Si Dios es un “misterio” también lo es el encuentro
que un pequeño de 7 años pueda tener con Él en la capilla
La adoración eucarística está
volviendo a ser parte central de la
vida cristiana. Tras décadas en las que en muchos lugares se
desechó y quedó prácticamente relegada, ahora son muchísimas las parroquias que
han recuperado la exposición pública del Santísimo.
Esta expansión de la
adoración al Santísimo, que tantos frutos
tiene según muchos testimonios, también va llegando a los niños. Cada
vez se va introduciendo más en las celebraciones con los pequeños aunque sea de
manera adaptada a su edad.
Pioneros en esto son
en España la diócesis de Alcalá de Henares donde en la celebración de los
Reyes Magos o en Holywins (celebración
de todos los santos) ya hay una pequeña parte de adoración en la que participan
niños y adolescentes.
¿Niños adoradores?
Pero la pregunta que
se pueden hacer muchos es si sirve para algo que niños de seis o siete
años sean “adoradores” rezando o estando delante de Cristo Eucaristía cuando
aún no tienen una conciencia formada sobre lo que es. La respuesta la da Famille Chretienne en
un reportaje precisamente centrado sobre la adoración y los niños.
En Francia, esta
experiencia con los niños lleva instalada en algunos lugares más de 15 años y
los frutos son fabulosos, según los organizadores. Tanto
que se está extendiendo a otros lugares. Si Dios es un “misterio” también lo es
el encuentro que un pequeño de 7 años pueda tener con Él en la capilla.
Para los que lo han
puesto en práctica y están viendo ahora los frutos, a los niños de una edad muy
temprana el culto les lleva de manera natural a una intimidad
con Cristo y los va familiarizando con el corazón de Dios
directamente.
Conexión directa entre los niños y el Señor, “tienen wifi”
Uno de estos grupos
de niños adoradores es el que hay en la ciudad de Rouen. Allí, una de las
madres habla a estos niños de seis a ocho años sobre Jesús antes de entrar a la
capilla para estar con Él. Allí en silencio todos se arrodillan y de manera
natural ponen sus ojos en “Jesús escondido”.
“¿Es
demasiado tiempo veinte minutos?”, le preguntaron a Jules, de ocho años. Él
respondió con una gran sonrisa: “¡Oh no!”.
Una de las preguntas
que más hacen a los sacerdotes y laicos que acompañan a estos niños es cómo
éstos son capaces de estar en oración cuando muchos adultos no consiguen estar
en silencio delante del Santísimo más de dos minutos. “Hay
una conexión directa entre el corazón de los niños y el Señor. Tienen wifi”,
asegura Cecile, madre de un niño adorador en París.
Según su
experiencia, los niños de esta edad tienen un corazón mucho más
abierto y lo acogen en su corazón. Y es una experiencia
compartida.
Un tiempo adaptado a la edad de los niños
Evidentemente, para
llegar a este punto se requiere paciencia pues no dejan de ser niños y
consideran poco realista imaginar a treinta niños durante una hora en
silencio rezando. El tiempo se adapta a su edad y los más
pequeños pueden estar quince o veinte minutos, incluso si
a veces no hay un silencio total. Sin embargo, esta actitud de adoración va
calando en ellos.
Florence Schlienger,
responsable de uno de estos grupos en Versalles, reconoce que tanto él como
todo adulto que se embarca en esta peculiar aventura siembran
sin saber lo que va a florecer. Así, recuerda el caso de
un niño que daba la espalda al altar durante todo el tiempo. Sin embargo, al
mes siguiente hablaba a su madre todo el tiempo del amor de Dios.
“Es una
educación en la vida interior en la que no vemos los
frutos de inmediato sino que se ven más adelante”, aseguran también las madres.
“Cuanto antes se aprende a rezar, más rápido se convierte en algo
natural”
El padre Thibaud
Labesse, capellán de uno de estos grupos de niños, también insiste en que “cuanto
antes se aprende a rezar, más se convierte en algo natural”. Y
este cambio lo perciben las madres de estos pequeños sobre todo en el comportamiento
que luego tienen en misa pues captan el “misterio” de que Cristo está de
verdad en el Sagrario.
La hermana Beata
ayuda a las Misioneras de la Eucaristía también este apostolado y relata en qué
consisten estas sesiones. Leen con ellos el Evangelio, se lo explican
y luego realizan dibujos que colorean sobre estas enseñanzas. Y entonces llega
el momento en el que en grupos por edades hacen turnos de adoración donde
también cantan alguna canción, hacen ofrendas e intenciones de oración.
Los pequeños de 4
años adoran al Santísimo diez minutos y los de ocho años ya están veinticinco
habiendo además intervalos más amplios de silencio.
Caldo de cultivo para vocaciones
Además, destacan que
la presencia del sacerdote es importante, es esencial y él reza con ellos. “En
la adoración, el niño entra en la intimidad con Cristo, en un reflejo del amor
con el Señor que es un caldo de cultivo para las vocaciones”,
dice Florence Schlienger, que lleva quince años con esta misión y ha visto ya a
muchos niños que ahora son adultos adoradores.
“La introducción de
la presencia de Dios en la vida personal es lo que les llevará a la Iglesia,
más que todo un curso de Teología”, asegura.
Artículo publicado en Religión en Libertad