«Iqbal
Masih no fue solo un luchador por la libertad. Fue un mártir». Esto es lo que
Ehsan Ullah Khan está empeñado en lograr que la Iglesia católica reconozca
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Ehsan Ullah Kahn, con niños de Génova en 2013. Detrás, foto de Iqbal Masih. Foto: Solidaridad TV |
En
recuerdo de este niño católico asesinado en 1995 se conmemora cada 16 de abril
el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil
Ehsan Ullah Khan no era
consciente hasta qué punto cambiaría su vida cuando liberó en Lahore a un
muchacho católico de 9 años, que desde los 4 trabajaba como esclavo en un
taller de alfombras.
El niño, para el que llegaría
a convertirse en un padre, desarrolló pronto unas dotes oratorias
extraordinarias y se convirtió en un símbolo de la lucha contra la esclavitud,
que en Pakistán afecta en gran medida a cristianos, buena parte de ellos
procedentes de las castas más bajas o de las áreas tribales que abrazaron el
cristianismo durante el dominio británico.
Periodista de profesión,
Ehsan Ullah Khan calcula haber liberado a «puede que un millón de cristianos»,
la mayoría iletrados, muchos siquiera sin bautizar, privados de todo derecho
mientras no salden unas deudas diseñadas de tal modo que van aumentando con los
intereses y nunca van a poder pagar.
Gracias a estos cristianos, Ullah Khan, un
ferviente musulmán, descubrió la Biblia, en particular el libro del Éxodo y la
historia de Moisés, donde encontró inspiración para su lucha contra los
trabajos forzados. Pero también se convirtió en un incomodo testigo de una
realidad que, hasta que él inició su actividad pública, en 1967, la sociedad
paquistaní prefería no coconer.
Tras el asesinato de Iqbal
Masih en 1995, a los 12 años, al hostigamiento del gobierno contra su mentor,
se unió el de grupos extremistas, que no toleraron la imagen de Ehsan besando
el cuerpo sin vida del niño. Desde entonces, vive exiliado en Suecia, y su Frente
de Liberación del Trabajo Forzado pasó a incluir la palabra Global, ampliando
su área de actuación a otras zonas conflictivas, como Bangladés o China.
Estos días visita varias
ciudades España para, de la mano de Encuentro y Solidaridad, denunciar la explotación
laboral en la industria textil. La gira incluyó una charla el 24 de mayo en el
Salón de Actos de Alfa y Omega. También un encuentro con el obispo de Vitoria,
Juan Carlos Elizalde, responsable en la Conferencia Episcopal de Infancia y
Juventud en Riesgo.
Activista contra la
explotación en la industria textil
En su conferencia Ullah
Khan denunció por ejemplo que, de cada 14 dólares que cuesta una camiseta en
Canadá, el trabajador en Bangladés obtiene solo 12 céntimos. Y mostró
fotografías de tiendas de Barcelona que venden a unos 110 euros pantalones
vaqueros artificialmente envejecidos con técnicas –aseguró– que destrozan las
manos de muchos niños, que trabajan sin ninguna protección.
Ninguna multinacional del
textil se libra de sus dardos, entre ellas varias conocidas marcas españolas,
como Zara, Mango o El Corte Inglés. Además de denunciar prácticas que vulneran
los derechos humanos, el fundador del Frente de Liberación apela a la
conciencia del consumidor, pidiéndole en primer lugar que se informe de la procedencia
de la ropa («hoy existe abundante información; el desconocimiento ya no es una
excusa», dice) y también un comportamiento más sobrio, puesto que el motor de
esta explotación es el consumismo desenfrenado.
«El 65 % de las prendas
producidas cada año van año a la basura, pese a que el 48 % serian
perfectamente utilizables», lo cual no solo genera «un gran impacto ecológico»,
sino que es el motor de «una industria que explota a las personas para
conseguir precios cada vez más baratos», advierte.
«Mi hijo llevaba la cruz de
Jesús»
Iqbal Masih sigue siendo un
símbolo en esa lucha. El 16 de abril, día de su asesinato, se conmemora como el
Día Internacional contra la Esclavitud Infantil.
Sin embargo, Ehsan Ullah
Khan cada vez tiene más claro que la fe fue un importante motor en la acción
del niño. «Mi hijo estaba llevando la cruz de Jesús», dijo la madre de Iqbal
tras su muerte. Y esta frase, a la que en un principio no prestó excesiva
atención, volvió con fuerza a su mente, especialmente después de que, en julio
de 2017, el Papa reconociera una nueva forma de martirio por amor a los demás.
De ello ha hablado ya con
varios obispos, y en las próximas semanas –adelanta– tiene prevista alguna
«reunión importante», si bien hasta ahora reconoce ha encontrado más eco fuera
que dentro de Pakistán, donde el asesinato de niños cristianos está a la orden
del día.
«Iqbal Masih no fue solo un
luchador por la libertad. Fue un mártir», insiste él. Eso implica que
para la beatificación no es necesario el reconocimiento de un milagro
atribuido a su intercesión. «Pero si quieren uno –añade–, ¿no lo es que se
conmemore a nivel mundial cada 16 de abril la muerte de Iqbal Masih, un pobre
chico católico de Pakistán?».
Ricardo Benjumea
Fuente: Alfa y Omega