Sin miedo
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Jubi
debía de tener el sueño alterado y, cuando todas nos íbamos a la cama, comenzó
a ladrar de manera incansable. Me puse a pensar en el sueño de las monjas, e
incluso en la gente que tiene ventanas que dan a la huerta... Se iban a acordar
de nosotras, y no para bien.
De
repente, un fuerte silbido (que también procedía de la huerta) logró que Jubi
se callase de golpe. ¿Silbido desde la huerta? Pero... si a esas horas las
puertas de acceso a la huerta están ya cerradas... Además no me resultaba
conocido ese silbido tan potente... ¿Y si se había colado alguien en la huerta?
No, seguro que no. Pero, ¿y si era que sí, que alguien había saltado el muro y
había entrado?
Apagué
las luces de la galería para poder asomarme sigilosamente por la ventana sin
ser vista. Me desplacé despacio, por el suelo, como si de una película se
tratase, y, agachada, abrí la ventana. Poco a poco fui subiendo la cabeza para
poder ver y oír a los supuestos intrusos.
Nada,
no se oía nada, pero dentro de mí no descarté la posibilidad de que hubiese
alguien por la huerta, y no me quedaba tranquila.
Al
poco apareció Israel y me dijo:
-¡Madre
mía! Jubi no paraba de ladrar y he tenido que silbar por la ventana.
-¿Eras
tú? -le pregunté... a la vez que me reía por lo absurdo de todo lo anterior.
Los
discípulos habían visto a Jesús actuar, hacer milagros, ¡le habían visto
resucitado! A pesar de eso, estaban escondidos, tenían miedo (como yo esa
noche), todo les parecía una amenaza. Seguro que, escondidos, miraban también
sigilosamente por si alguien se acercaba.
Pero
Jesús no les dejó solos: les envió su Espíritu. Fue lo que marcó un antes y un
después en sus vidas. Pasaron de ver a Cristo con ellos a sentirLe en ellos, y
esto marca la diferencia. Cristo en ti; no estás solo en tus miedos, en tus
incertidumbres. El Espíritu Santo te regala vivir en confianza. Puede que oigas
“silbidos” que te paralizan ante esa circunstancia que ahora te toca vivir y a
la que tienes miedo a asomarte, pero no estás sólo y Él te va a guiar en cada
paso a dar.
Hoy
el reto del Amor es que vivas Pentecostés, que seas consciente de que Cristo
está en ti. Afronta esa conversación difícil que tienes pendiente, pero antes
pide ayuda al Espíritu Santo. Deja tus miedos a un lado y pídele que ilumine
tus palabras, que te dé la sabiduría que necesitas. Deja que Él sea en ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma