El Papa recordó que las universidades católicas han promovido siempre la armonización de la investigación científica con la teológica, impulsando el «diálogo entre razón y fe»
Investigación,
enseñanza y promoción social, afianzados en el camino de la Iglesia ante la
realidad de las migraciones contemporáneas: acoger, proteger, promover e
integrar
El
Papa Francisco recibió con gran cordialidad a los participantes en la Conferencia
internacional «Refugiados y Migrantes en un mundo globalizado: responsabilidad
y respuestas de las universidades», organizada por la Federación Internacional
de las Universidades Católicas FIUC
Alentando
a los miembros de esta asociación internacional que reúne a más de 200 ateneos
e instituciones católicas de instrucción superior de tantas partes del
mundo, el Obispo de Roma destacó el lema que los aúna: «Saber para servir»
y enfatizó la importancia de la formación enfocada hacia la responsabilidad social
para «la construcción de un mundo más justo y humano»:
«Por
ello, se han sentido interpelados por la realidad global y compleja de las
migraciones contemporáneas y han enfocado una reflexión científica, teológica y
pedagógica, bien arraigada en la doctrina social de la Iglesia, intentando
superar los prejuicios y los temores ligados a un escaso conocimiento del
fenómeno migratorio. Los felicito y me permito evidenciar la necesidad de
vuestra contribución en tres ámbitos, que son de vuestra
incumbencia: el de la investigación, el de la enseñanza y el de la
promoción social»
En
lo que respecta al primer ámbito, el Papa recordó que las universidades
católicas han promovido siempre la armonización de la investigación
científica con la teológica, impulsando el «diálogo entre razón y fe»:
«Considero
oportuno poner en marcha ulteriores estudios sobre las causas remotas de
las migraciones forzadas, con el propósito de encontrar soluciones
practicables, aun a largo plazo, porque primero hay que asegurar a las personas
el derecho a no estar obligadas a emigrar. Es importante asimismo reflexionar
sobre las reacciones negativas de principio, a veces también discriminatorias y
xenófobas, que la acogida de los migrantes está suscitando en Países de antigua
tradición cristiana, para proponer itinerarios de formación de las
conciencias».
Reiterando
lo que afirma la Instrucción «La Caridad de Cristo hacia los Migrantes», del
Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, una vez
más el Santo Padre alentó la profundización teológica sobre las
migraciones como signos de los tiempos, recordando que la Iglesia ha
contemplado siempre en los migrantes la imagen de Cristo, que dijo: ‘Era
extranjero y me alojaron’ (Mt 25, 35).
En
lo que respecta a la enseñanza, el Papa expresó «el anhelo de que las
universidades católicas adopten programas que favorezcan la instrucción de los
refugiados, en varios niveles, tanto a través de cursos también a distancia,
para aquellos que viven en los campos y centros de acogida, como a través de
bolsas de estudio que permitan su reubicación».
En
este contexto, el Santo Padre dirigió una exhortación en lo que respecta a la
formación y a la responsabilidad:
«A
nivel general, quisiera invitar a los ateneos católicos a educar a sus estudiantes,
algunos de los cuales serán líderes políticos, empresarios y artífices de
cultura, a una lectura atenta del fenómeno migratorio, en una perspectiva de
justicia, de corresponsabilidad global y de comunión en la diversidad cultural».
En
el ámbito de la promoción social, que implica un papel de conciencia crítica
con respecto a las diversas formas de poder político, económico y cultural, el
Papa señaló la contribución del Dicasterio fundado por él:
«En
lo que se refiere al complejo mundo de las migraciones, la Sección Migrantes y
Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha
sugerido ’20 Puntos de Acción’ como contribución al proceso que llevará a la
adopción, de parte de la comunidad internacional, de dos Pactos Globales, uno
sobre los migrantes y uno sobre los refugiados, en la segunda mitad del 2018.
En ésta y en otras dimensiones las universidades pueden desarrollar su papel de
actores privilegiados también en el campo social, como por el ejemplo el
incentivo al voluntariado de los estudiantes en programas de asistencia a los
refugiados, los que solicitan asilo y los migrantes recién llegados».
(CdM)
Radio Vaticano
