Extensa es la lista de
actos o situaciones por las cuales la gente se pregunta si tal cosa es pecado o
no
Extensa
es la lista de actos o situaciones por las cuales la gente se pregunta si tal
cosa “es pecado o no”. Desde copiar en un examen hasta desperdiciar la comida,
sin embargo, las situaciones se extienden a un número interminable, al punto de
que muchas veces se puede caer en un serio fariseísmo. Justamente por ello, la
Iglesia no tiene una lista con todos los actos o situaciones en las que la
gente se le pueda ocurrir estar envuelta, y menos – como muchos quisieran –
tiene un “pecadómetro” para medir de qué momento a qué momento se convierte
algo en pecado. Sin embargo, nos da lineamientos claros para poder formar
nuestra consciencia al respecto.
Es
importante entender que todo pecado es malo. Todo pecado tiene un efecto
negativo en nosotros y en los demás, aunque algunos son más dañinos que otros.
De hecho, algunos son tan dañinos que pueden ser mortales. Obviamente – y
aclaro por si es necesario – esto no quiere decir que cometiendo ciertos actos
podemos caer muertos allí mismo, sino que, algunos pecados pueden
causarnos una muerte espiritual. Estos pecados que nos causan la muerte
espiritual es lo que la Iglesia llama pecados mortales. Mientras que, aquellos
que son dañinos pero no mortales, son los que la Iglesia llama pecados
veniales.
Ante
esta realidad, la Iglesia nos da ciertos criterios para poder definir si
algo puede ser considerado pecado mortal o venial. Esto, no con el fin de
convertirnos en fariseos, y mucho menos para caer en escrúpulos confesándose
hasta cinco veces a la semana.
Criterios para detectar un
pecado mortal
La
Iglesia nos enseña que hay tres aspectos que uno debe cuestionarse para
determinar si algo es o no un pecado mortal:
¿Es materia grave?
En
otras palabras, ¿es una ofensa seria y directa contra los Mandamientos de
Dios? Una guía práctica para responder esta pregunta la encontramos en los
Diez Mandamientos. Se debe considerar el pecado en sí mismo, pero también
el daño que ha causado (un pecado contra nuestros padres puede ser mucho más
grave que si lo hubiésemos cometido a un extraño), y así como también el
daño causado por el mismo (por ejemplo, robar $20000 a tu jefe, es mucho más
grave que robarte un lápiz del trabajo).
Básicamente,
para que un pecado sea considerado como “de materia grave”, debe ser una gran
ofensa a las Leyes de Dios – y por tanto a Dios –, y que puede además
causar mucho daño.
¿Tengo plena consciencia
del acto pecaminoso?
Plena
consciencia implica saber con certeza que lo que se hace es pecado. Por
ejemplo, si alguien jamás estuvo consciente de que la contracepción (control
artificial de la natalidad) era un pecado y contrario al plan de Dios con
respecto al sexo, esa persona no podría considerarse plenamente culpable (es
decir, merecer una culpa) por dicho pecado. Así es señores, el
conocimiento es un poder que implica una gran responsabilidad, algo que san
Pedro conocía muy bien y nos lo transmitió mucho antes que el tío de
Spiderman.
¿El pecado se llevó acabo
con pleno consentimiento?
Quiere
decir que el acto se realizó libremente luego de una decisión consciente. Las
acciones que son realizadas bajo amenaza o algún tipo de fuerza (como que nos
apunten con un arma en la cabeza, o algo así de dramático), o acciones que son
efectuadas en un momento en que la consciencia no es plena y hay falta de
lucidez (por ejemplo, bajo la influencia de drogas, alcohol o una situación
psicológica particular) pueden limitar el grado de culpa de la persona. Pero
OJO, esto en ningún momento quiere decir que la acción en sí misma no es un
pecado; sino que la persona puede no ser culpable del todo.
Y
así, para que un pecado sea considerado pecado mortal, deben estar
presentes LAS TRES condiciones. En resumen: un pecado es mortal cuando hay
materia grave, y hay pleno conocimiento de su pecaminosidad, y se ha elegido
libremente cometerlo. Si alguna de estas condiciones no se cumple, el pecado no
sería mortal sino venial.
El pecado mortal y el Dios
de Amor
Nunca
falta quienes tratan de decir que no existe tal cosa como “pecados mortales”,
debido a que Dios es un Dios de Amor, y por tanto perdona todo (algo que es
correcto). Sin embargo, si nos damos cuenta de las tres premisas antes
mencionadas, nos daremos cuenta que no es Dios quien nos “retira” su Gracia,
sino que somos nosotros quienes consciente, libre y deliberadamente decidimos
apartarnos de ella. Para hacerlo más gráfico, al cometer un pecado mortal, el
mensaje es el siguiente:
“Sé
que lo que estoy haciendo es una ofensa seria contra Tu ley y que tendrá un
efecto mortal en mi relación contigo, pero no me importa. Voy a hacerlo
libremente de todas maneras.”
…
Eso suena a un rechazo bastante GRANDE de Dios, así que el nombre de “pecado
mortal” lo tiene bien merecido.
¿Y el pecado venial?
¿Qué
hay de los pecados veniales? ¿No son gran cosa entonces? ¡Claro que sí!
Recordemos que todo pecado es una ofensa a Dios y daña nuestra relación con El
y con los demás. Mientras más pecamos (así sean pecados veniales) más se
debilitará nuestra capacidad de amar y servir a Dios.
Hay
que entender que a Dios no le basta con darnos la gracia suficiente para
sobrevivir, sino que quiere darnos todo lo necesario para ser perfectamente
santos
IMPORTANTE
Un
pensamiento final para que tengamos en mente: aunque seamos capaces de observar
las acciones de otros y determinar si lo que hacen es de materia grave (por
ejemplo, si escuchamos de alguien que cometió un asesinato), no podemos
determinar el estado de su alma. Tampoco tenemos idea de hasta qué punto
la persona es consciente de su pecado y mucho menos el grado de libertad con el
que lo cometió.
Aunque
podamos decir que objetivamente un asesinato es una grave ofensa contra Dios,
no podemos decir que esa persona sea culpable de pecado mortal, o que ha sido
separada de la gracia de Dios. Confiamos por ello a todos los pecadores
(incluyéndonos a nosotros) a la misericordia de Dios.
Por:
Steven Neira
Fuente:
Cápsulas de Verdad