Aprendiendo idiomas
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Durante
toda la Cuaresma, algunas partes de nuestra liturgia las cantamos en latín:
varios himnos durante el día y prácticamente la mitad de las Completas (la
oración antes del descanso nocturno).
La
verdad es que es bonito, pero he de reconocer que lo que más me cuesta es
cuando vienen algunas personas a rezar con nosotras. Escucharán aquellos
cantos... pero seguro que no se enterarán de nada.
Ayer
mismo vino un matrimonio a Completas, y yo estaba todo el rato pensando que
pobrecillos, que no se estarán enterando de nada, y encima pensarán que
nosotras sabemos latín... Y, ¡qué va! Ni mucho menos... Nosotras rezamos con
“subtítulos”: en realidad, debajo o a un lado de la partitura, tenemos escrita
la traducción para ir siguiendo la liturgia.
A
raíz de esto el Señor me regaló ver que es cierto, que saber pronunciar unas
frases de un idioma, no quiere decir que sepamos hablar esa lengua.
Y
esto mismo nos sucede con el lenguaje del amor. Es un lenguaje universal, el
que llega a todos, y, más o menos, en algo nos sabemos defender, pero es el que
más nos cuesta aprender. ¡Tanto, tanto, que nos lleva toda una vida...!
Y
es que todos queremos aprenderlo, porque el Señor puso en lo más profundo de
nuestro ser el deseo de vivir desde el amor, que es la plenitud... Sin embargo,
muchas veces escuchamos más el lenguaje de nuestros propios miedos, de nuestras
propias razones o de nuestras pasiones, que nos ensordecen para poder escuchar
y lanzarnos a hablar un idioma nuevo, un idioma de amor.
Dicen
que para aprender una lengua, ayuda mucho escuchar cosas, y, sobre todo,
dialogar con nativos para que nos ayuden a perder el miedo, y así podamos luego
lanzarnos a hablar con cualquier persona. La cuestión es que en este idioma
sólo hay un Nativo: el Señor. Después hay numerosos “bilingües” que nos pueden
ayudar mucho. Por eso, si deseas aprender este nuevo idioma, ora, párate con
Él, conversa, no tengas miedo, de Él siempre escucharás una palabra de aliento.
Y saldrás con un valor renovado para lanzarte a un nuevo día apostando por el
amor.
Hoy
el reto del amor es traducir todo lo que escuches al lenguaje del amor. Cuando
llegue a tus oídos una queja, cuando por tus pensamientos ronde la tristeza o
el enfado, cuando sientes que te has equivocado... no te quedes estancado,
lánzate a escuchar la traducción, no tengas oídos nada más que para el Amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma