El padre Contreras García
fue asesinado a balazos
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Otra
vez la Iglesia católica mexicana se encuentra de luto. Otra vez corre la sangre
sacerdotal. Dos sacerdotes asesinados en menos de cinco días; 23 sacerdotes
asesinados en lo que va de la administración de Enrique Peña Nieto, presidente
del México más violento que se tenga memoria.
Ahora
fue el Padre Juan Miguel Contreras García de 32 años de edad, quien era vicario
de la parroquia de San Pío de Pietrelcina, en Hacienda Santa Fe situada en San
Antonio Tlajomulco (Estado de Jalisco).
El
padre Contreras García fue asesinado a balazos alrededor de las 18:03 de la
tarde (hora del centro de México) el viernes 20 de abril.
Natural
del Las Vírgenes, en la región de Tequila (Jalisco), donde nació el 27 de mayo
de 1985, el padre Juan Miguel apenas si había sido ordenado el 15 de mayo de
2016 por la arquidiócesis de Guadalajara, misma que encabeza el cardenal José
Francisco Robles.
Su
primer destino ministerial fue, justamente, la parroquia de San Pío de
Pietrelcina, en Hacienda Santa Fe del poblado de Tlajomulco, al sur de la zona
metropolitana de Guadalajara (capital del Estado de Jalisco). Ahí llegó en
julio de 2017.
Los
primeros reportes indican que fue baleado en plena vía pública, en la
intersección de las calles José María Escrivá y Bulevar Santa Fe. Luego del
homicidio, la policía municipal implementó un operativo para dar con los
responsables, sin que hasta ahora haya resultados al respecto.
Cobardía más impunidad
El
padre Contreras García recibió dos impactos de bala en el tórax por unos
sujetos que, posteriormente, y como sucede, por desgracia en todos o casi todos
los casos de los asesinatos de sacerdotes en México, se dieron a la fuga sin
que nada ni nadie detuviera su cobarde acto.
El
arzobispado de Guadalajara ha emitido un comunicado condenando el asesinato del
padre Contreras García y pidiendo que, con urgencia, se esclarezca el hecho
delictivo y se consigne a los responsables.
“Hacemos
un llamado a quienes cometen estas atrocidades en contra de la vida de las
personas a que recapaciten (sobre) el daño que hacen a la sociedad y el clima
de angustia que propician en los ciudadanos, para que su mente y su corazón se
muevan a la conversión de sus actos”, dice el comunicado.
Apenas
hace tres días era asesinado a navajazos el padre Rubén Alcántara Díaz, de la
diócesis de Izcalli, al norte de la zona metropolitana de Ciudad de México,
cuando llegaba al templo a oficiar Misa.
Con
ese motivo, la Conferencia del Episcopado Mexicano expresaba su “consternación
y profundo dolor ante este hecho tan lamentable y ante la situación alarmante
de violencia que se vive en nuestro país”.
Y
hacía “un firme llamado a la autoridad competente, para que continúe la
investigación y llegue al esclarecimiento de los hechos y se haga justicia”.
Desgraciadamente, como en el resto del país –un país que el último año llegó a
23,000 homicidios dolosos—los crímenes de los sacerdotes quedan impunes.
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia