Cómo una madre está recuperando sus domingos
Tuve que releer el email de la entrenadora de mi hija de
10 años. ¿Entrenamiento de softball previsto para las
8:30 de la mañana el domingo? ¿En serio? ¿Y qué hay de la iglesia? ¿Y de la
vida familiar?
Ya había recibido otro email avisando del entrenamiento de
softball de mi hija de 7 años para ese mismo domingo a mediodía, que ya era
bastante malo. Y ella tenía también una fiesta de cumpleaños a las 15:30 esa
misma tarde. Sin embargo, al menos esas dos últimas citas dejaban la mañana del
domingo libre para ir a la iglesia. Ay...
¿Qué hacer?
Cada
vez me irritaban más las actividades que amenazaban con interferir con nuestro
tiempo de culto dominical.
He escuchado a otros padres refunfuñar
porque los entrenadores no parecen respetar que algunas familias quieran
“mantener sagrado el sabbat”. Supongo que no debería
sorprenderme.
La sociedad ya lleva cierto tiempo tomando
este rumbo. Antes de los años 1970, era habitual que las tiendas cerraran los
domingos, lo cual facilitaba que las familias mantuvieran el
domingo como “el Día del Señor”.
Pero la presión económica de las tiendas low-cost que abrían siete días a la
semana forzaron a los centros comerciales a abrir sus puertas también los
domingos.
Finalmente, durante los siguientes
cuarentaitantos años, la mayoría de los estados de EE.UU. derogaron las
llamadas blue laws —leyes
diseñadas para restringir las actividades dominicales por motivos religiosos,
aunque muchos lugares todavía restringen la venta de alcohol y coches los
domingos.
Yo vivo en el condado de Bergen, Nueva
Jersey, uno de los últimos bastiones de las blue
laws en Estados Unidos.
Los domingos, nuestros centros comerciales,
tiendas de calles principales, concesionarios y grandes almacenes están
cerrados.
Aunque eso hace que el tráfico en nuestras
calles principales y avenidas sea una pesadilla los sábados, estoy a favor de
esta costumbre.
Así, mi familia se ve obligada a bajar el
ritmo los domingos. Estamos libres para asistir a misa y no podemos hacer
recados, a no ser que queramos conducir hasta un condado vecino (los estados
han ido relegando la aplicación de las blue
laws al criterio local).
Sin embargo, los deportes y los compromisos
sociales continúan brotando como hongos.
Los católicos están obligados a ir a misa
los domingos (o la tarde del día anterior) y muchas otras iglesias cristianas
animan al culto dominical.
El Catecismo
de la Iglesia Católica llega a calificar como “pecado grave” el faltar
deliberadamente a la misa de domingo.
“Durante el domingo y las otras fiestas de
precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que
impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la
práctica de las obras de misericordia, el descanso necesario del espíritu y del
cuerpo”, dice el párrafo 2185 del Catecismo.
“Las necesidades familiares o una gran
utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso
dominical. Los fieles deben cuidar de que legítimas excusas no
introduzcan hábitos perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la
salud”.
Allá por 1998, el papa Juan Pablo II, ahora
santo canonizado, trató este tema en una carta apostólica denominada Dies Domini. Escribió sobre cómo antes
solía ser más fácil mantener el domingo como día de culto, de descanso y de
familia, porque era casi una práctica universal.
Sin embargo, a pesar de que los cambios
sociales lo han dificultado, el santo Papa animó a los cristianos a
asegurarse de que el domingo era diferente de cualquier momento general de “fin
de semana”.
Para mí, esto significa que el
domingo no debería tratarse como cualquier día de fin de semana, lleno de
actividades y diversión, sino que debería ser más sagrado, más reflexivo.
Así que, ¿cómo te excusas discretamente de
los planes de domingo si prefieres estar en la iglesia o relajándote con la
familia?
He pedido a la experta en etiqueta Myka
Meier, de Beaumont Etiquette, una escuela de etiqueta de la Ciudad de Nueva
York, que me diera algún consejo.
Para
los compromisos sociales, es mejor “ser directo y sincero, al mismo tiempo que
se muestra agradecimiento por la invitación”, explica Meier.
“Podrías decir algo como: ‘Ha sido muy
amable vuestra invitación y, aunque a John le encantaría ir al cumpleaños de
Amy, vamos a misa pues para nosotros el domingo es un día religioso en familia.
Gracias otra vez por pensar en nosotros ¡y esperamos que Amy tenga un
cumpleaños fantástico!’. No hacen falta disculpas y las otras familias
probablemente respeten que hayáis reservado el domingo para respetar las
creencias religiosas”.
Suena bastante fácil, pero ¿qué pasa con
los compromisos deportivos? Quizás los entrenadores y entrenadoras no sean tan
comprensivos.
“Recomiendo
hablar con el entrenador antes de que la temporada empiece oficialmente, para
explicar las restricciones de domingo en tu familia y así poder establecer las
expectativas”,
aconseja Meier.
“Empieza agradeciendo primero al entrenador
o entrenadora por su comprensión y dile que el domingo es un día importante
para vuestra familia y que los demás días están abiertos y pueden dedicarse al
deporte”.
Si el entrenador parece enfadarse y
sospechas que tu hijo o hija está siendo penalizado por perderse partidos o
entrenamientos en domingo, intenta concertar una reunión cara a cara para
negociar las cosas.
“Mantén la calma y sé firme”, dice Meier.
“Muestra tu dedicación con palabras como: ‘Estamos encantados de que
nuestro hijo esté en este equipo y estamos comprometidos sinceramente a
convertirlo en un equipo de éxito. Sabemos que quiere dar el 100 por cien en
los entrenamientos y partidos los otros seis días de la semana, pero el domingo
siempre ha sido un día importante para nuestra familia’”.
Si el entrenador no está de acuerdo,
consulta a una autoridad superior de la organización o los estatutos de la liga
para asegurarte de que tu hijo o hija puede jugar sin sanción por faltar los
domingos, propone Meier.
En cuanto a mi familia, decidí que mi hija
mayor faltara a su entrenamiento de softball de las 8:30 el pasado domingo.
Era demasiado temprano y nos hacía
imposible poder ir a nuestra misa regular de domingo a las 9:30, que es un
ritual sagrado para nosotros.
Por supuesto mis hijos gruñen cuando les
digo que es hora de ir a la iglesia, porque no quieren dejar la televisión,
pero creo que es importante transmitirles esta parte tan crucial de
nuestra fe.
De pequeña, yo iba a misa todas las mañanas
de domingo con mi familia. Me ayudó a moldearme en la persona que soy hoy.
Durante un discurso en Italia en 2014, el
papa Francisco dijo que pasar los domingos con familiares y amigos es una
“elección ética” para fieles y no fieles por iguales.
Marisa Sandora
Fuente:
Aleteia