El Episcopado exigió al
gobierno de Nicolás Maduro el cese de la “persecución”, así como de la “tortura
física y psicológica” que sufren los presos políticos y sus familias. Recordó
que el Estado debe garantizar los derechos fundamentales consagrados en la
Constitución “aún vigente”
En
las últimas horas se desató una nueva “cacería de brujas” que intensificó los
“tratos crueles” en su contra. Son más de 600 y están sometidos a condiciones
inhumanas. Lo afirma la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en un comunicado
a favor de los “presos políticos del país".
El escrito de la Comisión de
Justicia y Paz, emitido el 10 de agosto, exige conocer el paradero del general
Raúl Isaías Baduel, quien fue “secuestrado” por la Dirección General de
Contrainteligencia (DGCIM) cuando se encontraba en la cárcel militar de Ramo
Verde.
Uniformados
de ese organismo lo sacaron “de manera violenta. Lo esposaron, lo amordazaron y
le taparon la cara” en un “secuestro por parte del Estado”. Lo denunció en
entrevista con el Vatican Insider, Adolfo Baduel, hijo del ex ministro de
Defensa.
El
pedido de la Iglesia -firmado por el arzobispo Roberto Lückert- coincide con el
llamado de la Santa Sede; que además ha mediado por vías diplomáticas para
lograr mejores tratos hacia los prisioneros de conciencia en la nación
sudamericana.
La
solicitud se basa en las denuncias de familiares y del Observatorio Venezolano
de Prisiones, en las cuales se describen: “Tratos crueles e inhumanos en las
detenciones, en traslados y en los mismos centros de reclusión”. También se
cuestiona la “alimentación precaria y la falta de medicamentos” que sufre toda
la población carcelaria del país, y se reclama contra la ausencia de una
asistencia jurídica, amén de las graves fallas en el debido proceso.
Cada
caso es distinto, pero hay muchos elementos comunes: el maltrato y las
vejaciones a los familiares es uno de ellos. Para ver a su papá los días de
visita, Adolfo debe desnudarse frente a una cámara, previo a la requisa. Y no
hay distinción de género, pues con las mujeres ocurre lo mismo. Ahora no tiene
ni eso: la posibilidad de verlo. Porque tras la desaparición forzosa del ex
máximo jefe de las fuerzas armadas venezolanas, aún desconocen su paradero
"y no hay ningún tipo de información emanada de algún ente oficial sobre el
caso”.
El
traslado ocurrió, aunque “no hubo orden formal del Tribunal para
materializarlo”. La angustia por no saber de su situación se extendió a toda la
familia, como explicó su hijo: “El domingo fue la última visita en la cárcel de
Ramo Verde. Hemos recibido muchas llamadas telefónicas con graves denuncias, y
hay miles de mensajes circulando en las redes sociales acerca de que lo están
torturando”.
“Hemos
acudido a los organismos de justicia y de derechos humanos, y aún no saben nada
de mi padre. Teníamos previsto visitar la Nunciatura Apostólica, porque siempre
nos ayuda, pero se nos adelantó el comunicado de la CEV y estamos agradecidos
con los obispos. Esas posiciones nos ayudan a mostrar la verdad y a que nos den
garantías de vida”, agregó.
Y
denunció “tortura psicológica” contra él y sus familiares. “Primero nos dicen
que está en Ramo Verde y cuando acudimos verificamos que no es cierto. Fuimos
al SEBIN y nos mandan de nuevo a Ramo Verde. Marchamos al CONAS, pero nadie nos
da respuesta. Es un juego sádico de ellos que nos mantienen en incertidumbre”,
señaló.
La
de Baduel es una situación particular pero no la única, como ocurre con quienes
fueron sometidos a un encierro en “La Tumba”, y los centenares que continúan
tras las rejas por cometer “el peculiar crimen de pensar distinto”. Aunque pagó
su condena completa, algo que casi nunca ocurre en Venezuela, le imputaron los
delitos de rebelión y traición a la Patria un día antes de obtener la
libertad.
Lo
más rudo, confesó Adolfo, es que “aunque es él quien está encerrado, nosotros
estamos encerrados con él; porque uno no deja de pensar en eso. Uno nunca deja
de pensar cómo están sus familiares. Y sé bien que ese drama no lo sufrimos
solamente nosotros… Es un sentimiento en el que estamos unidos todos los que
tenemos un preso político”.
No
obstante, tras ocho años de prisión han aprendido a sobrellevar la situación en
familia, con un mensaje cargado de esperanza: “Tenemos que seguir fortaleciendo
nuestra fe y confiando en Dios, cuyos tiempos son perfectos. Y estamos seguros
de que vamos a salir tarde o temprano de esto. Esta situación, lejos de
doblegarnos, nos fortalece; pues nos une más como familia”.
Es
un drama que conoce bien la Iglesia, que al amparo de la Virgen de las
Mercedes, vela por un trato digno para los presos. Aunque “negado desde hace
tiempo en Venezuela”, reclamó el arzobispo Roberto Lückert. Él mismo sufrió
represalias. Un día antes de la Semana Santa, cuando llevaba comida a los
presos, constató que le fueron prohibidas las visitas, en un hecho inédito que
hoy sigue vigente.
“Son
órdenes superiores: por decisión caprichosa de la ministra Iris Varela, se me
impide cumplir la obra de misericordia y labor pastoral de visitar a los
encarcelados”, le contó al Vatican Insider. Sin embargo, no se amilana. Lo
asume, dijo, como parte de la cruz en los que Dios le ayuda a cargar dolores
propios y ajenos.
Lejos
del odio, añadió, lo que alimentan los obispos en su comunicado es el perdón
reservado a los mártires que interceden por sus verdugos. En él, instaron “no
solo a orar por los que sufren, sino por los que vulneran estos derechos
humanos”. Y pidieron denunciar públicamente a los funcionarios que violen tales
derechos, “exigiendo el restablecimiento de un Estado equilibrado que restaure
con urgencia la justicia y la democracia en Venezuela”.
CARLOS
ZAPATA Periodista y ex editor del Diario
Católico de Venezuela
Fuente:
Vatican Insider