"No vamos a salir de esta situación dividiéndonos cada vez más, sino uniéndonos. Tenemos que generar espacios de encuentro y de conciliación entre todos los ciudadanos"
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Monseñor Jaime Villarroel, obispo de Carúpano (Venezuela) |
Monseñor Jaime
Villarroel es obispo de Carúpano, en Venezuela. Atiende a Alfa y Omega en
España, donde ha venido a «visitar a instituciones que nos apoyan».
Usted está en
España y el ex presidente Zapatero en Venezuela. ¿Qué le parece su mediación?
Toda mediación
es buena siempre y cuando busque el bien del pueblo venezolano. No debemos
desechar ningún tipo de ayuda, siempre que venga con buena voluntad y trate de
buscar una salida democrática. Lo peor es la violencia.
Ciertamente, el
ex presidente Zapatero ha buscado acuerdos, ha estado mediando. Pero, en
general, la presencia de Zapatero en Venezuela la he visto más plegada al
Gobierno de Maduro. Parecía buscar un convenio que favoreciera al presidente
que hoy está en ejercicio.
También ha
querido mediar el Papa y la Conferencia Episcopal Venezolana, pero parece que
Maduro escucha con más agrado lo que le dice Francisco que lo que le dicen los
obispos.
El Gobierno
siempre ha buscado poner al pueblo en contra de los obispos, haciéndoles creer
que nosotros somos una cúpula de gente corrupta, que tenemos intereses
personales.
Por otro lado,
también ha buscado contraponer las posiciones de la conferencia episcopal y del
Papa. El Gobierno quiere hacer creer que el Papa tiene una visión y los obispos
otra. Y nada más lejos de la realidad. Los obispos siempre hemos estado en
comunión con el Santo Padre. Y también el Pontífice ha mandado una carta a
todos los venezolanos asegurando que la voz de los obispos es la voz del Santo
Padre.
En Colombia se
espera que haya un nuevo encuentro de los obispos venezolanos con el Papa.
De producirse, ¿qué podemos esperar de esa cita?
Se ha invitado
a la presidencia de la conferencia episcopal a un encuentro con el Santo Padre
en Colombia. Se está hablando de que en el marco de ese encuentro el Papa pueda
pedirle al Gobierno que abra un canal humanitario para aliviar el sufrimiento
de la gente y que reabra el diálogo con la oposición para encontrar una salida
democrática.
Se espera
también que el Papa pronuncie unas palabras de apoyo al pueblo venezolano, que
está sufriendo mucho.
¿Cómo está
actualmente la situación en Venezuela?
Hay mucha
violencia, la delincuencia domina las calles y el Gobierno reprime cualquier
tipo de manifestación en contra de su régimen. Se persigue a la gente a través
de la policía y del ejército.
Por otro lado,
la política económica está hundiendo cada vez más al país. Hay mucha falta de
comida y medicinas. En Venezuela hay más de 20.000 neonatos muertos al año por
falta de asistencia médica. En mi diócesis, los niños y los ancianos se están
muriendo de hambre. La humillación que pasan los ancianos para cobrar una
pensión es indignante.
La población
vive una situación de abandono total y está desanimada y desesperada. La
Iglesia está procurando acompañar a los que sufren y dar esperanza a la gente.
Esta semana la
ONU ha presentado un informe sobre la situación en Venezuela en la que se habla
de detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones.
Cada vez hay
más evidencias de que se tortura a la gente que ha sido detenida previamente.
Se está sustanciando un expediente en el que cada vez es más patente que existe
una violación de los derechos humanos. Hay muchos testimonios de personas que
han sido violentadas en la cárcel. Hay jóvenes que no tenían ni siquiera 20
años y han muerto por disparos de las fuerzas policiales.
Los países de
la región cada vez son más conscientes de la situación y están tomando mucha
distancia con Maduro. Ven que este es un Gobierno que está violando los
derechos humanos, que está matando a su propia gente solamente por el afán y el
deseo de mantenerse en el poder.
¿Y cómo se sale
de esta crisis?
Los obispos
tenemos mucha preocupación por la situación de Venezuela porque vemos que cada
vez se agrava más. La oposición está dividida y muy debilitada. El Gobierno
cada vez les cede menos espacios y si consiguen alguna cuota de poder,
enseguida les es arrebatada por la fuerza.
A corto plazo
no vemos una salida. El propio Maduro hizo saltar por los aires los acuerdos a
los que se había llegado en la mesa de diálogo.
Y, desde luego,
no vamos a salir de esta situación dividiéndonos cada vez más, sino uniéndonos.
Tenemos que generar espacios de encuentro y de conciliación entre todos los
ciudadanos. Yo creo que este es el camino para una salida democrática, que es
la que queremos los venezolanos, y no por las armas.
En este
sentido, ¿cómo valora el encuentro en la UCAB de principios de agosto entre
opositores y disidentes?
La conferencia
episcopal ve que este tipo de iniciativas es algo que ayuda. Hay muchas otras
iniciativas favorables que también se están dando a través de la sociedad
civil, pero que quizás no tienen la repercusión que ha tenido este encuentro
porque se ha hecho en la UCAB que es la universidad católica que llevan los
jesuitas.
El encuentro
fue muy interesante porque se juntaron opositores con disidentes del régimen,
que cada vez son más. Cada vez hay más personas del Gobierno, seguidores de
Chávez, que se dan cuenta de la gravedad de la situación y dejan de lado a
Maduro.
Última
pregunta. La sede de la conferencia episcopal ha sido asaltada, por lo menos,
en una ocasión. ¿Tienen ustedes miedo de que les pueda pasar algo?
La conferencia
episcopal ha sacado documentos declarando la naturaleza de este régimen, que es
totalitarista, con una tendencia comunista, que reprime y deja morir a nuestra
gente de hambre. Por otro lado, la delincuencia está desatada en Venezuela. Ya
no se respeta a las iglesias o, mucho menos, a la sede de la conferencia
episcopal.
El gobierno
directamente no nos ataca con violencia, pero sí exacerba, con un lenguaje muy
violento, a sus partidarios para que vayan contra la conferencia, contra los
obispos. Y ya hubo algunos conatos por parte de grupos afectos al Gobierno que
han tomado iglesias, que han entrado en medio de una liturgia, o han tomado
locales de algunas parroquias.
Nosotros somos
prudentes, pero este es un momento para hablar con la verdad, aun cuando eso
pueda tener un riesgo directo a nuestras vidas.
José Calderero
Fuente: Alfa y
Omega