Con sentido
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Como
decía ayer Joane, estamos saliendo algunos ratos a arreglar la huerta. Había
muchas tareas por hacer: pasar la máquina cortacésped, quitar las malas hierbas
junto a las flores, limpiar residuos, recoger leña...
Después
de recoger algo de leña de la poda, me di cuenta de que era importante recoger
un poco la huerta. Sí, sí, había muchísimos papeles, bolsas, botellas,
cartones... todo tipo de cosas que el viento había ido trayendo y, al toparse
con un arbusto o con la hierba, se habían ido depositando.
Estaba
muy contenta haciendo aquello, y es que, poco a poco, el Señor me fue abriendo
los ojos a descubrir que también aquello es nuestra vocación. Nuestra tarea es
interceder por todos vosotros, que cada día formáis parte de nuestra oración.
El viento, que es el Espíritu del Señor Resucitado, hace llegar hasta nuestro
convento tantas necesidades, tantas intenciones, tantas personas que se acercan
a hablar con nosotras, o a compartir un problema, o que nos piden oraciones...
Es como si lanzase dentro de los muros del monasterio aquello con lo que cada
uno va cargando. Y ahí comienza nuestra tarea: recogerlo, tomarlo en nuestras
manos para ponerlo a los pies del Señor.
Cada
una de las cosas que hacemos en un día tiene sentido para nuestra vida, pero
muchas veces vivimos el día “en automático”, sin pensar más que en sacar las
tareas adelante
Jesús
quiso hacerse hombre y vivir como uno de los más sencillos: trabajó en la
carpintería, descansó como todos, se divertía y disfrutaba de cada día; para
que, atravesando por todas las circunstancias que vivimos nosotros, podamos
experimentar que todo tiene un sentido. Él encontró sentido hasta en la muerte,
porque estaba entregando su vida por nosotros.
Y
es que no hay mayor sentido que saber porqué o por quién hacemos las cosas;
esto te anima y te empuja hasta con las tareas más difíciles o duras.
Hoy
el reto del amor es pensar en tres momentos del día el sentido de lo que estás
haciendo. Al hacerlo consciente, querrás que lo que te mueva sea el amor, y
disfrutarás mucho más de cada tarea del día... porque el amor lo cambia todo.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma