‘El mundo al revés’, en la acusación a un
consagrado y el dilema que envuelve la polémica de las ONG que prestan
servicios de primeros auxilios a los migrantes en el mediterráneo
Mussie Zerai, sacerdote eritreo. (AFP) |
“He
actuado siembre en la legalidad y movido por objetivos humanitarios y seguiré
haciéndolo”, dijo a Radio Vaticana el sacerdote Mussie Zerai, el sacerdote
eritreo que recibió una notificación de la justicia italiana (la procura de
Trapani) investigado por “favorecer la inmigración clandestina”.
Don
Zerai, candidato al Nobel por la paz en 2015, tiene que defenderse de haber
salvado vidas en el mar Mediterráneo.
Se
trata de una muestra del ‘mundo al revés’, que enfrentan, en general, los
operadores de las ONG y las organizaciones humanitarias que prestan primeros
auxilios en el mar.
Sacerdotes,
religiosas, cooperantes y voluntarios pueden ser acusados de beneficiar a
los traficantes de carne humana y obligados a ponerse al día con un
protocolo – aún por definir para las ONG- con la normativa para realizar su
labor y colaborar con la marina italiana, maltés y el gobierno local y europeo.
¿Solidaridad=Crimen?
“Obvio,
no es placentero recibir una acusación de este tipo. El hecho es que estamos
viviendo tiempos paradójicos, donde la solidaridad es un crimen; en cambio
de analizar las causas que han empujado a estas personas a escapar; al
contrario de abrir también canales legales a quien está obligado a salir de sus
casas”, declaró el sacerdote Zerei.
“No
se entiende porque se quiere perseguir a quien busca de tender la mano a
quien tiene necesidad y está en peligro. Lo que estamos viviendo es una ‘caza
a las brujas’: cualquier persona que se solidarice con los prófugos y los
migrantes está siendo tachado o es un criminal denunciado por
campañas en los medios de comunicación y demás medios”, lamentó el consagrado.
Detrás
de la acusación se encuentra la política lenta y burocrática de Europa y la
mentalidad fundamentalista y fascista de sectores partidistas que claman en las
próximas elecciones: ‘ayudarlos en sus países’, ‘vienen a robarnos el trabajo’
o ‘no podemos más con tanto inmigrante en nuestras calles’.
Slogan
Don
Zerei confirma que es solo un slogan político: “Ayudarlos en sus casas”. Ayudar
a las personas desesperadas en sus países de origen en África
significa “dejar los recursos naturales y humanos en África” y ayudar a
“transformar esos recursos en desarrollo, derechos, democracia. En cambio, hoy
muchos van a África a depredarla: frecuentemente, en ese ‘ayudémoslos en sus
casa’ está detrás el envío de toneladas de armas”, denunció.
En
una encuesta realizada recientemente en Italia, la falsa percepciónde la
gente de a pie, sólo por citar un ejemplo, es que el país desborda de
migrantes y refugiados hasta llegar a la supuesta alarmante cifra de 36%
de ellos respecto a la población total del ‘bel paese’. Todo está en la mente
de los encuestados. Sin embargo, las cifras oficiales corroboran que los
inmigrantes en Italia equivalen apenas al 8% de la población.
Lager
Los
acuerdos entre el Estado italiano, la Unión Europea y Libia para detener los
desembarcos no son suficientes y alimentan la emergencia humanitaria. Los
centros de acogida son, en realidad, más lager o cárceles. “La ONU ha
confirmado que dentro de sus muros hay maltratos, abusos y torturas”.
“Europa
se está verdaderamente manchando de graves responsabilidades, de
verdaderos crímenes contra la humanidad. Porque en los centros de
detención en Libia, en el sur, o también en Níger – en el desierto – hay gente
que es abandonada, que muere de hambre y de sed porque los
caminos para salir están vigilados y por ende los traficantes ahora
usan otras zonas, que son lugares minados y donde no se encuentra fácilmente el
agua”.
“La
Unión Europea presiona y delega a Libia de impedir la llegada a todo costo, sin
cuidar de los derechos, de la dignidad y de la vida de estas personas”, añadió
el candidato al premio Nobel de 2015.
Culpable
¿Qué
piensa hacer ahora?, preguntó Adriana Masotti de RV a Don Zarei: “Seguiré
haciendo lo que hago: ser voz de los que no la tienen; ayudar a quien está en
peligro comunicándolo a las autoridades competentes. Si de esto soy culpable,
lo soy. Yo estoy orgulloso de haber contribuido a salvar el mayor número de
vidas humanas posible”.
Por
su parte, la persecución judicial contra sacerdotes y operadores humanitarios
que ayudan a los migrantes en el mar ha producido la indignación del presidente
de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), el cardenal Gualtiero Bassetti,
quien acoge el llamado a la legalidad para evitar pretextos, pero repele
la inmovilización burocrática que detiene la mano de quien salva vidas por
aquella mano preocupada sólo del control de una emergencia hasta el momento
ingobernable.
Legalidad
“Nosotros
no daremos el pretexto de colaborar con los traficantes de carne humana”,
dijo el presidente de la CEI, al mismo tiempo que consuela a los preocupados
por la ‘supuesta invasión’ y el resultado de la precarización de la vida en
Italia y los problemas de las familias: “Hay que hacer de todo para que no
falte el trabajo y pan a las familias”, instó desde las páginas del periódico
católico Avvenire.
Bassetti,
pastor con olor a oveja como esos que gustan al Papa, sabe de que habla cuando
se trata de emigración. De arzobispo de Perugia, él mismo ha acogido a 100
prófugos de la guerra al escuchar el llamado de Francisco para que cada
parroquia, monasterio abandonado o casa desocupada de la Iglesia acogiera a una
familia de refugiados.
El
cardenal italiano afirmó que habla con los prófugos, les conoce, sabe sus
historias. De hecho, el evangeliza en sus homilías contando sus historias.
“¡Saben no hay una mujer, una sola entre las emigrantes acogidas aquí que
no haya sido violada!, cuenta el purpurado a Avvenire.
¿Y
saben que todos son amenazados de ahogarlos continuamente si no ceden a los
recatos de mafias verdaderas que administran el tráfico de migrantes?
Por
eso, “precisamente, para defender los intereses de los más débiles no podemos
correr el riesgo, ni siquiera por puro idealismo que se transforma
dramáticamente en ingenuidad, de dar el pretexto, aunque sea falso, de
colaborar con los traficantes de carne humana.
Y
agregó – el cardenal durante su homilía de este jueves en la Catedral de San
Lorenzo en Perugia – que no podemos hacer pactos con quien explota de forma
inhumana el fenómeno migratorio”.
Mafia italiana
En
efecto, en Italia incluso la mafia ha extendido sus tentáculos al negocio de
las cooperativas que atienden a los refugiados. Un jefe de la mafia, Massimo
Carminati, capturado y procesado en Roma, ha definido el negocio tan lucrativo
como el mercado de las drogas. El estado al día da por cada emigrante de 30 a
45 euros por cada refugiado acogido en las estructuras.
1300
millones de euros es el dinero gastado hasta ahora por el estado italiano para
ayudar a las personas que huyeron de Libia y Túnez. Un río de dinero mal
administrado. Que se ha convertido en un negocio para los hoteleros, las
cooperativas y estafadores sin escrúpulos.
¿Europa?
La
otra cara de la medalla: La capacidad de acogida de Italia está tambaleando con
el aumento de los desembarcos y el caos burocrático que significa también crear
reglas y un protocolo para salvar vidas en el mar, ahora designado a las ONG.
El
cardenal Bassetti, lamenta que Europa ha dejado sola a Italia en esta
emergencia. “No es suficiente el compromiso de Italia, debe moverse Europa.
Diría, especialmente, que hay necesidad de una auténtica conversión de Europa”.
En
este sentido, destacó también el compromiso concreto de la Iglesia italiana
tangible en la campaña: “Libres de partir, libres de quedarse”. “Es un intento
de dar respuesta al origen – observa el cardenal – a las palabras se necesitan
las acciones”.
Iglesia italiana
Por
ello, la Iglesia Italiana ha gastado 30 millones de euros que
provienen del 8×1000 (donación en la declaración fiscal de los italianos a la
Iglesia) para acompañar a los migrantes involucrando a los países de origen, de
transito y de destino.
“El
objetivo es hacer seguro el viaje y el proyecto de migrar, promover en Italia comunidades
acogedoras, inclusivas, que integren, abiertas a las nuevas culturas y asegurar
a los migrantes también la posibilidad de volver a sus propios países”, comentó
el presidente de la CEI.
Ary
Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia