niveles
de depresión y ansiedad. También un estudio llevado a cabo en 2011 en Dinamarca
(5) ha puesto de manifiesto que las mujeres que no consiguen tener el tan
deseado hijo tienen el doble de riesgo de suicidio que las mujeres que sí lo
han conseguido.
Por
otro lado, otra razón por la que se pueden incrementar los costes de la
fecundación in vitro es por la propaganda engañosa que a veces
acompaña a estas prácticas, en las que se exageran las perspectivas de poder
alcanzar el hijo y también porque el 30% de las clínicas europeas de
procreación asistida informan a sus clientes tener mayor expectativa de
conseguir el hijo que las que en realidad tienen (6).
Asimismo,
el uso de la fecundación in vitro, que hasta el año 2000 prácticamente solo se
usaba para enfermedades de las trompas de Falopio, se ha extendido a un 60% de
los casos de infertilidad de causa desconocida o la subfertilidad
masculina (7), lo que sin duda está contribuyendo a un incremento de
los gastos, no estrictamente debidos a la técnica de fecundación in vitro.
Es
decir, parece que los costes ocultos de la fecundación in vitro son bastante
mayores de lo que en principio parecen atribuibles a este tipo de técnicas.
Justo
Aznar
Referencias:
(1) Excellence NIfHaC. Fertility: assessment
and treatment for people with fertility problems. ; 2013
(2)
RCOG Scientific Impact Paper. Multiple Pregnancies Following Assisted
Conception. Scientific Impact Paper. 2018; 22.
(3)
Hansen M, Kurinczuk JJ, Milne E, de Klerk N, Bower C. Assisted reproductive
technology and birth defects: a systematic review and meta-analysis. Human
Reproduction Update. 2013; 19: p. 330-53.
(4)
Olivennes F, Mannaerts B, Struijs M, Bonduelle M, Devroey P. Perinatal outcome
of pregnancy after GnRH antagonist (ganirelix) treatment during ovarian
stimulation for conventional IVF or ICSI: a preliminary report. Human
Reproduction. 2001; 16: p. 1588-91
(5)
Kjaer TK, Jensen A, Dalton SO, Johansen C, Schmiedel S, Kjaer SK. Suicide in
Danish women evaluated for fertility problems. Human Reproduction. 2011; 26: p.
2401-7.
(6)
Boivin J, Bunting L, Koert E, Ieng UC, Verhaak C. Perceived challenges of
working in a fertility clinic: a qualitative analysis of work stressors and
difficulties working with patients. Human Reproduction. 2017; 32: p. 403-408.
(7)
Authority HFaE. Family treatment 2014-2016; trend and figures. [Online].; 2018.
Available from: http://ifqtesting.blob.core.windows.net/umbraco-website/1783/fertility-treatment-2014-trends-and-figures.pdf.
Fuente:
Zenit