No te rindas
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Este
verano me ha tocado cuidar a las tortugas. Todos los días, después de la cena,
la encargada de la cocina tenía preparada una bolsa con lechuga y verduras que
al siguiente día yo llevaba al terrario.
La
verdad es que, a las horas a las que que me acercaba, no había ninguna de las 6
tortugas fuera de la caseta; simplemente sabía que estaban porque, al día
siguiente, no quedaba comida. Al no verlas (aparte de no saber a penas
distinguirlas entre ellas), me desanimaba, y la constancia de ir con la
bolsita... decaía.
Total,
que estos días me iba lamentando por todas las esquinas:
-Soy
una mala "madre" con las tortugas, no sé ni por dónde cogerlas...
-con intención de que algún alma caritativa me relevase en tan
"fructífero" cometido. Ya me rendía.
Ayer
cayó una pequeña tormenta, e Israel y yo fuimos a pasear después. Al acercarnos
al terrario, ¡nos quedamos sorprendidas! ¡Estaban todas fuera! Se movían con
soltura, como nunca las habíamos visto. Y... oh, oh... Bajo la enorme red que
las protege, una de las tortugas se había dado la vuelta (estar "tumbadas
boca arriba" es peligroso para ellas, pues pueden llegar a morir).
¡No
podíamos hacer nada! Pero, ¿sabes qué pasó?
Otra
tortuga se acercó y empezó a golpear a la accidentada en el lateral del
caparazón, con pequeños empujones... ¡hasta que consiguió darle la vuelta! Nos
quedamos impresionados con la escena, y nos dijimos: ¡ha merecido la pena el
verano!
Salvando
la distancia con las tortugas, hoy quiero decirte que "ha merecido la
pena". Ha merecido la pena y merece la pena todo lo que haces por tus
hijos, por tus alumnos... aunque a veces sientas que llevas alimento para
nadie, que no ves frutos, que parece que no asimilan nada. Ha merecido la pena
aunque a veces sientas que no llegas, que tú no vales, que no sabes o no
puedes.
El
Señor los ha puesto en tus manos no porque seas perfecto, por tus dones o
sabiduría. Ha pensado en ti, sólo en ti, porque sabes amarlos, porque sabes
equivocarte y pedir perdón, porque sabes orar por ellos y permanecer a su lado.
No te rindas, pues llegará el día en que les verás salir, moverse por la vida,
y, cuando una situación difícil les ponga "boca arriba", sabrán en
quién y en qué apoyarse para volver darse la vuelta.
Hoy
el reto del amor es que te acerques a tus hijos desde el Amor. Busca un rato
para dedicar a cada uno, déjales hablar sin juzgar lo que te compartan, sólo
acogiendo. Y, si ya no sabes ni cómo hacerlo porque se han alejado de ti, no
dejes de cuidarlos con la oración. No estás solo en esta misión: donde tú no
llegas, Cristo llega. No te rindas.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma