¿Podemos estar seguros
de que hay vida después de la muerte?
Estos días recordaremos de
manera especial a todos los difuntos, a nuestros seres queridos que nos dejaron
y a los que recordamos con dolor y afecto. Y en esa fecha de los Difuntos quien
más y quien menos se pone la pregunta de si existe o no el cielo. Y solemos
decir: nadie ha vuelto y, por lo tanto, ¿podemos estar seguros de que hay vida
después de la muerte?
Permitidme que os cuente una
pequeña historia que sucedió en una clínica. Un hombre muy enfermo estaba muy
inquieto y turbado. Cogió la mano del médico y le dijo:
-“Tengo mucho miedo a morir. Dígame,
doctor, ¿qué me espera después de la muerte? ¿A qué se parecerá lo que haya del
otro lado?”
-“No lo sé”, le dice el doctor.
-“¿Usted no lo sabe?”, le dice el
enfermo.
El doctor en lugar de responderle abre la
puerta que da al pasillo. No se imaginaba encontrar a su perro, un magnífico
pastor alemán, que le había seguido a través de la ciudad, había burlado la
vigilancia del portero de la clínica y ahora se encontraba en el pasillo.
Cuando el perro vio a su amo saltó sobre él y le manifestó de mil maneras la
alegría de haberle encontrado.
El doctor se volvió hacia el enfermo y le
dijo: “¿Ha observado el comportamiento del
perro? Él nunca había estado en este hospital, no conocía la casa, no sabía cómo
eran los lavabos, el armario, las camas, ni de qué color son las paredes de los
pasillos. Él sabía que su amo estaba aquí, al otro lado de la puerta y está
contento y gozoso desde que se ha abierto la puerta y me ha encontrado.
Mire, yo no sé nada de lo que nos espera del otro lado después de la muerte. Lo
que sé es que el Señor Dios, Padre nuestro, está al otro lado y nos espera. Y
el día que la puerta se abra, es decir el día de nuestra muerte, yo pasaré al
otro lado y recibiré con inmenso gozo el abrazo de Dios Padre.”
Bonita reflexión la del doctor. Nos anima
a vivir con esperanza porque no podemos olvidar que Dios es nuestro Padre, que
nos ama y que está deseando darnos el abrazo después de la muerte e
introducirnos en su casa, que no sabemos muy bien cómo es pero eso no importa,
ya que lo verdaderamente importante es que seremos queridos y abrazos por Él.
“Quien contempla a una pareja que se mira
tiernamente; quien contempla a un bebé que busca mientras mama los ojos de su
madre, como si quisiera almacenar para siempre su sonrisa, percibe una lejana
intuición del cielo. Poder mirar a Dios cara a cara es como un único y eterno
momento de amor”. Youcat (Catecismo joven de la Iglesia católica), nº 158.
Sí, recemos por nuestros difuntos a fin
de que el Señor les perdone sus faltas y puedan recibir su abrazo y gozar en su
presencia en compañía de todos los seres queridos que les precedieron en el
camino del cielo. Y pidamos al Señor que no perdamos la confianza en su amor de
Padre, que podamos recibir su abrazo de Padre y gocemos para siempre de su
compañía.
Juan José Omella Omella, arzobispo de
Barcelona
Fuente: Aleteia