DIOS ME HA DADO ÁNIMOS PARA SEGUIR CON MI VOCACIÓN

Me llamo Teresa Yotsaya Piriyachart,  Soy  misionera Idente de la Provincia de Tailandia y os contaré como surgió mi vocación religiosa y misionera

Nací en una familia católica y viví rodeada de un ambiente religioso. Los niños que íbamos a la escuela también íbamos a misa todos los días, cantábamos en el coro,  teníamos confesión una vez a la semana.

Teníamos muchas actividades. Mi pueblo estaba a 50 kilómetros de Bangkok y mi padre, hombre de fe muy profunda, me envió a casa de unos tíos, con 12 años, para estudiar la secundaria en un centro llevado por monjas. Cuando nos encontrábamos, siempre me preguntaba si me gustaría ser religiosa. 

Me había enviado allí porque yo era buena estudiante y le hubiera gustado que su hija pudiera servir a la Iglesia en aquella congregación. El sembró en mi corazón la semilla de  ayudar a la Iglesia pero en cuanto a consagrar mi vida, esa parte yo no la entendía.

Una vez terminados mis estudios de bachillerato, quería ir a América para completar mis estudios, pues tenía un tío allí que me invitó a estar con su familia. Me gustaba la idea porque pensaba que a mi regreso tendría un gran futuro profesional.

Pero mi familia quería que estudiara enfermería y yo no estaba muy convencida. Se lo pedía a Dios con fuerza en mi oración; pero escuché varias veces en mi interior que tenía que escuchar y obedecer a mis mayores. Lo  interpreté como voluntad de Dios y así, sin estudiar debidamente para el examen de ingreso, me presenté y, sorprendentemente, lo aprobé y comencé a estudiar enfermería.

Fue muy duro para mí porque tenía que obligarme a hacer lo que no me gustaba: estudiar asignaturas que me resultaban difíciles,  trabajar por las noches cuidando a los enfermos...

Una vez terminados los estudios empecé a desarrollar mi profesión, pero yo seguía buscando algo que no sabía qué era. Traté de leer libros de vida espiritual, participar en la adoración eucarística, etc. Pasado un año mi vida cambió, me gustaba ir a misa y recibir la comunión todos los días, si podía.

Aunque a la vez, una parte de mi quería ser como mis amigas y llevar una vida fácil. Pero otra parte de mí soñaba con las historias de misioneros que trabajaban duro por el Reino de Dios tal como me contaba mi madre cuando era pequeña. Ambos sueños luchaban dentro de mí.

Un día, después de la adoración, sentí una voz que me decía que tenía que estudiar inglés porque tenía que ser misionera. Fue tan fuerte que, aunque no sabía qué tenía que hacer ni dónde ir, empecé a prepararme y ver el dinero que tenía que ahorrar para poder dejar el trabajo. Después de unos años, encontré un grupo de religiosos y laicos que iban a recibir una formación para ir a trabajar a otros países. Fue así como fui a Camboya con la Sociedad Misionera de Tailandia.

En Camboya, me encontré con una dura prueba para mi fe, y es que, en medio de tanta pobreza y violencia, no podía entender cómo Dios es amor. Me había sido fácil entenderlo estando en Bangkok, teniendo comida, médicos, hospitales, etc. Pero allí la gente carecía de todo. Regresé a Bangkok después de cuatro años, por problemas de salud. Seguí colaborando con la Sociedad Misionera de Tailandia como misionera laica.

Sabía que tenía que ser misionera, busqué en el directorio de la diócesis una institución misionera para conocer qué es lo que hacían; vi el nombre de los Misioneros y Misioneras Identes. Así fue como tras un tiempo de reflexión, recibí la invitación para ir a formarme como misionera Idente y conocer el carisma de nuestra Institución en una de nuestras comunidades en IndiaAllí, en un país extranjero y una cultura nueva, pero guiada por la fe y la confianza en la Providencia  aprendí a dar los primeros pasos en mi consagración.

Está claro que en la vida religiosa encontramos problemas, pues tenemos que vencernos a nosotros mismos y aceptar cosas que en principio no van con nuestro carácter, sicología y gustos, y solo logramos adaptarnos si tenemos una profunda relación con Dios. Y en mi caso solo he querido siempre cumplir la voluntad de Dios Él siempre me ha dado ánimos para seguir con mi vocación pese a las dificultades que encontraba en el camino. 

Fuente: OMP