Para
caminar en la vía del ecumenismo, quitar la palabra "proselitismo"
fue el punto de acuerdo al que llegaron los líderes del CMI junto al Papa Francisco,
revelado por él mismo en el curso de la rueda de prensa en el avión de regreso
desde Ginebra
“Debemos
quitar del diccionario la palabra proselitismo”, si hay una cosa, no puede
haber la otra. Francisco cierra la conferencia de prensa en el vuelo de regreso
de Ginebra revelando la “bella palabra” sobre la que los líderes del Consejo
Mundial de Iglesias (CMI) se encontraron de acuerdo, conversando durante el
almuerzo con el líder de la Iglesia Católica. Además, el proselitismo
está, por así decirlo, en el lado oscuro de lo que para el Papa representa la
luz en la relación entre las confesiones cristianas, o en otras palabras, del
diálogo.
La
"preocupación" de los jóvenes
De
una jornada que no esconde que para él fue “pesada”, en el sentido del
cansancio, el Papa Francisco abre la rueda de prensa con unos sesenta
periodistas en el vuelo, insistiendo más veces en el valor del “encuentro”. Con
todos, admite, tuvo un “encuentro humano” más allá de los formalismos. Desde el
presidente de la Confederación Suiza a los líderes de las iglesias cristianas,
con los cuales dice que se habló, no sin preocupación, de los “jóvenes”. Esto,
refiere, fue “el argumento que nos llevó más tiempo” y -agrega- el presínodo de
marzo con los miles de jóvenes de todas las religiones y también no creyentes,
“ha suscitado un interés especial”
Matrimonios
interconfesionales
Luego,
Francisco pasa el micrófono a los periodistas que quieren sondearlo sobre temas
de actualidad. Temas ya debatidos, sobre las cuales el Papa regresa para
ofrecer nuevas aclaraciones. Como en el caso de los obispos alemanes y su
confrontación acerca de la admisión a la Eucaristía en los matrimonios donde
hay un cónyuge católico y uno protestante.
El
Papa resume los pasos realizados repitiendo que, evaluadas las distintas
posiciones, una profundización de la cuestión apareció como la mejor solución,
como de hecho escrito por el Prefecto de la Doctrina de la Fe, el próximo
cardenal Ladaria en una carta, dice Francisco, escrita “con mi permiso”. El
Papa elogia el documento con el que los obispos de Alemania comenzaron su
confrontación. En la sustancia, observa, es necesario evaluar bien la
responsabilidad de gestionar las situaciones de matrimonio inter confesional-
hoy prerrogativa de cada obispo – respecto al alcance más “universal” que
tendría una decisión tomada a nivel de Conferencia Episcopal. En resumen, dice
respondiendo al periodista, no se trató de “detener”, sino de elegir el
recorrido mejor.
La inmigración debe ser
gestionada entre los gobiernos
No
falta la habitual pregunta sobre la inmigración, a partir de una crónica
candente sobre el tema a ambos lados del Atlántico. Para mí, reafirma el Papa,
con aquellos que huyen “del hambre y la guerra”, se deben adoptar los criterios
condensados en cuatro verbos: “acoger,
acompañar, acomodar, integrar”.
Francisco
se dice horrorizado de las noticias que provienen de aquellas que llama “las
cárceles
de los traficantes” - crueldades inenarrables que se cobran víctimas
especialmente entre las mujeres y los niños, que no se igualan ni siquiera a
aquellas ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial. Pero insiste en el hecho
de que los gobiernos deben “ponerse de acuerdo” principalmente para gestionar
la emergencia en el corto plazo y luego planificar las políticas a mediano
plazo para resolver el fenómeno de la migración en su raíz.
La
idea del Papa es bien sabida: crear instrucción y trabajo en los países con
mayores dificultades, ya sean africanos o latinoamericanos, para poner fin al
problema del “tráfico de migrantes”. “El problema de las guerras es difícil de
resolver” y también lo es “el de la persecución de los cristianos” y sin
embargo, sostiene Francisco, “el problema del hambre puede resolverse”, siempre
que la comunidad internacional actúe en conjunto.
Dialogar no hacer como
Caín
Una
periodista pregunta al Papa sobre la doctrina de la “guerra justa” y sobre el
hecho de que la Iglesia Católica debería, en algún modo, alinearse respecto a
las posiciones de algunas comunidades protestantes, las así llamadas “Iglesias
de la paz”.
Francisco
responde ubicando las causas de las guerras que hoy ensangrientan partes del
mundo en la “crisis de los derechos humanos”. Todo es “relativo”, reconoce, y
el tema de los derechos ha perdido brillo, no está más, señala, “el entusiasmo
de 70 años atrás” ni siquiera de “20”. Cita la famosa máxima de Einstein por la
cual una cuarta guerra mundial será combatida “con palos”, y critica una vez
más la cantidad de dinero "que se gasta en armamentos” e insta a “resolver
todos los conflictos” no “como Caín”, sino “con negociación, diálogo,
mediación”. Y en contra de los “fundamentalistas”, es decir, las
facciones extremistas que se esconden en las religiones, incluyendo en la católica,
se necesita reafirmar, dice repitiendo las palabras de un ministro protestante,
“el primer derecho humano”, “el derecho a la esperanza”.
La última vez de Mons.
Becciu
A
sorpresa Francisco reserva el final para el Sustituto y próximo cardenal Angelo
Becciu, en lo que es el último viaje al lado del Papa antes de su nuevo encargo
como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Una torta sarda
como los orígenes del obispo aparece en el pasillo del avión acogida con
gratitud por Mons. Becciu: ha sido “una experiencia magnífica- afirma- ver al
Santo Padre con coraje difundir la palabra de Dios. Mi servicio – concluye – ha
sido sólo este”, haberlo ayudado en esta misión.
Alessandro
de Carolis - Ciudad del Vaticano
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