EL RELOJ DE LOS LAICOS SE PONE EN MARCHA

La Iglesia en España, de la mano de Acción Católica, lanza un ambicioso proyecto para que los cristianos de a pie, los de la Misa dominical, los de las parroquias, vivan su fe con mayor profundidad y den testimonio en los distintos ámbitos de la vida social, donde entrarán en contacto con los alejados de la Iglesia y con la increencia

Después de la asamblea de principio de agosto en Santiago de Compostela, comenzará la expansión, aunque ya hay algunas experiencias dando frutos.

Aunque puede sonar al día de la marmota, el papel de los laicos en la vida de la Iglesia es vital. «Es la hora de los laicos», dicen los eslóganes desde hace varios años. «Pero parece que el reloj se ha parado», apuntaba el Papa Francisco el año pasado en una de sus alocuciones. Lo cierto es que el de los laicos sigue siendo un gran reto para la Iglesia y para los pastores que la cuidan. 

También en nuestro país. Porque laicos hay, ahí están las más de diez millones de personas que acuden a la Eucaristía cada domingo, pero otra cosa es que ese laicado esté bien formado, sea maduro y pueda dar razón de su fe en el entorno que le ha tocado vivir. O lidere, junto a los pastores, la presencia pública de la Iglesia. En la cultura, en la política, en las periferias a las que continuamente los envía el Papa Francisco…

Una renacida Acción Católica General (ACG), tras años de travesía en el desierto, de trabajo y reflexión, aparece hoy como el lugar preferencial para que los laicos de a pie, los de las parroquias, profundicen y compartan su fe, revisen su vida y tomen impulso para ser sal en el mundo. «Responde a la necesidad de evangelizar en este momento de la historia. Lo que hace es potenciar el laicado de la parroquia para que sea protagonista», detalla a este semanario Carlos Escribano, obispo de La Calzada-Logroño y consiliario de Acción Católica. Y explica que se llama Acción Católica –es el nombre que le dio el Concilio Vaticano II– como se podía llamar de otra forma, pero de lo que se trata es de ofrecer un cauce para el crecimiento del laicado habitual.

El presidente nacional, Antonio Muñoz Varo, afirma que la ACG pretende ser a los laicos lo que Cáritas es a la caridad; otras muchas instituciones ponen en práctica la caridad, pero el lugar concreto de la Iglesia es Cáritas. También se puede explicar con la imagen de los sacerdotes diocesanos y los de movimientos o congregaciones religiosas; los laicos de Acción Católica serían los equivalentes a los primeros. Para ellos se han elaborado itinerarios para niños, jóvenes y adultos, que pretenden articular la vida laical de la parroquia. En los últimos años, Muñoz Varo los ha presentado por todo el territorio nacional encontrando buena disposición para ponerlos en marcha.

Los grupos de vida

Itinerarios que, a partir de la Eucaristía, centro de la vida cristiana, se articulan en grupos de vida, donde las personas pueden formarse, orar, celebrar y compartir la vida a la luz de la palabra de Dios. En este recorrido de fe, el laico se va a encontrar con su misión, que puede estar en los grupos de trabajo al servicio de la comunidad parroquial, entre los que están la liturgia, la catequesis o la acogida; o en una dimensión misionera, la que tiene que ver con el primer anuncio, la salud, lo social, Cáritas, la cultura o la familia.

Es, quizá, la dimensión misionera la más ambiciosa en el proyecto de Acción Católica, pues se desarrolla en el lugar propio del laico: la sociedad de hoy. Una presencia llamada a llenar vacíos existenciales; a acoger y anunciar, salir e incorporar; a llevar a cabo un primer anuncio; que debe mostrar su preferencia por los pobres, y dialogar con el entorno social. «Su tarea más genuina es la de evangelizar hacia afuera. Ahí tiene que haber una presencia de Evangelio, porque este puede construir socialmente. Es un gran reto que todavía está por definir», apunta monseñor Escribano.

La de Nuestra Señora de la Asunción de Torrelavega (Cantabria) es una de las parroquias donde el modelo de Acción Católica –presente desde mucho tiempo atrás– articula toda la vida laical. Cuenta con grupos de niños, jóvenes y adultos, perfectamente integrados, al servicio de la parroquia y la diócesis. El último año se han lanzado a acompañar a los padres de los niños que acuden para iniciarse en la fe. También se implican en la realidad de su barrio, humilde en este caso. Aprovechando la existencia de un centro de acogida de inmigrantes muy cerca, la parroquia tiene un proyecto intercultural que busca que las distintas realidad culturales del barrio se encuentren.

De sus grupos de vida ha nacido, además, un albergue para peregrinos –por allí pasan el Camino de Santiago y el Camino Lebaniego– que tendrá su sello propio. Será gestionado a través de una empresa de inserción, de modo que aquellos que lo atiendan vengan de situaciones de dificultad y el albergue sea una oportunidad. «No será como cualquier otro», cuenta Carmen, muy implicada en Acción Católica. La idea nació a raíz de trabajar el Año de la Misericordia propuesto por el Papa Francisco: «No se podía quedar solo en eso. Pensamos que era importante hacer un gesto importante». De hecho, la puesta en marcha de acciones comunitarias que impliquen también un testimonio es uno de las propuestas del plan de Acción Católica, acciones que nacen de la vivencia de la fe.

Espiritualidad, comunidad, formación y misión

En Nuestra Señora del Rosario, en Puente Tocino, una pedanía de Murcia, la presencia de Acción Católica es muy reciente. Aquí llegó ya refundada hace cuatro años encontrando el terreno fértil de una parroquia con mucha vida en Cáritas, en la liturgia, en la catequesis, con un párroco que favorece la corresponsabilidad de los laicos. María Salcedo llegó a la parroquia solo un año después que la ACG, aunque llevaba años militando en ella. Ha vivido en primera persona cómo esta propuesta ha revitalizado el papel de los laicos. «Cuando se presentó el itinerario formativo, salieron unos tres grupos de vida y ahora ya hay siete», explica. La clave, en su opinión, es vivir la espiritualidad, la comunidad, la formación y la misión, que son las cuatro dimensiones del itinerario de Acción Católica.

No es un grupo cerrado, pues los laicos que forman los grupos son luego los que se encargan de Cáritas, de la liturgia o la catequesis… o se dedican a la pastoral de la salud o la pastoral penitenciaria. Cada uno se dedica a una tarea concreta para que la parroquia siga hacia adelante.

María Salcedo pone el foco en la que cree que es la asignatura pendiente: la salida a otros ámbitos. Con palabras del proyecto, el diálogo con el entorno social, o lo que es lo mismo, trabajar con otras organizaciones y plantear actividades abiertas.

Pero esa aportación –matiza– no solo pone de manifiesto la necesidad de estar en otros ámbitos, sino de estar con la propia identidad. Ahí, Acción Católica pone como retos el diálogo con la increencia, que se debe llevar a cabo con las claves del testimonio de amor gratuito, de generar preguntas, de evitar la superficialidad y de estar abiertos a intercambiar ideas con otros. El otro empeño de los laicos debería ser el desarrollo de una ética común que venza el relativismo y los dogmatismos. «Defender una ética común implica defender unos márgenes, unas normas para el juego social. El debate está en defender cuáles son estos límites».

«La propuesta de Acción Católica saca toda la sustancia a la parroquia, puede ayudar a dinamizarla en un momento muy interesante», concluye monseñor Escribano.

Proyecto en expansión

En nuestro país, según explica el presidente de ACG, hay ya más de 1.000 grupos de vida entre los de niños (500), jóvenes (300) y adultos (300). En concreto, en diócesis del sur como Málaga o Córdoba, este proyecto está tomando mucha fuerza y, por ende, creciendo exponencialmente. Y eso que hasta el momento la fase del proyecto se encontraba en difusión. Tras la Asamblea General de Santiago de Compostela, que se celebra del 3 al 6 de agosto, con el Camino de Santiago como previo, comenzará una nueva etapa de acompañamiento de las experiencias en cada parroquia. «Estoy seguro de que si cuaja, se expandirá», añade.

En cualquier caso, augura que la implantación del proyecto va a ser lenta y reclama el respaldo de la diócesis, es decir, que el obispo diga que es un cauce bueno y lo impulse; que el párroco crea en él y entronque en la vida de la parroquia; y también que los propios laicos lo vean como algo bueno y se impliquen.

«El proyecto se va consolidando poco a poco, pero todavía queda trabajo por hacer, sobre todo, a la hora de cómo llevarlo hacia adelante. La realidad es que es una experiencia actualizada para la vida de los laicos y que muchos párrocos pueden descubrir como cauce para su parroquia», apunta monseñor Escribano.
Antonio Muñoz cita Málaga como ejemplo de experiencia que articula toda la vida de la parroquia e incluso de la diócesis, y eso que el impulso inicial no nació bajo el paraguas de Acción Católica, aunque ha terminado convergiendo.

Allí, una serie de parroquias se organizaron, en un primer momento, para poner en marcha campamentos de verano y, de una actividad puntual, surgió un trabajo en red que ha implicado a los laicos y a los párrocos. Ahora, esa red se va a ir consolidando con materiales formativos, con una organización, con un planteamiento común y ahí es donde entra Acción Católica. Todo con el apoyo del obispo. «Trabajar de esta manera permite que el trabajo no se personalice o que dependa en gran parte de un sacerdote. Además, permite que el itinerario de cada persona continúe si tiene que irse a otro lugar», explica Muñoz Varo.

Pero también hay resistencias a la hora de romper la rutina y las formas que hasta ahora se emplean en las parroquias. Basta con un ejemplo. Según el presidente de ACG, hasta el momento, la formación que se ofrece a los laicos siempre va ligada a una tarea que va desempeñar, cuando lo que propone ACG es que exista una formación básica para todos los laicos, independientemente de si tiene una tarea o no. «Con esta formación y experiencia, el laico entiende que tiene una misión y ahí ya cada tiene que ver a donde se siente llamado…», añade.

Fran Otero

Fuente: Alfa y Omega