Déjate pintar
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos
días estamos decorando unos escudos grandes de heráldica. Son muy vistosos y
luminosos, y, por lo grandes, también llamativos.
Este
trabajo requiere toda nuestra atención. Primero los colores más suaves, y
después los más fuertes. Mientras coloreaba y perfilaba, me daba cuenta de que
el escudo se dejaba hacer sin oponer resistencia alguna. Ni da su opinión, ni
juzga al que lo pinta, y menos aún pregunta: “¿Por qué me haces así y no de
otra manera?” o “¿Por qué no me dejas darte una orientación sobre mí?”… El
escudo calla y, al final del trabajo, si pudiera hablar, me diría: “¡Qué bello
me has dejado, sabías cómo tratarme y lo has hecho muy bien!”.
Y
me venía en la oración que, si yo fuera un escudo, no habría hecho como él:
callar y confiar…
El
Artista divino sabe bien cómo tratarme y sólo desea que, de mi aceptación y
confianza, salga con Sus manos una obra de arte: un hijo a imagen y semejanza
de Dios, es decir, perfecto. Pero requiere mi pequeña colaboración consciente:
abandono en Sus manos y dejarme hacer.
A
veces Su escritura es derecha y los renglones son torcidos, pero, al final de
la obra, Él todo lo hace bien.
Esto,
en principio, desde mi razón, puede desconcertarme, porque no tengo en mis
manos el final de la historia, ni la mía, ni la de los demás.
Los
discípulos, en su trato con Jesús, a veces no le entendían y le decían: “¿Qué
haces?” o “No será así”. Y Él, con mucha paciencia y pedagogía, les iba
introduciendo en la actitud de fe y amor. En esta escuela quiere Jesús que
entremos todos en lo que nos sucede a lo largo de cada día…
Hoy
el reto del amor es que pares unos momentos y hagas un acto de abandono en Sus
manos, sobre todo en aquello que no entiendes y te desestabiliza y
desconcierta.
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma