«Mi familia no era rica, no estoy acostumbrado a
las vacaciones». Y mantiene la cita del Ángelus con los fieles del Vaticano
El Papa en la Casa Santa Marta |
Para
el Papa Wojtyla, vacaciones querían decir montaña, de preferencia alta, con
largas caminatas y mucho silencio contemplativo. Para Benedicto XVI, vacaciones
eran lectura, principalmente, estudio y tocar el piano, en la montaña o en
Cartel Gandolfo.
Para su sucesor, Francisco, vacaciones es relajar el ritmo de
los compromisos cotidianos, las audiencias y las celebraciones, pero sin
alejarse de casa. Y así, la histórica residencia para los periodos estivos de
los Pontífices (a la que Juan Pablo II mandó añadir una alberca, para poder
nadar si que lo molestaran) no es utilizada por su titular «pro-tempore», por
lo que se ha convertido en un museo abierto al público.
Las
últimas vacaciones, entendidas como un periodo fuera de casa, las tuvo Jorge
Mario Bergoglio en los años 70. Desde entonces, el actual Pontífice siempre ha
preferido vivir el tiempo del verano sin alejarse de su residencia habitual ni
de su ciudad. Relajando los ritmos del trabajo cotidiano, pero sin desplazarse
a otro sitio.
LOS
RECUERDOS
En
la familia Bergoglio no se iban de vacaciones: «Nosotros no éramos ricos,
llegábamos a fin de mes normalmente, pero nada más. No teníamos un coche, no
nos íbamos de vacaciones o esas cosas», contaba el futuro Papa. Es más, el
padre de Jorge Mario deseaba que su hijo encontrara un trabajo durante la pausa
escolar. Primero trabajó en una fábrica de calcetines, en donde comenzó con la
limpieza. Al tercer año de trabajo le encomendaron algunas tareas
administrativas. Durante los años siguientes Bergoglio estudiaba y trabajaba al
mismo tiempo en un laboratorio químico. La decisión de no irse de vacaciones se
relaciona, pues, con una costumbre que adquirió desde que era niño y luego
chico.
Francisco
habló sobre sus vacaciones durante el vuelo de regreso de Corea del Sur, en
2014: «Tuve vacaciones, ahora, en casa, como hago normalmente, porque… una vez,
leí un libro, interesante, el título era: “¡Alégrate por ser neurótico!”. Yo
también tengo dos neurosis… Una de ellas es que soy un poco demasiado apegado
al hábitat. La última vez que me fui de vacaciones fuera de Buenos Aires, con
la comunidad jesuita, fue en 1975. Luego, siempre tengo vacaciones (¡de
verdad!), pero en el hábitat: cambio el ritmo. Duermo más, leo cosas que me
gustan, escucho música, rezo más… Y esto me reposa».
Bergoglio
se levanta un poco más tarde con respecto a las 4.45 a las que normalmente
suena su despertador, celebra la misa en privado (sin la participación de la
gente), no hace las Audiencias generales. La única cita con los fieles es el
Ángelus dominical. Hay más tiempo para encuentros y coloquios con las personas
amigas, pero no falta el estudio sobre casos o la preparación de los discursos
para los viajes.
LA
HISTORIA
Mientras
tanto, en Castel Gandolfo, en lugar del Papa ahora está la gente. Antes podían
entrar los jefes de Estado y otras altas jerarquías eclesiásticas. En cambio,
desde octubre del año pasado, quien quiera puede entrar y visitar la sobria
habitación de los Pontífices y observar la cama de un sitio y medio en la que
fallecieron Pío XII y Pablo VI, puede ver los teléfonos «Sip» que utilizaban
los obispos de Roma, el sofá y el sillón de la biblioteca en los que se
sentaron, frente a frente, Bergoglio y Ratzinger, y la mesita en la que
apoyaron las cajas con los documentos de «Vatileaks».
DOMENICO
AGASSO JR E ANDREA TORNIELLI
CIUDAD
DEL VATICANO
Fuente:
Vatican Insider