Encuentro del Papa
Francisco con los Fieles de Pietrelcina, en el marco de su Visita Pastoral a
esta localidad, con ocasión del Centenario de la aparición de los estigmas a
San Pío de Pietrelcina
“Este humilde fraile capuchino ha maravillado
al mundo con su vida dedicada a la oración y a la escucha paciente de los
hermanos, en cuyos sufrimientos derramaba como bálsamo la caridad de Cristo.
Imitando su heroico ejemplo y sus virtudes, puedan ustedes convertirse en
instrumentos del amor de Jesús hacia los más débiles”, lo dijo el Papa
Francisco la mañana de este sábado 17 de marzo, en el Encuentro con los Fieles
de Pietrelcina, en el marco de su Visita Pastoral a esta localidad, con ocasión
del Centenario de la aparición de los estigmas a San Pío de Pietrelcina y en el
Quincuagésimo aniversario de la muerte del santo capuchino.
Pietrelcina: lugar de
fecunda historia humana y espiritual
En
su discurso, el Santo Padre manifestó su alegría por visitar esta localidad
donde Francisco Forgione, nació e inició su larga y fecunda historia humana y
espiritual. “En esta comunidad – afirmó el Pontífice refiriéndose a San Pío de
Pietrelcina – él templó su propia humanidad, aprendió a orar y a reconocer en
los pobres la carne del Señor, hasta que creció en el seguimiento de Cristo y
pidió ser admitido entre los Frailes Menores Capuchinos, convirtiéndose de tal
modo en Fray Pío de Pietrelcina”. Aquí, agregó el Papa, él comenzó a experimentar
la maternidad de la Iglesia, de la cual fue siempre un hijo devoto. Aquí, dijo,
meditó con intensidad el misterio de Dios que nos ha amado hasta darse a Sí
mismo por nosotros.
Pietrelcina: lugar de
combate interior
El
Papa Francisco dirigiéndose a los fieles de Pietrelcina también recordó que,
nos encontramos en un lugar donde vivió el fraile capuchino en un periodo no
tanto fácil en su salud física y su vida espiritual. “Él – dijo el Pontífice –
era fuertemente atormentado en su interior y temía caer en el pecado,
sintiéndose asaltado por el demonio”.
En
estos terribles momentos, recordó el Romano Pontífice, padre Pío adquirió la
linfa vital de la oración continua y de la confianza que supo poner en el
Señor. De este modo, dijo el Papa, todos los fantasmas que el demonio había
introducido en la mente del fraile capuchino, desaparecían cuando él, se
abandonaba con confianza en los brazos de Jesús. “Padre Pío – afirmó el Papa –
se inmergió en la oración para adherir cada vez mejor a los diseños divinos. A
través de la celebración de la Santa Misa, que constituía el corazón de toda su
jornada y la plenitud de su espiritualidad, alcanzó un elevado nivel de unión
con el Señor”. En este periodo, agregó el Pontífice, padre Pío recibió de lo
alto especiales dones místicos, que precedieron a la manifestación en su carne
de los signos de la pasión de Cristo.
Pietrelcina: un estímulo
para testimoniar la vida cristiana
Antes
de concluir su discurso, el Papa Francisco animó a los fieles de Pietrelcina y
de la diócesis de Benevento a seguir el ejemplo de padre Pío. “Este humilde
fraile capuchino – señaló el Pontífice – ha maravillado al mundo con su vida
dedicada a la oración y a la escucha paciente de los hermanos, en cuyos sufrimientos
derramaba como bálsamo la caridad de Cristo. Imitando su heroico ejemplo y sus
virtudes, puedan ustedes convertirse en instrumentos del amor de Jesús hacia
los más débiles”.
Finalmente,
el Santo Padre invitó a los fieles de Pietrelcina a adquirir nueva linfa de las
enseñanzas de padre Pío. “La intercesión de vuestro Santo conciudadano – alentó
el Papa – sostenga los propósitos de unir las fuerzas, para así ofrecer sobre
todo a las jóvenes generaciones perspectivas concretas para un futuro de
esperanza. Que no falte la atención solicita y llena de ternura a los ancianos,
patrimonio incomparable de nuestras comunidades”. Custodien como un tesoro
precioso el testimonio cristiano y sacerdotal de san Pío de Pietrelcina,
concluyó el Papa Francisco, que esa sea para cada uno de ustedes un estímulo
para vivir en plenitud vuestra existencia, siguiendo el estilo de las
Bienaventuranzas y con las obras de misericordia.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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