Una caries desafortunada
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
tenía cita con el dentista. Mis peores temores se hicieron realidad: tenía una
caries. Admito que no estoy muy entrenada en el campo del dentista: el Señor me
ha regalado una boca muy sanita, y éste se convierte en mi segundo empaste.
Como
comprenderás, no tengo mucha experiencia en el tema. Admito que no tengo miedo
al dentista. Es más bien... respeto, sentimiento que hago extensible a todo lo
que tenga que ver con agujas, pinchazos, cortes y demás. ¿Mi estrategia? Cerrar
los ojos. Al menos parece que impresiona menos...
Pues
ahí estaba yo, boca abierta, ojos cerrados. De pronto me dio la sensación...
¡de que me estaba atornillando algo en la boca!
“Vamos
a ver, es un profesional”, pensaba para tranquilizarme, “digo yo que conoce las
sutiles diferencias entre un empaste y un implante... Seguro que sabe lo que
hace...”
No
aguanté la curiosidad. Abrí los ojos.
No
era sensación. Era realidad: ¡de la boca me salía un tornillo enorme que el
dentista estaba apretando!
“¡¿Pero
qué hace este hombre?!”
Claro
que, en esa posición, uno no puede rechistar. Sólo queda confiar...
Acabada
la intervención, el dentista aflojó el tornillo y me lo quitó.
-¿Para
qué sirve eso? -pregunté.
-Tenías
la caries en muy mal sitio, se caía el empaste antes de fijarlo. Este aparato lo
agarra, como si fuese el encofrado de la albañilería: en cuanto el empaste está
bien puesto, se quita, ¡y listo! -me explicó amablemente el dentista.
Todo
tiene su explicación pero, ¡cómo cuesta confiar! Así puede pasarnos muchas
veces con el Señor: tal vez nos sorprende con hechos inesperados,
circunstancias que parecen que nos desbaratan todo; o nos pone personas en un
momento determinado de nuestra vida, que más tarde desaparecen...
La
cuestión es que, a diferencia del dentista, con el Señor sí que podemos
protestar, desconfiar... o incluso rebelarnos contra esos “tornillos
inexplicables”. ¡El Señor nos da esa libertad! Pero también podemos confiar,
dejar que Él siga trabajando. Al fin y al cabo, ¡Cristo sí que es un auténtico
profesional en esto de escribir historias!
Hoy
el reto del amor es que, ante una situación inesperada, un cambio de planes...
¡hagas un acto de confianza! Él está trabajando en tu vida, y sabe lo que hace.
Cristo no te pide que entiendas todo, ¡te pide que confíes en Él en todo! ¡Feliz
día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma