Palabras del Papa antes de
la oración del Ángelus
En
el día en que en Italia y otros países del mundo se celebra la Solemnidad
del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Papa Francisco rezó la oración
mariana del Ángelus dominical como es habitual, asomado al balcón del
Palacio Apostólico Vaticano.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
Italia y en muchos países se celebran este domingo la fiesta del Cuerpo y la
Sangre de Cristo - a menudo se utiliza el nombre latino Corpus Domini o
Corpus Christi. Cada domingo la comunidad eclesial se reúne alrededor de la
Eucaristía, sacramento instituido por Jesús en la última cena. Sin embargo,
cada año tenemos la alegría de celebrar la fiesta dedicada a este misterio
central de la fe, para expresar en plenitud nuestra adoración a Cristo que se
dona como alimento y bebida de salvación.
El
pasaje del Evangelio de hoy, tomado de San Juan, es una parte del discurso
sobre el "pan de vida" (cf. 6, 51-58). Jesús afirma: "Yo soy el
pan vivo bajado del cielo. [...] El pan que yo daré es mi carne para la vida
del mundo"(v. 51). Él quiere decir que el Padre lo envió al mundo como
alimento de vida eterna, y que para ello Él se sacrificará a sí mismo, su
carne. De hecho, Jesús, en la cruz, ha donado su cuerpo y ha derramado su
sangre. El Hijo del hombre crucificado es el verdadero Cordero pascual, que
hace salir de la esclavitud del pecado y sostiene en el camino hacia la tierra
prometida. La Eucaristía es el sacramento de su carne dada para hacer vivir el
mundo; quien se nutre de este alimento permanece en Jesús y vive por Él.
Asimilar a Jesús significa estar en él, volviéndose hijos en el Hijo.
En
la Eucaristía, Jesús, como lo hizo con los discípulos de Emaús, se pone a
nuestro lado, peregrinos en la historia, para alimentar en nosotros la fe, la
esperanza y la caridad; para confortarnos en las pruebas; para sostenernos en
el compromiso por la justicia y la paz. Esta presencia solidaria del Hijo de
Dios está en todas partes: en las ciudades y en el campo, en el Norte y Sur del
mundo, en países de tradición cristiana y en los de primera evangelización. Y
en la Eucaristía Él se ofrece a sí mismo como fuerza espiritual para ayudarnos a
poner en práctica su mandamiento – amarnos los unos a otros como Él nos ha
amado -, mediante la construcción de comunidades acogedoras y abiertas a las
necesidades de todos, especialmente de las personas más frágiles, pobres y
necesitadas.
Nutrirnos
de Jesús Eucaristía significa también abandonarnos con confianza en Él y
dejarnos guiar por Él. Se trata de recibir a Jesús en el lugar del propio
"yo". De este modo el amor gratuito recibido de Jesús en la comunión
eucarística, con la obra del Espíritu Santo, alimenta el amor por Dios y por
los hermanos y hermanas que encontramos en el camino de cada día. Nutridos por
el Cuerpo de Cristo, nos volvemos cada vez más y concretamente, Cuerpo Místico
de Cristo. Nos lo recuerda el Apóstol Pablo: «La copa de bendición que
bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que
partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan,
todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque
participamos de ese único pan». (1 Cor 10, 16-17).
La
Virgen María, que siempre ha estado unida a Jesús Pan de Vida, nos ayude a
redescubrir la belleza de la Eucaristía, a nutrirnos de ella con fe, para vivir
en comunión con Dios y con hermanos.
Ángelus
domini...
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