Baño de multitudes
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
por la tarde, al entrar a Vísperas, nada más poner un pie en la iglesia, una de
las novicias comentó:
-¡Madre
mía, qué de gente!
Miré
hacia los bancos, pero no, no estaban muy llenos. Entonces miré hacia el altar
y me encontré con un montón de reliquias doradas. ¡Es la fiesta de Todos los
Santos!
Durante
el rezo de Vísperas, me quedé mirando las reliquias. Justo en ese momento estábamos
en mitad del cántico del Apocalipsis: “¡Alabad al Señor, sus siervos todos,
pequeños y grandes!”
Efectivamente,
al pie del altar, se nota mucho que cada reliquia es de una forma y tamaño
distinto al resto. Igual sucede con nosotros: cada uno somos diferentes, ¡pero
todos estamos llamados a la santidad!
En
la oración recordé una anécdota que cuentan de la Madre Teresa de Calcuta. Al
parecer, le preguntaron: “¿Qué es lo contrario a la santidad?”. Tal vez lo
lógico sería responder ‘el pecado’, pero Teresa de Calcuta contestó: “Lo
contrario a la santidad es la frustración”.
Cada
cristiano está llamado a la santidad, ¡tú estás llamado a ser santo! Pero no
pienses que los santos son aquellas personas que no se equivocaron nunca,
intachables, sin mancha... Si la santidad fuese eso, habría que hacer un gran
recorte en el santoral...
La
santidad no es hacer grandes obras por el Señor, sino dejar que el Señor haga
obras grandes en ti. La santidad es ponerse en manos de Cristo y confiar
ciegamente en Él.
Cristo
ha soñado una historia de salvación para ti, una historia escrita con su amor.
Sólo necesita que quieras seguir su camino, que estés dispuesto a levantarte
tras cada caída, que al final de tu jornada te vuelvas a Él. Tu historia es
única. La historia de santidad que Cristo quiere escribir contigo, también.
Hoy
el reto del amor es que des la mano a tus hermanos mayores. Te invito a que
hoy, en tu oración, leas la vida de tu santo, o que ores con los escritos de tu
santo o santa favorito. Su historia, como la tuya, es única, pero su fuego
contagiará el tuyo.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma