Impuntualidad redimida
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
la oración de la mañana, ya a punto de acabarla, me puse a organizar un poco el
plan del día con el Señor. Me di cuenta de que, si me organizaba bien, podría
sacar un ratito extra de oración por la tarde.
-Quedamos
a las seis -le susurré sonriente a modo de despedida.
Pero
después me fui enredando con las tareas del día... y me despisté. A las 6:30
llegaba a la puerta de la capilla a toda velocidad.
“¡¡Que
ya llegoooo!!”, iba gritando por dentro.
Me
senté cerca del Sagrario.
“Ay,
Señor”, le dije, “menos mal que tú siempre esperas...”
Pero
de pronto un pensamiento terrible cruzó por mi mente. “¿Le habrá molestado mi
retraso? No he cumplido mi palabra... ¿Estará triste, molesto...?”
Aquellas
preguntas me quitaron la paz. Rápidamente miré al Sagrario.
“Bueno”,
le dije, “san Juan escribió que ‘Dios es amor’... y una persona enamorada no se
entristecería por el retraso de quien ama; ¡saltaría contenta fijándose en su
llegada!”
Sin
embargo, aquello no era más que una suposición mía... Volví a mirar al
Sagrario. Entonces un pensamiento, mucho más fuerte que todos los anteriores,
me iluminó por dentro como un rayo:
“El
amor es paciente...” (1 Co 13, 4)
Y,
si Cristo es amor... ¡Cristo es paciente!
Eso
no eran meras conjeturas: ¡es la Palabra de Dios! ¡Ese rato de oración se
convirtió en una maravillosa acción de gracias!
Qué
delicado y cuidadoso es el Señor con nosotros. Quiere que podamos conocerle y
busca mil modos de estar a nuestro lado: en la Eucaristía, en los hermanos...
Pero sabe que el ser humano es “el ser en relación”, ¡la comunicación forma
parte de nosotros! Verdaderamente Jesús nos habla al corazón, pero también nos
ha dejado un medio seguro para hablar con Él, para escucharle, para conocerle:
su Palabra.
San
Agustín dice que la Biblia es algo así como otra “encarnación”: igual que Dios
se hizo hombre, la Palabra eterna se hizo palabra escrita. ¡Tienes una carta
del Señor para ti en su Palabra!
Hoy
el reto del amor es leer un fragmento de la Biblia, ¡busca lo que Cristo quiere
decirte, lo que quiere que conozcas de Él! Puede ser el evangelio o un pasaje
que te guste. El texto que a mí me tocó el corazón fue 1 Co 13, 4-8. Te invito
a leerlo despacio. Y, si quieres asombrarte del todo... donde dice “amor” (o
“caridad”) prueba a leer “Jesucristo”. ¡Te sorprenderá!
VIVE
DE CRISTO
Pd:
Si no tienes una Biblia a mano, puedes leer el pasaje de san Pablo aquí (yo leí
del versículo 4 al 8):
Fuente: Dominicas de Lerma