“La única forma de hacerlo es con la vida. Dando buen ejemplo, intentando vivir correctamente, como dicen las Sagradas Escrituras”, explicó
Una religiosa compartió el testimonio de su labor para evangelizar durante casi 50 años en Afganistán, uno de los países donde se persigue más a los cristianos.
Sor
Mariam de Jesús, de la congregación de la Fraternidad de las Hermanitas de
Jesús, relató a la agencia vaticana Fides que “cuando estás en una misión en
una tierra como la de Afganistán, no puedes evangelizar de forma convencional”.
“La
única forma de hacerlo es con la vida. Con los años nos hubiera gustado ser
portadores del mensaje del Evangelio, pero solo podíamos hacerlo dando buen
ejemplo, intentando vivir correctamente, como dicen las Sagradas Escrituras”,
explicó.
Fides
informó que las Hermanitas de Jesús llegaron a Kabul, la capital afgana, en
julio de 1954 y un año después comenzaron a trabajar como enfermeras en un
hospital del gobierno en esa ciudad.
Sor
Mariam, que llegó con las primeras hermanas, indicó que “el pueblo afgano es
famoso por su hospitalidad” y que las religiosas “fuimos recibidas de una
manera extraordinaria y, durante los momentos más difíciles de la guerra,
tuvimos muchos amigos locales dispuestos a arriesgarse para ayudarnos”.
Estas
religiosas se quedaron en el país a pesar del peligro suscitado durante la
invasión de las tropas de la Unión Soviética en 1979 y la posterior guerra
civil afgana, que duró de 1992 a 2001.
La
hermana Mariam dijo a Fides que cuando los talibanes llegaron al poder en 1996,
su congregación decidió continuar sirviendo en los hospitales del país, incluso
utilizaban el burka –el velo que usan las musulmanas para cubrirse el rostro y
el cuerpo– para pasar desapercibidas.
“Cuando
la gente me pregunta si era difícil vivir con la guerra, contesto que dependía
del día. A veces tenía mucho miedo, las balas pasaban a mi lado”, manifestó.
“Pero
durante todos estos años me sentí fuerte porque Dios nunca me abandonó. Aprendí
a vivir día a día, y cada minuto de mi vida en Afganistán fue verdaderamente
vivido, gracias a la protección de Dios”, afirmó Sor Mariam.
En
el año 2016, la congregación cerró su misión en Afganistán debido a la falta de
vocaciones y la hermana Mariam regresó a Suiza.
“Fue
muy difícil volver a la vida en Occidente, porque el estilo de vida es muy
diferente. En Kabul, las personas comparten, ponen lo poco que está disponible
para todos. La vida es un poco más simple y más natural: siempre comemos
juntos, nos reunimos alrededor de los televisores, no nos preocupamos por tener
un teléfono moderno. La gente vive su propia vida y, en muchos sentidos, es más
feliz que nosotros, a pesar de la guerra”, comentó a Fides.
Actualmente
en Afganistán, donde el 99% de la población es musulmana, hay una sola
parroquia y esta se encuentra en la embajada de Italia en Kabul. Solamente
asisten unas cien personas y casi todos son de la comunidad diplomática internacional.
En
esa ciudad trabajan las Misioneras de la Caridad y la organización
intercongregacional de las religiosas “Pro Bambini de Kabul”. En el país, las
obras sociales y educativas son gestionadas por el Servicio de Refugiados
Jesuitas.
Según
reveló la organización Open Doors (Puertas Abiertas) en su Lista Mundial de
Persecución (LMP) 2018, Afganistán es el segundo país en el mundo donde se
persigue más a los cristianos.
Señalaron
que “todos los cristianos de Afganistán son convertidos” y que no pueden vivir
su fe abiertamente, sino que deben permanecer en “la más absoluta
clandestinidad”.
“En
muchos casos se considera a los convertidos como simplemente locos, ya que
nadie en su sano juicio pensaría siquiera abandonar el islam. Si no se les
puede convencer para volver a su antigua fe, pueden acabar en un hospital
psiquiátrico, siendo golpeados por sus vecinos y amigos y/o con sus hogares
destruidos. Dependiendo de la familia, pueden terminar siendo asesinados”,
indica el informe.
Puede
leer el reporte completo AQUÍ.
Fuente:
ACI Prensa