Usada desde hace mucho para bendecir y proteger, la sal puede exorcizar microbios además de demonios
Las
bacterias resistentes a los antibióticos, como el SARM, son motivo de una
creciente preocupación sanitaria. Las infecciones pueden extenderse fácilmente
en lugares concurridos, como un hospital, y estas llamadas “superbacterias” han
evolucionado hasta desarrollar una resistencia a los antibióticos
tradicionales.
Ahora los
científicos creen haber descubierto una forma de limitar la transferencia
microbiana, y el método se apoya en algo tan sencillo como familiar: la sal.
En
el periódico The Atlantic, Michael Hingston resume este descubrimiento que
está despertando un gran entusiasmo en la comunidad médica:
Las
superbacterias como el Staphylococcus aureus resistente a la
meticilina, o SARM, han causado estragos en el sistema sanitario
durante los últimos años. Las infecciones resistentes a los medicamentos,
que incluyen superbacterias, son responsables de más de 700.000 muertes
cada año en el mundo, y suponen un coste anual aproximado de 20 mil millones de
dólares solo en los Estados Unidos.
¿Cómo
ponerles freno? Limpiar con frecuencia las manos es una opción, pero es
algo que requiere un cambio en el comportamiento y puede ser algo difícil, incluso para el personal de un hospital.
Otra opción es revestir esos objetos más propensos a ser manoseados y que con
más probabilidad contienen las bacterias —pomos de puertas, barandas de
camas, tiradores de inodoros— con una superficie especial antimicrobiana, como
el cobre.
Esta
táctica es cada vez más popular, pero el tiempo es un elemento crucial en lo
referente a la prevención de la propagación de una enfermedad, y el SARM ha
demostrado poder sobrevivir incluso en el cobre durante
varias horas.
¿Quién
iba a pensar que la sal estaría a la altura de este trabajo? Bueno, los
carniceros, para empezar, que llevan siglos utilizando la sal para combatir
patógenos como la Salmonella. Y fue precisamente una conversación casual con un
antiguo carnicero lo que condujo a Brayden Whitlock, estudiante de posgrado de
la Universidad de Alberta, a diseñar un estudio piloto que haría colaborar a la sal
y al cobre.
Tiras
del tamaño de un cupón de cloruro sódico puro comprimido cubriendo un cultivo
de SARM, al lado de tiras similares de cobre y acero inoxidable
antimicrobianas. Whitlock descubrió que la sal eliminaba la
bacteria entre 20 y 30 veces más rápido que el cobre, reduciendo los niveles de
SARM un 85% después de 20 segundos, y un 94% después de un minuto.
Era
algo “considerablemente más rápido” de lo esperado, afirma Whitlock, quien cree
que esta eficiencia podría tener ramificaciones importantes en relación a la
propagación de bacterias como el SARM. “Es fantástico poder eliminar patógenos
en el transcurso de unas pocas horas”, declara, “pero si se piensa en un lugar
muy concurrido donde hay manillares de puertas (…) ¿puede imaginarse algún
momento en el que estén más que unos pocos minutos sin que alguien los toque?
La respuesta es que no. Y por eso este descubrimiento es tan emocionante”.
Otros
investigadores de la Universidad de Alberta están trabajando en el desarrollo
de máscaras incrustadas de sal para el personal sanitario, para prevenir la
transmisión aérea de superbacterias.
El
artículo de Hingston señala que los carniceros, que llevan siglos utilizando la
sal como conservador y desinfectante para la carne, no están muy sorprendidos
por este nuevo uso de un viejo elemento. Y los católicos tampoco deberían
extrañarse.
El
viejo mundo usaba la sal tanto como los carniceros de hoy día, como desinfectante,
purificador y conservante. Estos usos físicos terminaron encontrando cabida en
rituales de muchas religiones tempranas. En el Antiguo Testamento, el profeta
Eliseo utiliza la sal para purificar un manantial contaminado, tanto material
como espiritualmente. El empleo ritual de la sal ha formado parte de la
tradición católica desde los primeros días.
La
sal bendita es un sacramental. Se usa para la bendición del agua bendita y en
el exorcismo de espíritus malignos (el hábito popular de arrojar sal por encima
del hombro izquierdo para alejar al Diablo es una superstición popular derivada
del Rito del Exorcismo).
Una
mezcla de sal bendita, agua bendita y vino se usa para volver a consagrar un
altar desacralizado. Colocar sal en la lengua de los que iban a ser bautizados
era parte frecuente del catecumenado en tiempos de san Agustín y sigue siendo
una parte opcional del rito del Bautismo hoy día.
Hace
milenios que hemos estado usando “la sal de la tierra” no solo para
intensificar el sabor de los alimentos, sino también para purificar y proteger
nuestros cuerpos y almas. ¡Qué bueno es oír que la ciencia se está poniendo al
día!
Bendición
de la sal mezclada con agua bendita (extracto del Ritual Romano):
Te
suplicamos, Dios todopoderoso, que bendigas en tu bondad esta sal creada por
ti. Tú mandaste al profeta Eliseo arrojarla en el agua estéril para hacerla
fecunda. Concédenos, Señor, que al recibir la aspersión de esta agua mezclada
con sal nos veamos libres de los ataques del enemigo, y la presencia del
Espíritu Santo nos proteja siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Joanne
McPortland
Fuente: Aleteia