Noche
de tormenta
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
un par de noches, cuando me acababa de meter en la cama y estaba dispuesta a
descansar... sí, justo en esos minutos que disfrutas antes de entrar en el
sueño profundo, de repente...
-¡¡Prrrrrrrroooooooommmm!!
Un
enorme trueno retumbó por todo el monasterio. Éste era sólo el primer rayo de
una noche de tormenta. Uno, otro... y comenzó a diluviar. El ruido de la fuerte
lluvia al caer sobre el tejado se escuchaba perfectamente. Ese sonido siempre
me ha gustado, es muy relajante, pero al poco...
-¡¡¡Prrooooommm!!!
Un
nuevo trueno me volvió a sobresaltar.
Nunca
me había visto en aquella circunstancia. Soy de esas personas que se duermen
con facilidad: no me despierto con nada, y descanso profundamente. Pero aquella
noche todo fue distinto. Cada rayo me despertaba, convirtiendo mi descanso en
un sueño ligero. Cuando llegó la hora de levantase, sentía que no había dormido
nada.
Siempre
me he compadecido mucho de las personas que no pueden dormir con facilidad.
Cuando alguien me compartía que sufría la falta de sueño, asentía de verdad,
pensando en que, si me ocurriera a mí, lo llevaría mucho peor. Pero ahora,
después de aquella noche, he vuelto a entender qué distinto es hablar con
alguien desde la teoría a hablar desde la vivencia. Ahora realmente les entiendo
y comparto de corazón su circunstancia.
Cristo
no quiso quedarse en la teoría con nosotros. No le bastó sentir pena por
nosotros y salvarnos desde su trono, sino que Él quiso encarnarse para pasar
por cada una de las circunstancias que a nosotros nos cuesta vivir.
Él
ha vivido todo lo tuyo para que ya nunca más lo tengas que vivir solo. Por puro
amor quiso pasar, no sólo una mala noche, sino cada tristeza, cada zozobra,
cada alegría que vivimos los hombres, para salvar cada una de nuestras
circunstancias y llenar así nuestra vida de Vida.
Hoy
el reto del Amor es hablar desde la vivencia. Seguro que te encontrarás hoy en
conversaciones en las que la persona te comparte su situación desde dentro: es
tu oportunidad para dejar las teorías a un lado y compartir también tu
vivencia. Sólo ahí nos encontramos con Cristo y entre nosotros.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
