Chorro o agujeros
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos días, una de las novicias me comentó que la manguera de regar el huerto
estaba rota por algún sitio.
Ayer
me tocó a mí ir a regar. Fui con todas mis ganas: primero recogí los frutos
maduros, y luego empecé a regar.
Imagina
mi sorpresa al descubrir que la goma más bien parecía un colador: ¡estaba
rajada por varios sitios! Pero lo que más me impresionó no fue ver que estaba
rota, sino comprobar que, a pesar de la dificultad, el agua tenía capacidad de
pasar hasta el final, y salía un buen chorro de agua. Así pues, con agujeros y
todo, ¡pude regar el huerto!
Al
ver cómo se salía el agua por las zonas estropeadas de la manguera, me daba
cuenta de cuántas veces no soy capaz de ver más allá: me quedo en lo inmediato
y, lo que es peor, empiezan las quejas.
Sin
embargo, es impresionante cómo Jesús no se queda en lo inmediato, sino que va
siempre a la persona, al chorro de agua. Cuando le plantean un sufrimiento, no
ve sólo el mal físico, su cojera o su ceguera, ve su alma, y lo primero que
hace es curar el interior.
Hoy
el reto del amor es cambiar tus quejas por oraciones: lograrás más a través de
la oración que con mucho diálogo. ¿Alguna vez te has planteado por qué el Señor
te deja ver los defectos de los demás, o, en otras palabras, su manguera rota?
Es para que te pongas de rodillas y reces por ellos.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma