El conmovedor poema ¨Hogar” de una
inmigrante somalí te lo explica
Warsan Shire es una joven poetisa
que nació en Kenia y emigró
cuando tenía sólo un año junto a sus padres refugiados de Somalia a Londres.
De
niña descubrió su pasión por la escritura, donde encontró un modo para expresar
sentimientos encontrados. Es una de las poetisas preferidas de Beyoncé, hasta
el punto que la invitó a participar en su álbum visual “Lemonade”, lanzado en abril de 2016.
Sus
poemas llenos de emociones y pasión la llevaron a ganar el premio de poesía Brunel
African Poetry Prize en 2013 y en 2014 fue nombrada la
primera Young Poet Laureate de Londres.
Han sido traducido a muchos idiomas, incluyendo italiano, español, portugués,
sueco, danés y estonio.
Hogar
Quizás sea su obra más
emotiva dónde cuenta sus propias vivencias, las vivencia de un refugiado.
¿Eres
de los que te preguntas qué clase de padre pone a su hijo en una patera?
Simplemente lee este poema.
Nadie
abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón.
Solo
corres hacia la frontera cuando ves que toda la ciudad también lo hace.
Tus
vecinos corriendo más deprisa que tú. Con aliento de sangre en sus gargantas.
El
niño con el que fuiste a la escuela, que te besó hasta el vértigo
Detrás
de la fábrica, sostiene un arma más grande que su cuerpo.
Solo
abandonas tu hogar
Cuando
tu hogar no te permite quedarte.
Nadie
deja su hogar
A
menos que su hogar le persiga,
Fuego
bajo los pies,
Sangre
hirviendo en el vientre.
Jamás
pensaste en hacer algo así,
Hasta
que sentiste el hierro ardiente
Amenazar
tu cuello.
Pero
incluso entonces cargaste con el himno bajo tu aliento,
Rompiste
tu pasaporte en los lavabos del aeropuerto,
Sollozando
mientras cada pedazo de papel te hacía ver
Que
jamás volverías.
Tienes
que entender que nadie sube a sus hijos a una patera,
A
menos que el agua sea más segura que la tierra.
Nadie
abrasa las palmas de sus manos bajo los trenes, bajo los vagones,
Nadie
pasa días y noches enteras en el estómago de un camión,
Alimentándose
de hojas de periódico, a menos que
Los
kilómetros recorridos signifiquen algo más que un simple viaje.
Nadie
se arrastra bajo las verjas, nadie quiere recibir los golpes ni dar lástima.
Nadie
escoge los campos de refugiados
O
el dolor de que revisten tu cuerpo desnudo.
Nadie
elige la prisión, pero la prisión es más segura que una ciudad en llamas,
Y
un carcelero en la noche es preferible
A
un camión cargado de hombres con el aspecto de tu padre.
Nadie
podría soportarlo, nadie tendría las agallas,
nadie
tendría la piel suficientemente dura.
Los:
“váyanse a casa, negros”, “refugiados”, “sucios inmigrantes”,
“buscadores
de asilo”, “quieren robarnos lo que es nuestro”,
“negros
pedigüeños”, “huelen raro”, “salvajes”,
“destrozaron
su país y ahora quieren destrozar el nuestro”.
¿Cómo
puedes soportar las palabras, las miradas sucias?
Quizás
puedas, porque estos golpes son más suaves
Que
el dolor de un miembro arrancado.
Quizás
puedas porque estas palabras son más delicadas
Que
catorce hombres entre tus piernas.
Quizás
porque los insultos son más fáciles de tragar que el escombro,
Que
los huesos, que tu cuerpo de niña despedazado.
Quiero
irme a casa, pero mi casa es la boca de un tiburón.
Mi
casa es un barril de pólvora,
y
nadie dejaría su casa a menos que su casa le persiguiera hasta la costa,
a
menos que tu casa te dijera que aprietes el paso,
que
dejes atrás tus ropas, que te arrastres por el desierto,
que
navegues por los océanos,
“Naufraga,
sálvate, pasa hambre, suplica, olvida el orgullo,
tu
vida es más importante”.
Nadie
deja su hogar hasta que su hogar se convierta
en
una voz sudorosa en tu oído diciendo:
‘Vete,
corre lejos de mí ahora.
No
sé en qué me he convertido, pero sé
que
cualquier lugar es más seguro que éste’.
María Paola Daud
Fuente: Aleteia