Homilía
ayer en Casa Santa Marta
La colonización
cultural e ideológica no tolera las diferencias y lo iguala todo, acabando por perseguir también a los creyentes. Lo
subraya Papa Francisco en la homilía hoy en Casa Santa Marta, a propósito del
martirio de Eleazar narrado en el libro de los Macabeos.
El Papa destaca
que hay tres tipos principales de persecuciones: una persecución
sólo religiosa, otra político-religiosa, por ejemplo – afirma Francisco – la
“Guerra de los 30 años” o la “noche de san Bartolomé”, “estas guerras
religiosas o políticas”, y una tercera persecución de tipo puramente
“cultural”, cuando llega “una nueva cultura que quiere hacer todo nuevo y
hace tabla rasa con las tradiciones, la historia y también la religión de un
pueblo”. Este último tipo de persecución es el que afronta Eleazar, condenado a
morir por fidelidad a Dios.
Ayer comenzó el
relato de esta persecución cultural, observa el Papa: algunos del pueblo,
viendo el poder y la magnífica belleza de Antíoco Epifanes, quisieron aliarse
para ser modernos, y tomaron la iniciativa, fueron donde el rey, el cual “les
dio la facultad de introducir las instituciones paganas de las naciones”.
No las ideas o
los dioses, sino las instituciones, subraya Francisco. Así, este
pueblo crecido en torno a la Ley del Señor, deja entrar una nueva
cultura, “nuevas instituciones”, que hacen tabla rasa de todo: “cultura,
religión, ley”.
“Todo nuevo”,
la “modernidad” es una verdadera colonización ideológica – subraya el Papa –
que quiere imponer al pueblo de Israel “esta costumbre única”, en base a la
cual todo se hace así y no hay libertad para otras cosas. Algunos aceptaron
porque les parecía algo bueno, para ser como los demás, y así se quitan las
tradiciones y el pueblo empieza a vivir de manera distinta.
Pero por
defender las “verdaderas tradiciones” del pueblo, surgen algunas
resistencias, como la de Eleazar, hombre digno, muy respetado, y
precisamente el Libro de los Macabeos cuenta la historia de estos mártires, de
estos héroes. Una persecución nacida de una colonización ideológica siempre
va así: destruye, “iguala todo, no es capaz de tolerar las diferencias”.
La palabra
clave que el Papa subraya, a partir de la lectura, es “raíz perversa”,
o sea, Antíoco Epifanes: una raíz que se dejó entrar para hacer crecer en el
pueblo de Dios “con el poder” estas costumbres “nuevas, paganas, mundanas”.
“Y este es el
camino de las colonizaciones culturales que acaban por perseguir también a los
creyentes. Pero no tenemos que ir muy lejos para ver algunos
ejemplos: pensemos en los genocidios del siglo pasado, que era una
cosa cultural, nueva: ‘Todos iguales, y los que no tienen sangre pura fuera, y
estos’… Todos iguales, no hay lugar para las diferencias, no hay
lugar para los demás, no hay lugar para Dios. Es la raíz perversa. Ante estas
colonizaciones culturales que nacen de la perversidad de una raíz ideológica,
Eleazar, él mismo, se hace raíz”.
Eleazar, de hecho, muere pensando en los jóvenes, en dejarles un noble
ejemplo, “da la vida, por amor a Dios y a la ley, se convierte en raíz
para el futuro”. Por tanto, ante esa raíz perversa que produce esta
colonización ideológica y cultural, “está esta otra raíz que da la vida para
hacer crecer el futuro”.
Lo que había
llegado del reino de Antíoco, era una novedad y las novedades no son todas
malas, basta pensar en el Evangelio, en Jesús, que es una novedad, pero –
advierte el Papa – hay que saber distinguir:
“Hay que
discernir las novedades. ¿Esta novedad es del Señor, viene
del Espíritu Santo, viene de la raíz de Dios, o esta novedad viene de una raíz
perversa? Antes sí, era pecado, no se podía matar a los niños; pero hoy
se puede, no hay problema, es una novedad perversa. Ayer, las
diferencias estaban claras, como Dios las hizo, la creación se respetaba; pero
hoy somos modernos… tu haces… tu entiendes… las cosas no son tan diferentes… y
se hace una mezcla de todo”.
La novedad de
Dios, en cambio, nunca “negocia”, sino que hace crecer y mira al futuro.
“Las
colonizaciones ideológicas y culturales sólo miran el presente, reniegan del pasado y no miran al futuro. Viven en el momento, no en el
tiempo, y por esto no pueden prometernos nada. Y con esta actitud de hacer a
todos iguales y de borrar las diferencias cometen el pecado malísimo de
blasfemia contra el Dios creador. Cada vez que llega una colonización
cultural e ideológica se peca contra Dios creador porque se
quiere cambiar la Creación como Él la hizo. Y contra este hecho
que a lo largo de la historia ha sucedido tantas veces, sólo hay una medicina:
el testimonio, o sea, el martirio”.
Eleazar da
testimonio de la vida pensando en la herencia que dará con su ejemplo: “Yo vivo
así. Sí, dialogo con los que piensan distinto, pero mi testimonio es ese, según
la ley de Dios”. Eleazar no piensa en dejar dinero u otras cosas, pero piensa
en el futuro, “en la herencia de su propio testimonio”, en ese
testimonio que sería “para los jóvenes una promesa de fecundidad”. Se
hace, por tanto, raíz para dar vida a los demás. Y el Papa concluye
augurando que su ejemplo “nos ayude en los momentos quizás de confusión ante
las colonizaciones culturales y espirituales que se nos proponen”.
Radio Vaticano
Fuente: Aleteia