En su discurso el Santo
Padre instó a los responsables de poder a unir fuerzas contra la corrupción,
"virus social" que amenaza la esperanza
Tras una intensa jornada en Puerto
Maldonado, Perú; marcada por los emotivos encuentros con los pueblos
amazónicos, la población y
el Hogar El
Principito sucesivamente, el Papa Francisco regresó a Lima para
encontrarse con las autoridades, el Cuerpo Diplomático del país y los miembros
de la Sociedad Civil en el Palacio de Gobierno.
Después
de agradecer al presidente de la nación, Pablo Kuczynski, la invitación a
visitar Perú, el Santo Padre dirigió a los allí presentes, un reflexivo
discurso inspirado en el lema de este viaje “unidos por la esperanza”
destacando que la tierra peruana “es en sí misma un motivo de esperanza”, en
alusión a la magna extensión conformada por la Amazonía, “pulmón del mundo”,
cuyo entramado alberga las más variadas especies y biodiversidad del planeta.
Pluralidad
cultural: alma del pueblo peruano
“Ustedes
poseen una riquísima pluralidad cultural cada vez más interactuante que
constituye el alma de este pueblo”, dijo el Obispo de Roma, destacando que se
trata de un “alma marcada por valores ancestrales como la hospitalidad, el
aprecio por el otro, el respeto y gratitud con la madre tierra, la creatividad
para los nuevos emprendimientos, así como la responsabilidad comunitaria por el
desarrollo de todos que se conjuga en la solidaridad, mostrada tantas veces
ante las diversas catástrofes vividas”.
Y
en este contexto de “esperanzadora riqueza humana” que posee el pueblo peruano,
el Pontífice dedicó una mención especial a los jóvenes: “ellos son el presente
más vital que posee esta sociedad; con su dinamismo y entusiasmo prometen e
invitan a soñar un futuro esperanzador”, un futuro que nace del encuentro entre
“la cumbre de la sabiduría ancestral y los ojos nuevos que brinda la juventud”.
Perú:
tierra de esperanza con rostro de santidad
Continuando
con su reflexión sobre la esperanza como “hilo conductor” de su discurso a las
autoridades, Francisco expresó su alegría ante un hecho histórico de gran
relevancia para esta nación: “Perú
engendró santos que han abierto caminos de fe para todo el continente
americano”, dijo el Papa poniendo como ejemplo a Martín de Porres, por citar
tan sólo a uno, “quien siendo hijo de dos culturas, mostró la fuerza y la
riqueza que nace en las personas cuando se concentran en el amor”.
Y
en alusión a ello, el Sumo Pontífice reiteró que Perú “es tierra de esperanza
que invita y desafía a la unidad de todo su pueblo” y que por tanto “tiene la
responsabilidad de mantenerse unido precisamente para defender, entre otras
cosas, todos estos motivos de esperanza”.
La sombra
de la degración forestal y el abuso a la Madre Tierra
“Sobre
esta esperanza apunta una sombra, se cierne una amenaza”, continuó diciendo el
Papa citando un fragmento de su carta encíclica Laudato Si’: «Nunca la
humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a
utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo».
“Una
amenaza que se manifiesta claridad en la manera en la que estamos despojando a
la tierra de los recursos naturales sin los cuales no es posible ninguna forma
de vida”, añadió Francisco reconociendo que en este contexto, «unidos para
defender la esperanza» significa impulsar y desarrollar una ecología integral
como alternativa a «un modelo de desarrollo ya caduco pero que sigue provocando
degradación humana, social y ambiental».
Y
en la práctica, esto exige “escuchar, reconocer y respetar a las personas
y a los pueblos locales como interlocutores válidos, ya que ellos
mantienen un vínculo directo con la tierra, conocen sus tiempos y procesos y
saben, por tanto, los efectos catastróficos que, en nombre del desarrollo,
están provocando muchos proyectos”, aseguró Francisco poniendo como ejemplo el
caso de la minería informal que se ha vuelto un peligro destructor de la
vida de personas, así como la devastación de bosques y ríos con toda la riqueza
que ellos poseen.
En
definitiva, el Obispo de Roma hizo referencia a los procesos de degradación que
conllevan y promueven organizaciones "que van fuera de las estructuras
legales y que degradan a tantos hermanos nuestros sometiéndolos a la trata,
nueva forma de esclavitud, al trabajo informal, a la delincuencia… y a otros
males que afectan gravemente su dignidad y, a la vez, la de esta nación".
Corrupción:
el virus que amenaza la esperanza
Asimismo,
el Papa puso en guardia acerca de otra sombra amenazante que se
cierne sobre la esperanza de manera constante, “otra forma, muchas veces sutil,
de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital:
la corrupción".
“Un
virus social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre
tierra los más perjudicados y que tanto daño ha hecho a los pueblos latinos”,
dijo el Santo Padre, indicando que trabajar unidos para defender la esperanza
también exige luchar contra el mal de la corrupción.
“Lo
que se haga para luchar contra este flagelo social de la corrupción, merece la
mayor de las ponderaciones y ayudas… y esta lucha nos compete a todos”, aseveró
el Santo Padre señalando que «Unidos para defender la esperanza», implica una
mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y
sociedad civil. “Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es
evitable y exige el compromiso de todos”, añadió.
Autoridades
de poder trabajen por una equidad verdadera
En
este sentido, el Papa animó a quienes ocupan cargos de responsabilidad, sea en
el área que sea, «a empeñarse en este sentido para brindarle, a su pueblo y a
su tierra, la seguridad que nace de sentir que Perú es un espacio de esperanza
y oportunidad… pero para todos y no para unos pocos; para que todo peruano,
toda peruana pueda sentir que este país es suyo; una tierra en la que pueda
hacer realidad su propio futuro, puesto que sólo así se forjará un Perú que
tenga espacio para "todas las sangres", en el que pueda realizarse la
promesa de vida peruana».
Finalmente
el Santo Padre se despidió, pidiendo la intercesión de Santa Rosa de Lima por
todo “este bendito pueblo”, renovando el compromiso de la Iglesia católica,
“que ha acompañado la vida de esta Nación, en este empeño mancomunado de seguir
trabajando para que Perú continúe siendo una tierra de esperanza”.
Tras
concluir, Francisco se trasladó a la Iglesia de San Pedro para encontrarse con
sus hermanos jesuitas, unos 100 sacerdotes, hermanos y jóvenes de esta
congregación.
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
Vatican News