La cosecha que revienta en fruto
Hola, buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
El otro día, hablando con un amigo sacerdote, me
comentaba que, viniendo a Lerma, se ven los campos amarillos y pequeñas manchas
todavía verdes. Decía que era de una belleza espectacular, impresionante: los
granos de trigo que revientan en las espigas, mostrando la gran cosecha que,
este año, el Padre Dios nos ha regalado con la lluvia y el sol a sus tiempos,
para que las semillas crezcan y se multipliquen. Parecían estar diciendo:
“¡Córtame, que no puedo ser más fecunda! ¡Voy a estallar!”
Entonces se le ocurrió preguntar a un labrador por qué
no cortaba ya las espigas. ¿Es que no tenía miedo de que una tormenta, como las
que estamos teniendo estos días, tronche el trigo y se derrame en el suelo?
Pero el hombre le respondió: “No, todavía no; hay que tener paciencia, porque
hay algo de trigo verde que no ha madurado y, si se corta ahora, podría
enmohecer el trigo bueno. Hay que esperar a que todo esté amarillo...”
¡Qué bien sabe el labrador esperar el tiempo oportuno
para cada cosa que le produce la tierra...! Yo pensaba en las parábolas de
Jesús que hablan de la simiente y cómo se encomienda a la tierra para que, sin
saber cómo, aparezca primero el tallo, luego la espiga, después el grano… Así
hay que encomendar al Señor a nuestros hermanos, con una oración sencilla, para
que todos lleguemos a la plenitud.
Hoy el reto del amor es mirar mucho al Divino
Labrador, Jesús, que siempre espera paciente a cada uno de sus hermanos. Si nos
ha redimido con su Vida y su Sangre, ¿cómo no va a aguardar el tiempo necesario
para que lo que es pequeño y pobre se multiplique y dé frutos de vida eterna? Y
esto sin prisa, acompañando a todos con su mirada de Amor…
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma