Místico amanecer
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día leí un artículo de un sacerdote que hablaba de lo maravilloso que es
madrugar para orar. Tan entusiasta se mostraba el hombre, ¡que hasta a mí me
entraron ganas de madrugar! Luego recordé que nos levantamos a las 6 para
llegar a las 6:30 a rezar Laudes... y se me cayeron encima unas cuantas capas
de fría realidad.
Me
encanta el planteamiento, pero el problema es que a esas horas suelo tener aún
desconectadas las neuronas. Así que, después de saludar al Señor y, tras salir
de la ducha como un zombi, me pongo algo de música, muy bajito, para ir
despertando el alma.
Como
esta semana es la semana del Espíritu Santo, he buscado alguna canción
apropiada. Y ayer, nada más encender la música, como todos los días, fui a
abrir la ventana para ventilar. Mientras lo hacía, sonó la siguiente letra:
“Espera
el corazón en la mañana,
se desvela por ti...
Mi alma corre y abre la ventana,
por si quieres venir.
Espero verte entrar como el viento...”
se desvela por ti...
Mi alma corre y abre la ventana,
por si quieres venir.
Espero verte entrar como el viento...”
¡¡Me
quedé asombrada!! Porque, ¿quién no abre la ventana por las mañanas? El Señor
realmente es sorprendente: hasta este gesto tan cotidiano... ¡quiere
convertirlo en oración!
¿No
decía san Pablo: “Orad incesantemente”? ¡Pues así es más fácil!
Qué
bello poder unir cada mañana el abrir la ventana con el deseo de abrir toda
nuestra alma a la acción del Señor. ¡Qué maravilloso poder tener este gesto
como un recordatorio para hacernos conscientes de que Cristo está deseando
entrar en nuestro día desde primera hora!
Hoy
el reto del amor es abrir la ventana. Te invito a que te asomes y respires
hondamente. Y, todo ello, pidiéndole a Cristo que se realice igual en tu
interior: en esta semana, ¡oremos para que el Viento del Espíritu se cuele
hasta lo más profundo de nuestro corazón! Lo mejor, es que podrás realizar esta
oración cada mañana, porque todos los días, ¡abrirás la ventana! Y, seguro que,
como a mí, a partir de ahora ese gesto se te presentará con un sentido muy
profundo... ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma