Para
Manos Unidas, la conciencia mundial parece aletargada ante una situación de
grave emergencia
Con
motivo del Día de África, que tuvo lugar ayer, Manos Unidas quiere
recordar que la amenaza del hambre se cierne sobre millones de personas en el
continente vecino ante la pasividad de gran parte de la comunidad
internacional.
«Una
vez más vemos cómo el derecho a la alimentación que, en teoría, ampara a todos
los seres humanos desde su nacimiento, vuelve a ser una quimera para millones
de personas que en África dependen de la ayuda externa para sobrevivir», afirma
Goril Meisingset, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en el Este de
África.
Proyectos de emergencia
en África
«El
hambre en África es una emergencia permanente, donde la malnutrición
crónica y el hambre estacional, que no salen en los papeles ni ocupan
titulares, son crisis que afectan a millones de personas, en su mayoría
pequeños agricultores, que son los más afectados por la escasez de agua y
dependen de la ayuda exterior para garantizar su alimentación», asegura
Meisingset.
«La
gente está tan débil que no puede ni siquiera llegar al hospital, para pedir
tratamiento», continúa Meisingset, recién llegada de Etiopía donde ha sido
testigo directo de las consecuencias del hambre entre la población rural. «Es
desesperante saber que, aunque en los últimos días ha llovido, estas personas
van a seguir pasando hambre». «Las lluvias llegan tarde y no han podido
cosechar. Las semillas se han malogrado y hasta el ganado está muriendo de
sed», asegura.
Para
paliar esta situación, en los últimos meses Manos Unidas ha aprobado 23
proyectos de emergencia, por un importe cercano a los 1,3 millones de euros,
destinados a las poblaciones más pobres. «Estas acciones tratan de dar
respuesta a necesidades elementales y urgentes para la vida de personas que, de
otra forma, verían su supervivencia comprometida», informa la coordinadora de proyectos
de Manos Unidas. Consulta las últimas emergencias aprobadas.
Uno
de los fines de los proyectos de desarrollo que Manos Unidas apoya en África es
evitar que las personas lleguen a estar en estas condiciones. Para ello, «Manos
Unidas, junto a sus socios locales, trabaja para capacitar a los
agricultores en técnicas agrícolas y en diversificación de cultivos; construye
las infraestructuras necesarias para acceder, almacenar y canalizar el agua
(embalses, pozos y sistemas de riego) y proporciona asistencia sanitaria y
educativa.
Además,
Manos Unidas trabaja con las mujeres para que sean capaces de sacar mayor
rendimiento a las cosechas y obtengan beneficios de los excedentes…». Y,
«mientras los gobiernos africanos y la comunidad internacional no actúen de
forma determinante para acabar con la lacra del hambre, Manos Unidas continuará
apoyando proyectos de emergencia tendentes a facilitar a la población lo que
los organismos públicos les niegan», asegura Meisinget.
África crece, pero sigue
teniendo hambre
En
2012, la introducción del Primer informe sobre desarrollo humano en África,
publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) decía:
«África no está destinada a pasar hambre, porque es un continente con gran
riqueza de tierras cultivables» e instaba a los gobiernos a tomar medidas
eficaces para poner fin a una lacra que, según el informe, «es una afrenta para
la dignidad de los africanos». «África debe dejar de mendigar ayuda externa
para comer», sentenciaba el documento.
Pero,
a pesar de ello, cinco años después, millones de personas se enfrentan a una
situación extrema en los países en los que se ha declarado crisis alimentaria o
hambruna en 2017: Nigeria, Sudán del Sur, Somalia, Burkina Faso, Chad, Malí,
Mauritania, Níger, Senegal, República Democrática del Congo. En África, el
continente de las inmensas riquezas naturales, aún hay millones de seres
humanos que no tienen comida, que se han visto obligados a desplazarse de sus
hogares, sin acceso al agua o al saneamiento, cuyos hijos no pueden ir a la
escuela y amenazados con enfermedades causadas por esas carencias.
En
las últimas décadas, el continente africano ha experimentado importantes
avances como la reducción en muchos países de la pobreza extrema y el hambre;
el aumento hasta casi el 90 por ciento de las matriculaciones en la escuela
primaria; el incremento de la presencia de las mujeres en los órganos de
representación de sus países, hasta superar en un 15 por ciento la media
mundial o la reducción del índice de mortalidad infantil y de la incidencia del
VIH-sida, la malaria y la tuberculosis.
Pero,
sin embargo, todavía queda mucho por hacer en cuestiones tan graves como la
mortalidad materna, el acceso al agua potable y el saneamiento o las graves
diferencias de ingresos y salarios entre hombres y mujeres y entre el mundo
rural y el urbano.
En
los últimos dieciséis meses, Manos Unidas ha acompañado 374 proyectos de
desarrollo, por importe de 20,9 millones de euros en el continente africano con
el fin de dotar a la población de las herramientas necesarias para que puedan
ser agentes de su propio desarrollo.
Manos Unidas y las
emergencias
«Aunque
Manos Unidas no es una organización específicamente de emergencias, la fuerza
de la realidad hace que, en circunstancias extraordinarias, atendamos a
peticiones de ayuda humanitaria o demos respuesta a emergencias, producidas por
fenómenos naturales (terremotos, inundaciones, sequías…) o que atienden a las
necesidades urgentes de los refugiados que huyen de guerras o violencias,
crisis de hambre, etc.», señala María José Hernando, del departamento de
Estudios de Manos Unidas. «Desgraciadamente, la relación de casos es enorme,
aunque, en general, nuestra sociedad los desconoce, y solo somos sensibles a
las emergencias que se difunden en los medios de comunicación», asegura
Hernando.
Fuente: Manos Unidas