Nuestro Dios
primero salva y después nos pide confianza
2018.06.27 Audiencia General (Vatican Media ) |
“No
nos salvamos solos, pero de nosotros puede partir un grito de ayuda: Señor
sálvame, enséñame el camino, acaríciame, dame un poco de alegría";
"este grito es importante, es oración, es conciencia de lo que todavía
está oprimido y no liberado en nosotros”: lo dijo el Papa en su tercera
catequesis sobre los mandamientos
«Si
alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su
vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él
siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera»: con estas palabras el
Santo Padre inspiró a los fieles a sentir cercano al Dios Padre generoso que
nos ama y nos salva.
Dios primero salva y luego nos
pide confianza
En la Audiencia General del miércoles 27 de
junio el Obispo de Roma impartió su tercera catequesis sobre los mandamientos,
reflexionando sobre el texto que precede el Decálogo:
El texto de los diez mandamientos está
precedido por una frase que pone de manifiesto la generosidad de Dios,
recordando que Dios liberó a su pueblo y lo sacó de la esclavitud. Es una
muestra más de que Nuestro Dios primero salva y después nos pide
confianza.
La vida
cristiana no es sólo cumplir deberes
La primera declaración, “Yo soy el Señor tu
Dios”, dijo el Santo Padre, “ilumina el decálogo de los mandamientos”, que más
que mandamientos son las “palabras amorosas de Dios” a su pueblo para que
camine bien:
Desde
esta perspectiva, -explicó Francisco hablando en nuestro idioma- la vida
cristiana no es simplemente un obedecer normas ni cumplir deberes, ni tampoco
depende sólo de nuestra fuerza de voluntad, sino que es una respuesta
agradecida a un Padre generoso que nos ama y nos libera. Un corazón que ha sido
tocado por el Espíritu Santo es agradecido y recuerda la bondad de Dios y los
muchos beneficios que ha recibido de Él.
Efectivamente,
el Papa Francisco observó, en su alocución en italiano, que los cristianos que
siguen sólo los “deberes”, denuncian que no tienen una experiencia personal de
Dios:
“Yo
debo hacer esto, esto, esto… sólo deberes. ¡Pero te falta algo!” “El fundamento
de este deber es el amor de Dios, que primero da, y luego, manda”. “Poner la
ley antes de la relación no ayuda al camino de la fe”, afirmó. “ La formación
cristiana –dijo- no se basa en la fuerza de voluntad, sino en la acogida de la
salvación, en dejarse amar: primero el Mar Rojo, luego el Monte Sinaí”.
Si no sentimos la experiencia de
Dios, gritar pidiendo su ayuda
Profundizando, el Papa señaló que depende
de nosotros el ser escuchados. Remarcó que "no nos salvamos solos",
pero que de nosotros puede partir un grito de ayuda: "Señor sálvame,
enséñame el camino, acaríciame dame un poco de alegría", rezó a modo de
ejemplo. "Depende de nosotros: pedir ser liberados, del egoísmo, del
pecado, de las cadenas de la esclavitud. Este grito es importante, es oración,
es conciencia de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros",
dijo.
Si
alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su
vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él
siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera. Nosotros no podemos
salvarnos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero podemos gritar pidiendo
ayuda. Esto es ya una forma de oración, que brota de lo que en nosotros existe
de oprimido y necesitado de libertad. Dios escucha siempre nuestro grito, pues
él nos ha llamado a vivir como hijos libres y agradecidos, obedeciendo con
alegría a aquel que nos ha dado mucho más de lo que nosotros podremos
darle.
Aprender del testimonio valiente
de los Apóstoles Pedro y Pablo
En sus saludos finales, como es habitual el
Romano Pontífice dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos,
los enfermos y los recién casados. Recordando que pasado mañana será la
Solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, Patronos de Roma, alentó a
aprender de estos apóstoles la capacidad de dar un testimonio valiente del
Evangelio de Jesús, más allá de los propios sufrimientos, “conservando la
concordia y la amistad que fundan la credibilidad de cualquier anuncio de fe”.
Mientras
que a los fieles de lengua Española invitó a que “recordando todo lo bueno” que
Dios ha hecho en cada uno, “respondan con libertad y alegría a la llamada de
Dios, que nos ama y nos libra de nuestras esclavitudes para que podamos vivir
como sus hijos amados”.
Saludo del Papa a los
fieles en el Aula Pablo VI y a la delegación "Olimpíadas Especiales"
Antes de la Audiencia General, el Papa se
asomó al Aula Pablo VI, desde donde siguieron la Audiencia los enfermos, para
evitar el calor de Roma. Allí el Santo Padre dio la bienvenida a la delegación
de la organización «Olimpiadas Especiales», con motivo del 50 aniversario de su
fundación: “El mundo de los deportes ofrece una oportunidad particular
para que las personas crezcan en el entendimiento mutuo y en la amistad. Rezo
para que esta Llama Olímpica sea un signo de alegría y esperanza en el Señor
que otorga los dones de la unidad y la paz a todos sus hijos. Sobre todos los
que apoyan los objetivos de las Olimpiadas Especiales, imploro de corazón a
Dios su bendición, que él os conceda el gozo y la paz”, manifestó.
Palabras
especiales tuvo el Romano Pontífice hacia el grupo «Iniciativa católica
para el joven sordo de América», también en el Aula: "Rezo para que
vuestra peregrinación, 'Un tiempo para caminar con Jesús', los ayude a crecer
en el amor a Cristo y a los demás. El Señor tiene un lugar especial en su
corazón para aquellos que sufren cualquier tipo de discapacidad, y también lo
tiene el Sucesor de San Pedro. Espero que vuestra permanencia en Roma sea
espiritualmente enriquecedora y fortifique vuestro testimonio del amor de Dios
por todos sus hijos. Mientras continúan su viaje, les pido que por favor que no
se olviden de rezar por mí. Que Dios todopoderoso los bendiga
abundantemente".
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
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