Amor que soluciona el
calor
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
estaba sentada trabajando en el ordenador. El calor iba subiendo en la sala.
Empecé a sudar, pero seguí diseñando.
De
repente, una mano por detrás de mí me entregó un vaso de agua fresca. Me quedé
sonriendo a la novicia y le di las gracias.
Me
tomé el vaso de una vez y... ¡qué gozada! Ese vaso de agua fue para mí
totalmente reconfortante; di gracias al Señor por esta hermana y seguí
trabajando feliz.
Pero,
al poco, me vinieron a la cabeza las palabras de Jesús de que ni un vaso de
agua quedará sin recompensa. Realmente es un gesto muy sencillo, pero qué
alegría y qué vida me dio.
Servir
es amar, y esto es lo que nos hizo Jesús en el lavatorio de los pies. Jesús se
pone de rodillas delante de cada uno de sus discípulos y, ¡qué curioso!, se
fija en sus pies: en lo más sucio y en lo más cansado de los discípulos en ese
momento.
Jesús
nos sirve para luego invitarnos a hacer nosotros lo mismo. Amar y servir así es
dejar que Cristo ame a través nuestro, es dejar que Él sea fuerte en nosotros y
nos dé el don de poder servir al que nos hace todos los días la vida imposible,
al que nunca saluda, al que siempre está enfadado, al que siempre saca un
"pero" a todo…
Si
te enfrentas solo a esta tarea de amar, se te hará cuesta arriba (y eso si no
te parece directamente misión imposible...). Pero Jesús no nos deja solos: nos
llena de su amor para que amemos; con su amor nos ha dado el don de poder
servir, porque servir es amar.
Hoy
el reto del amor es llevar un vaso de agua fresca a una persona que veas
trabajando a tope. Que pueda experimentar cómo el amor hace que todo se
refresque.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
