Su familia, como otras tantas, sufrió la persecución
religiosa, pero sus padres nunca se sometieron al nuevo poder ni dejaron de
llevar a sus hijos a la iglesia por miedo
Insultos,
amenazas de muerte, vacío social… La familia de Oswaldo Payá aprendió a vivir
en un ambiente hostil, del que ni siquiera se libraron sus tres hijos pequeños,
a los que muchos amigos del colegio dieron la espalda. La viuda, Ofelia
Acebedo, cuenta cómo la fe permitió a este gran referente de la oposición
cubana no perder nunca la alegría ni la esperanza.
El
22 de julio se cumplieron 5 años del extraño accidente que costó la
vida a Oswaldo Payá, fundador del Movimiento Cubano Liberación (MCL), y al
activista Harold Cepero. La viuda del primero, Ofelia Acebedo, no pierde la
esperanza de que se haga justicia ante lo que es un secreto a voces dice desde
su exilio en Miami, donde se trasladó con sus hijos en 2013.
Sin
perder la esperanza en que «la verdad finalmente saldrá a la luz con toda la
crueldad», Ofelia Acebedo recuerda que el régimen había intentado ya anteriormente
en más de una ocasión acabar con la vida de Payá (y de sus acompañantes
circunstanciales), por ejemplo «aflojando las ruedas del coche». «Solo un mes
antes de que asesinaran a Oswaldo y a Harold volcaron nuestro auto en la
carretera. Ese día solo viajábamos él y yo».
Oswaldo
Payá dejó de contarle a su mujer cómo el régimen castrista le hostigaba y
amenazaba continuamente para no causarle más preocupación, pero los agentes no
se detenían siquiera en presencia de la familia del disidente. «Cuando salíamos
de casa nos grababan en vídeo y nos seguían por donde caminábamos. Lo mismo si
íbamos a visitar a amigos», recuerda ella. A eso se añadían los insultos y las
amenazas de muerte en la calle, de las que tampoco se libraron los tres hijos
del matrimonio, que siendo aún niños vieron como varios amigos les dieron la
espalda.
¿Cómo pudieron resistir
toda esta presión?
Por
la gracia de Dios, en primer lugar, y porque somos una familia que nos queremos
mucho. Fue muy importante también contar con el acompañamiento de nuestros
familiares y amigos, y de algunas partes de la comunidad cristiana, que nunca
permitieron que nos sintiéramos solos. Aunque es verdad que muchos cogieron
miedo, porque la seguridad del Estado los visitaba y los amenazaba.
El Movimiento Cristiano
de Liberación surgió de una peña parroquial en la Habana. ¿El activismo por los
derechos humanos y el compromiso cristiano eran dos caras de la misma moneda
para Oswaldo Payá?
Oswaldo
nació en una familia cristiana y numerosa. Apenas tenía 7 años cuando el
régimen de Fidel Castro se instala en el poder en Cuba. Su familia, como otras
tantas, sufrió la persecución religiosa, pero sus padres nunca se sometieron al
nuevo poder ni dejaron de llevar a sus hijos a la iglesia por miedo. Esa
congruencia forjó su personalidad y su compromiso. Pero permíteme que te
responda él mismo [Ofelia Acebedo lee unas palabras de Payá]: «Toda acción que
yo he realizado es consecuencia de la fe en Dios. La fe ha sido la primera
motivación». «Dios te pone en un lugar y en un tiempo, con un prójimo que te
rodea. ¿Quién es mi prójimo? No es un ser abstracto. Es el cubano de hoy, aquí
y ahora».
¿Cómo se conocieron
ustedes dos?
En
una reunión del Consejo Diocesano de Pastoral de la Habana. Yo representaba a
los jóvenes de mi vicaría y él trabajaba por aquel entonces en el Secretariado
de Pastoral del Arzobispo de La Habana. Nos enamoramos bien rápido.
Coincidíamos en muchos aspectos fundamentales. Cuando los hijos llegaron, nunca
les enseñamos a disimular ni a mentir. «Digan y actúen siempre como piensan»,
les decía Oswaldo. Fuimos felices y libres a pesar de haber vivido excluidos y
vigilados hasta en los menores detalles, perseguidos y amenazados por la seguridad
del Estado.
El Proyecto Varela (LAD)
Oswaldo
Payá se convirtió en el principal referente de la oposición en Cuba a raíz de
la presentación en 1998 del Proyecto Varela, que recabó miles de firmas de
ciudadanos cubanos para su propuesta de una transición hacia la democracia
desde la legalidad vigente en la isla. En el momento de su muerte, el líder del
MCL representaba una alternativa viable al régimen. Lo cual, a su vez, provocó
que se intensificara la presión sobre él.
«Fidel
Castro nunca soportó que le concedieran [en 2002] el premio Sajarov [otorgado
por el Parlamento Europeo] ni las nominaciones al Premio Nobel de la Paz, así
que hizo todo lo posible para aislarlo y aniquilarlo políticamente, hasta que
finalmente lo asesinaron», afirma Ofelia Acevedo.
Pero
estas no fueron las únicas pruebas que tuvo que enfrentar Oswaldo Payá
–prosigue su viuda–. «Viví a su lado todas las alegrías y satisfacciones que le
produjo su trabajo al frente del movimiento, y juntos sufrimos las ingratitudes
e incomprensiones, las vanidades e irresponsabilidades ajenas, que él cargó
sobre sus hombros. Parecía que tenía hombros para soportar cualquier peso. Y
nunca, nunca, perdió la alegría ni su infinita confianza en el ser humano. Toda
su obra está marcada por la esperanza».
¿Cómo lo conseguía?
Te
voy a responder con lo que él mismo decía cuando le hacían esa misma pregunta:
«Ha sido la fe la que me ha dado fuerza en medio del fracaso».
Ricardo
Benjumea
Fuente:
Alfa y Omega