EL RACISMO: “VENENO DEL ALMA” Y “PECADO ORIGINAL” DE ESTADOS UNIDOS

Durísima reacción de la Iglesia católica ante lo sucedido en Charlottesville
El problema del racismo no descansa en Estados Unidos. Los recientes acontecimientos del 11 y 12 de agosto en Charlottesville, en el Estado de Virginia, que se han saldado con un total de tres muertos y varios heridos, en un choque entre pacifistas y supremacistas blancos, no dejan duda que la herida sigue abierta.

Tampoco de que existen grupos envalentonados por lo que consideran el discurso supremacista que llevó al actual presidente Trump a la Casa Blanca, mismo que, según ellos, les posibilita actuar en contra de todos aquellos que “no hacen grande a América (a Estados Unidos)”.


Si bien el propio presidente Trump, dos días después, calificó de brutales y malvados a los neonazis y miembros de grupos radicales blancos, los cierto es que ha sido la Iglesia católica, en múltiples voces, la que ha expresado con mayor firmeza no solamente su deseo de paz frente a estos choques civiles, sino la exigencia de que los brotes de racismo y segregación cesen ya en Estados Unidos.

El obispo de la diócesis de Richmond, Virginia, Francis X. DiLorenzo, donde se encuentra el teatro de los hechos, dijo el 12 de agosto: “En las últimas 24 horas, el odio y la violencia han estado en exhibición en la ciudad de Charlottesville. Rezo fervientemente por la paz”.

El gobernador de Virginia declaró un estado de emergencia el 12 de agosto cuando estalló la violencia durante la protesta nacionalista “Unite the Right” contra la remoción de una estatua de un general confederado, el general Robert E. Lee. Pero el problema ya había comenzado la noche anterior con las antorchas encendidas y los cantos de consignas antisemitas en los terrenos de la Universidad de Virginia.

Por su parte, el cardenal Daniel N. DiNardo, de Galveston-Houston, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), calificó los acontecimientos de “odiosos actos de odio”. Y agregó: “son un ataque a la unidad de nuestra nación”.

“Sólo la luz de Cristo puede apagar las antorchas del odio y la violencia, oremos por la paz”, dijo el obispo DiLorenzo en su declaración. “Ruego que esos hombres y mujeres de ambos lados puedan hablar y buscar soluciones a sus diferencias respetuosamente”.
Nadie puede estar a su lado
En Twitter, el célebre sacerdote jesuita James Martin denunció el racismo como un pecado y dijo: “Todos los cristianos, todas las personas de fe, no sólo deben rechazarlo, no sólo oponerse, sino luchar contra él”.

“Que este impactante incidente y la exhibición del mal inicien un compromiso entre todas las personas para acabar con el racismo, la violencia, el fanatismo y el odio que hemos visto con demasiada frecuencia en nuestra nación y en todo el mundo”, dijo el obispo Martin D. Holley de Memphis.
En una declaración del 13 de agosto el obispo de Memphis (donde fue asesinado Martin Luther King) subrayó: “Oremos por el descanso de las almas de aquellos que murieron trágicamente, incluyendo a los oficiales, y por la sanación física y emocional para todos los heridos. Que la nuestra se haga una nación de paz, armonía y justicia para todos”.

El cardenal Cupich de Chicago, dijo el 12 de agosto a través de Twitter: “Cuando se trata de racismo, sólo hay un lado: estar en contra”, mientras que el arzobispo Charles J. Chaput, de Filadelfia, calificó el racismo de “veneno del alma”, y dijo en un comunicado que era el “pecado original” de los Estados Unidos y que “nunca se sanó completamente”.

Agregó Chaput, un obispo descendiente de pueblos originarios de Estados Unidos que “combinarla con el saludo nazi, la reliquia de un régimen que asesinó a millones, agrava la obscenidad”.

El 13 de agosto, el cardenal DiNardo, junto con el obispo Frank J. Dewane de Venecia, Florida, presidente del Comité de Justicia y Desarrollo Humano de USCCB, emitió una declaración en la que decía: “Nos oponemos al mal del racismo, la supremacía blanca y el neo -nazismo, estamos con nuestras hermanas y hermanos unidos en el sacrificio de Jesús, por medio del cual se asegura la victoria del amor sobre toda forma de maldad “.

Con información del NCS

Jaime Septién

Fuente: Aleteia