Este matrimonio español lleva dos décadas cuidando a niños y jóvenes desamparados
La
historia de los Selva comenzó con el habitual chico conoce chica. Cupido hizo
bien su trabajo y Pilar y Paco se enamoraron. Campanas de boda, compases de
Mendelssohn… Poco a poco, aparecieron en escena los hijos, Mª Ángeles y Javier.
Hasta
aquí, todo normal. Pero en 1991, cuando ya no se lo esperaban, llegaron más
hijos. 1991 fue el año en el que Pilar y Paco pusieron en marcha una granja
escuela donde acudían los fines de semana los niños de las barriadas
marginales.
Un año después, la administración pública les pidió si podían
albergar en su casa a bebés de acogida. Y Pilar y Paco dijeron que sí, que “pa
casa”. Y también dijeron que “ok” Mª Angeles y Javier que, en pocos meses, se
vieron inundados de hermanos mientras la casa se llenaba de risas, llantos,
pañales y biberones.
La
vivienda de los Selva siguió demostrando una increíble elasticidad porque
después llegaron los adolescentes en situación de desamparo legal de La Fanega
y La Retama, en Álora y Antequera; los jóvenes mayores de 18 años del Proyecto
Cauce en Málaga… Y los que sigan llegando, que a su casa vienen. En la gran
casa de los Selva todos tienen su sitio: los 950 menores atendidos en estos
veintisiete años y los trabajadores que se ocupan de ellos, que hoy son
veintidós fijos más cuatro o cinco eventuales.
Pilar
y Paco bautizaron este proyecto como Mundo Infantil, que no es otra cosa que el
gran hogar que forman ellos, sus hijos y todos los empleados y colaboradores.
Un hogar en el que se cree en las segundas oportunidades, en las terceras y en
las cuartas. Pero dejemos que nos lo cuenten ellos:
Pilar: Alma de este
proyecto familiar a gran escala
Maestra
en la enseñanza pública e intrépida aventurera, esta malagueña de ancha sonrisa
y ojos chispeantes no es superwoman, aunque lo parezca. Sabe lo que es tocar
fondo… y resurgir como el ave fénix.
Cuando
estaba a punto de tirar la toalla —después de años de dedicación a su proyecto
y de un sinfín de problemas— Dios le salió al encuentro en una ventanilla de la
administración pública, un funcionario idealista -más tarde supo que era una
persona del Opus Dei- la convenció de que aquello no podía terminar así y la
ayudó a continuar. Pilar entendió que lo importante no era conseguir dinero
sino recordar que sacar a estos chicos adelante era un querer de Dios.
Paco: Ingeniero
técnico industrial, profesor de enseñanza media, poeta, pintor, maestro
Todo
artista tiene su musa. Por Pilar, Paco bebe los vientos, dibuja palabras,
construye ilusiones. Compartían una honda inquietud por la infancia y la
juventud y decidieron meterse en este lío abandonando un trabajo seguro. Juntos
forman un “dream team”: ella pone la tempestad, él, la calma. “Hemos cogido
fuerza de situaciones muy complicadas que invitaban a decir se acabó pero
seguimos trabajando”.
Mari Ángeles: La
buena astilla de tal palo (hija de Pilar y Paco)
Creció
dando biberones de madrugada a unos hermanitos inesperados… y se enganchó. Esta
psicóloga es hoy coordinadora pedagógica de los centros de Mundo Infantil.
“Criarme en esta familia ha sido un privilegio. El trabajo para mi familia es
todo. No solo nos hace bien a nosotros sino a los menores y a todos los que
trabajamos aquí. Mi hermano Javier hoy no está aquí para que le grabéis pero
es, desde el principio, pilar fundamental de este proyecto. Para ayudar a los
demás no hace falta irse lejos; las fronteras están aquí mismo, nos enseña el
Papa Francisco. Nosotros llevamos veinticinco años trabajando en periferias”.
Fuente: Artículo
originalmente publicado por Opus
Dei