El cardenal Sgreccia es uno de los grandes expertos en el ámbito de la
bioética a nivel mundial publicó estos 10 puntos en su blog
Con la sentencia de muerte ya firmada contra el
pequeño Charlie Gard, la presión internacional, especialmente la
proveniente del orbe católico, ha permitido a los padres conseguir algo más de
tiempo antes de que el Great Ormond Street Hospital desconecte al bebé de diez
meses.
Hasta el Papa Francisco ha intervenido directamente para apoyar el último
deseo de los padres de que el pequeño pueda morir en casa acompañado
de su familia, petición denegada también por los médicos del hospital. Pero
además, la Iglesia Católica en Reino Unido se había unido a una cadena de
oración por Charlie, expertos médicos han dejado en evidencia este caso e
incluso varios cardenales han pedido que se ponga fin a la cultura de
la muerte.
Charlie sufre una extraña enfermedad llamada Síndrome de Agotamiento
Mitocondrial que sólo otras 16 personas tienen en el mundo. Tras su
empeoramiento paulatino el pequeño está ahora conectado a un ventilador
mecánico. Los médicos del hospital pidieron desconectarlo y tras la negativa de
los padres la Justicia británica dio la razón al hospital alegando al “interés
del niño”. Y es que los padres pidieron que el bebé fuera trasladado a Estados
Unidos para que se sometiera a un tratamiento experimental. Incluso habían
conseguido el dinero gracias a donaciones. Sin embargo,tanto la Corte
Suprema británica como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos han negado a los
padres esta posibilidad asegurando que no tendrá éxito y que el niño debe tener
una “muerte digna”.
Uno de los expertos que más luz ha arrojado sobre este polémico caso es
el cardenal Elio Sgreccia, expresidente de la Academia Pontificia
para la Vida y uno de los mayores expertos en Bioética del mundo. En diez
puntos publicados en el blog Il donno della vita ha dejado en evidencia la sentencia y los argumentos por los que se
justifican que Charlie Gard debe morir:
1. No confundir incurabilidad con intratabilidad
El cardenal Sgreccia, que lleva décadas vinculado al mundo de la relación
entre la medicina y la ética, asegura que precisamente la persona
“incurable” es paradójicamente la que “tiene derecho más que ninguna otra a
solicitar y obtener la asistencia y el cuidado así como la dedicación y
atención continua”.
En su opinión, este aspecto es un “fundamento clave de la ética del cuidado,
que tiene como principales destinatarios a los que están en un estado de
vulnerabilidad y debilidad importante”. Y Charlie es precisamente el mejor
ejemplo de alguien que tiene “el derecho a ser asistido en cada etapa de su
enfermedad” por su necesidad, por su edad y por la enfermedad que sufre.
Recuerda además que “el rostro humano de la medicina se manifiesta en
la práctica clínica de ‘cuidar’ de la vida de los que sufren y de los enfermos.
2. La “dignidad” de toda persona humana
El experto en Bioética recuerda a los jueces y médicos que el
“derecho a ser continuamente objeto, o mejor aún, sujeto de la atención y del
cuidado” tanto de médicos como de familiares reside “en la dignidad humana” ya
sea un recién nacido, un enfermo o una persona sufriente. Y recalca que pese a
ello esta persona “nunca deja de ser el titular” de este derecho.
El cardenal habla de la “dignidad puramente ontológica de la persona”,
algo que es independiente de la capacidad de poder utilizar o no las facultades
propias de un ser racional.
3. La alimentación-hidratación artificial mediante un tubo naso-gástrico
En su escrito, Sgreccia insiste en que “en ningún caso se puede
considerar esto como una terapia” que habría que retirar como si fuese
un tratamiento médico. Y pone como ejemplo que la “artificialidad del medio
para suministrar la alimentación” se podría asemejar a la leche que se da en un
biberón a un bebé. En este último caso no se considera una terapia sino una
ayuda a una persona que no puede valerse por sí misma.
“El agua y los alimentos no se convierten en dispositivos médicos por el
único motivo de ser administrados artificialmente”, explica, recalcando de
manera importante que retirárselo no es interrumpir una terapia sino “dejar de
morir de hambre y sed a una persona” que simplemente no puede alimentarse de
manera independiente.
4. La idea clave que fundamenta el consentimiento informado
El expresidente y miembro de honor de la Academia Pontificia para la Vida
destaca que la idea central por la que se creó el consentimiento informado
tiene que ver con el principio de que el paciente “nunca es un
individuo anónimo” al que se le puedan aplicar distintos conocimientos
técnicos sino un “sujeto consciente y responsable” que tiene que compartir
aquello que sea necesario para mejorar su salud y si es posible curarse. Pero
esto implica participar en las decisiones que se tomen con respecto a él.
“La historia del pequeño Charlie prueba lo contrario”, asegura el
cardenal, donde queda de manifiesto las diferencias sustanciales entre las
decisiones médicas y la voluntad de los padres, como lo demuestra la última
decisión de prohibir que el niño muera en casa.
5. Prohibición de de someter a Charlie a un tratamiento experimental
Para Sgreccia la prohibición de someter a Charlie al tratamiento
experimental no podrá en ningún caso justificarse “apelando al estado
de sufrimiento que está viviendo actualmente”. Reconoce que es posible que
esta terapia no consiga los resultados médicos esperados pero no es menos
cierto -añade el cardenal- que “las dolencias de Charlie piden un
enfoque paliativo integral y sistemático que hipotéticamente podrían
acompañar al tratamiento mismo”.
Los jueces se han basado en la inutilidad de esta terapia para la curación del
bebé y en los sufrimientos que le podrían generar a Charlie aun consiguiendo
alargarle la vida.Estos argumentos no son para este experto una solución
paliativa adecuada sino una "muerte inducida".
6. El principio del bien superior del niño
Este es otro de los argumentos que se han utilizado en las sentencias para
justificar la desconexión de Charlie. Sin embargo, el cardenal italiano
considera que este principio no legitima la eutanasia pasiva que se ha aprobado
para este bebé.“Creemos que su mejor interés es ir en la dirección de de
asegurar una existencia digna tanto como sea posible, a través de una
estrategia adecuada de analgésicos para controlar el dolor, si es que realmente
no es posible realizar el camino para acceder al protocolo experimental en
Estados Unidos, que es exactamente lo que han pedido los padres de Charlie de
manera continua hasta ahora".
7. Decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Los padres de Charlie pusieron todas sus esperanzas en el Tribunal de
Estrasburgo, que finalmente dio la razón a los jueces británicos. La
prohibición de que se pudiera trasladar al bebé a Estados Unidos no
contravenía, según el tribunal europeo, la Convención Europea de Derechos
Humanos.
Pero el problema añadido, según escribe Sgreccia, es que no se ha
entrado en el fondo de la decisión de retirar a Charlie la
respiración-alimentación-hidratación y recuerda que los artículos 2 y
8 hablan claramente de la “protección del derecho a la vida” y de la
“injerencia de los poderes públicos” en la vida personal y familiar.
8. Un aspecto poco comentado en este caso
De manera clara, el purpurado asegura que “no puedo dejar de ver que detrás
de cada aspecto de esta historia se oculta una idea de la eficiencia en la
gestión de los recursos de salud que lleva a disponer de ellos de una manera
que puede producir una cultura progresiva del descarte”.
En la sociedad de hoy con más personas ancianas que nunca, con la atención
médica que ello conlleva, y con los recursos cada vez más escasos por parte de
los gobiernos, se alimenta el concepto de “eficiencia” del que van sobrando
aquellas personas que son consideradas prescindibles o eliminables. Esta
es la cara que más se oculta de la eutanasia y de la que Charlie podría ser una
víctima.
9. El paradigma de la “calidad de vida”
Sgreccia se muestra preocupado e inquieto por la facilidad con la que hoy se
acepta el modelo cultural en el cual no se reconoce la dignidad algunas vidas,
a las que identifican y confunden con la patología que tienen y el sufrimiento
que les acompaña.
“Nunca un paciente puede reducirse a su patología”, escribe el cardenal,
que condena igualmente que se considere a estas personas como “de segunda
clase” por el mero hecho de estar enfermas y sufrir. De hecho, esta cultura
vende un argumento terrible y es que hace un “favor” eliminando una vida cuya
existencia consideran que está marcada por un dolor insoportable.
10. La “esquizofrenia” de los nuevos paradigmas culturales
Este experto en bióetica critica la doble moral y la hipocresía de aquellos
que defienden la muerte de Charlie. Asegura no comprender la “ambivalencia”
de los que reivindicando el acceso total e indiscriminado de la eutanasia en
nombre de la autonomía individual niegan al mismo tiempo esa decisión personal
en otros casos, como en el del pequeño Charlie, cuyos padres quieren luchar
por la vida de su hijo.
Por: J. Lozano
Fuente: Religión en Libertad