Durante el
mes de julio, han participado en un campo de trabajo organizado por la
capellanía de pastoral penitenciaria
Jóvenes que han participado en este campo de trabajo |
Un
grupo de ocho jóvenes ha participado durante el mes de julio en el campo de
trabajo que organiza todos los años la capellanía de la pastoral penitenciaria
en la prisión de Donostia, en colaboración con Instituciones Penitenciarias.
En
la primera jornada, el capellán del centro, P. Luis Miguel Medina y Mª José
Repáraz, voluntaria de la pastoral penitenciaria, explicaron a los jóvenes la
vocación cristiana que inspira y sustenta el campo de trabajo.
En
una carta
publicada en la web de la diócesis, los jóvenes explican lo que para ellos
es el centro penitenciario de Martutene. “Hoy en día, en nuestra sociedad, está
muy extendida la idea de la típica cárcel fría, gris, triste, llena de barrotes
y barreras que separan a los presos del resto de personas, con la convicción de
que esta situación es la que merecen, que merecen estar en un ambiente lúgubre en
el que sean identificados por sus delitos y números y no por sus nombres. No
sabríamos decir si esto es lo correcto, pero lo que sí podemos afirmar es que
esta no es la realidad de este centro”.
Valores humanos y
cristianos
Relatan
asimismo, cómo se ha desarrollado el campo de trabajo: “Las mañanas las hemos
dedicado a la formación. Diferentes profesionales, por una parte, se han
acercado a nosotros a explicarnos diferentes ámbitos del funcionamiento de
la institución penitenciaria, y nos han facilitado información sobre la
intervención con los extranjeros, la organización del equipo técnico, el
contacto con otras entidades, las actividades y programas que llevan a cabo y
etcétera. Por otra parte, hemos tenido la oportunidad de escuchar
diferentes ponencias de personas que nos han explicado sus experiencias
ligadas a los valores que hemos trabajado durante todo el campo de trabajo.
Cada día trabajamos un valor diferente, que nos han facilitado la comunicación
y creación del vínculo con los internos en el centro por las tardes”.
Estos
jóvenes han trabajado distintos valores desde la perspectiva humana y
cristiana, como la mirada, la escucha, la acogida, el acompañamiento y el
perdón.
“Fijar
la mirada en la persona con la que estás hablando, y no en las cosas que están
pasando a tu alrededor, deja ver que estás prestando atención plena a la
persona y a lo que está diciendo. Escuchar de forma activa y atenta lo que las
personas nos dicen es importante para poder recoger toda la información que nos
dan, y comprender la experiencia de vida de cada uno, y así conseguir ver más
allá de lo que ha hecho”, relatan los voluntarios.
Escuchar a cada persona
Además,
afirman que para poder escuchar, es necesario que se comuniquen con ellos,
“algo que no hubieran hecho si no se hubieran sentido acogidos,
comprendidos, y acompañados. Al fin y al cabo, hemos conectado con ellos porque
nos hemos centrado en conocer a las personas, y no los casos y motivos por
los que están en el centro penitenciario. Todo esto, ha sido necesario
para conseguir que estas personas, de alguna manera, se sientan perdonadas, no
juzgadas, o que, por lo menos, sientan que la culpa ha disminuido”, afirman.
De
este campo de trabajo se llevan varios aprendizajes. “El primero
es que desde la fe, experimentar el sufrimiento de las personas
privadas de libertad nos invita siempre a una respuesta comprometida.
También a no juzgar, sino lo necesario que es conocer a las personas
y sus historias y experiencias, a empatizar y ponernos en el lugar del otro, a
valorarlas, por muy diferentes que sean sus situaciones de vida a las nuestras.
Hemos visto que el entorno social y familiar y otros factores condicionan sus
historias, y sobre todo, hemos comprendido que son personas privadas de su
libertad, pero ante todo, son personas”.
Agradecimiento a la
Iglesia de Guipúzcoa
Los
voluntarios agradecen a todas las personas que han hecho posible que vivan esta
experiencia, desde el director del centro penitenciario, hasta la Iglesia
en Guipúzcoa, a través de Cáritas y la Pastoral Penitenciaria que les ha
orientado en todo momento, pasando por todos los profesionales y ponentes.
“Si
ha habido una frase que ha marcado este campo de trabajo, ha sido la que surgió
los primeros días; detrás de muchos papeles, siempre hay una persona. Y es que
muchas veces esto es algo que se nos olvida”, afirman.
Fuente:
ReligionConfidencial