¿Cómo estás?
A
Lety le encantan los bonsáis, y en septiembre nos regalaron un pequeño naranjo
repleto de naranjitas. Pasó septiembre, octubre, noviembre... Ayer me quedé
mirando al pequeño árbol que lucía aún sus naranjas, y me dije:
-Imposible,
no puede ser. Ha habido golpes de calor, heladas, fríos... y sigue como si nada
con todas sus naranjas.
No
me resistí y le quité una que ya al tacto estaba blandita; al abrirla vi la
realidad de lo pasada que estaba, y es que las apariencias engañan.
La
imagen, nuestra imagen, ¡qué importante es! Que nos vean frondosos, con frutos
de sonrisa, alegría; que tenemos todo bajo control. Sin embargo, ¿qué hay
detrás de esos frutos que muestras? ¿Qué hay detrás de tu imagen? ¿Cómo estás
por dentro?
La
perfección que te exiges ante las heladas, las olas de calor... esa imagen ante
todos te impide dar lo que realmente tienes dentro. Si quieres dar a los demás,
no tengas miedo a mostrarte humano, a decir que las naranjas se han helado y no
dejan sentir al corazón por ese disgusto que tienes; o que las naranjas se han
ablandado por no tener fuerzas para tirar con ese problema por más tiempo.
Sin
miedo a la imagen podemos dejar caer esos frutos que no nos atrevemos a soltar
y que, sin embargo, ya están pasados. Las lágrimas, el desahogo de tu corazón,
mostrar tus ramas vacías, es el primer paso para volver a florecer.
Jesús
se acercaba a aquellos que se mostraban tal cual, sin adornarse de frutos.
Leprosos, tristes, pobres, desesperados... se dejaban encontrar por Él
mostrándole sus ramas vacías, y Cristo les sanaba llenándolas de nuevo y
devolviéndoles la sonrisa profunda que habían olvidado. No tengas miedo a
mostrarte ante Él tal y como estás para que sea tu fuerza y tu consuelo. Ponte
a tiro para que te pueda sanar.
Hoy
el reto del amor es que no ocultes cómo te sientes en realidad. Seguro que
alguien te pregunta: “¿Cómo estás?” Cuando oigas la pregunta responde desde tu
realidad, y descubrirás que mostrar esas ramas que en realidad sientes vacías
os unirá, pues la perfección no se alcanza pero en la pobreza todos nos
encontramos.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma