Pósate
en su mano
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
la ventana de la cocina, hay un plato con pan para los pájaros. Hay unas
tórtolas que siempre se acercan, picotean y, en cuanto sienten nuestra
presencia... ¡salen volando! Todos los días pruebo de todo para lograr que no
se vayan y coman de mi mano. Me acerco sigilosamente con un poco de miga de pan
y, cuando parece que lo voy a conseguir... ¡se van! Les digo que no tengan
miedo, que no les voy a hacer nada... pero ya te imaginas su respuesta ante mi
mensaje.
Tienen
miedo, “pensarán” que les voy a hacer daño, que les voy a ahuyentar o cazar en
el último momento, ¡cuántas veces les habrá ocurrido! Todo esto les ha llevado
a desarrollar sus mecanismos de defensa.
Ayer
me impresionó porque, aunque no llegaron a comer de mi mano, sí que pude
acercarme un poco más. Y, al hacerlo, me daba cuenta de la importancia de la
confianza para poder descansar.
Sin
embargo, a lo largo de la vida, hay personas o circunstancias que nos ahuyentan
en el último momento, que de algún modo hieren nuestra confianza haciendo que
cada vez cerremos más el corazón y temamos dejar que se acerquen a nuestro
interior, a nuestra intimidad, no vaya a ser que nos hagan daño de nuevo.
¿Sabes
que a lo largo de la Biblia el Señor dice más de 365 veces “no temas” o “no
tengas miedo”? Y es que en Él están vencidos todos tus miedos, todas tus
inseguridades. Ante esa sensación que muchas veces tienes de desamparo, de
debilidad, es Cristo el que te dice “no tengas miedo”. Lo ha querido dejar muy
claro para que vivas con la certeza de que en Él está tu seguridad. “¡No
tengáis miedo a abrir de par en par las puertas a Cristo!” (San Juan Pablo II).
Puede
que te pase como a esa tórtola de la ventana, que poco a poco te vayas
acercando pero dejando distancia de seguridad “por si acaso”. Ve a la ventana,
prueba a posarte sobre Su mano y deja que te cure ese ala rota, que te quite
los hilos enredados de tus patas, que te dé de comer y después, una vez sanando
todo lo que tanto te ha hecho sufrir, podrás abrir tu corazón a aquellos que te
rodean y que tanto te quieren. ¡Volver a confiar!
Hoy
el reto del amor es que quites las defensas y te poses en Su mano. Coge un
cuaderno, si puedes acércate a una iglesia y si no en tu casa, y escríbeLe,
abre tu corazón a Cristo. ¿Qué te pesa? ¿Qué necesitas entregarLe? ¿Cuáles son
tus miedos? EscríbeLe una carta y deja que Él te hable al corazón.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma