Lo que familiarmente conocemos con
“encarnizamiento terapéutico”
Podríamos
afirmar que la distanasia es lo contrario de la eutanasia. Si la eutanasia
es reconocer el derecho a acortar la vida provocando la muerte por medios
humanos, la distanasia es cuando se aplican medios extraordinarios, a veces
dolorosos y sin beneficios, a un enfermo cuya curación es improbable. Es
lo que familiarmente conocemos con “encarnizamiento terapéutico”.
Aunque
sobre el papel y en la teoría la diferenciación es fácil, en la vida real no lo
es, porque las fronteras entre una y otra son muy finas, porque la diferencia
entre medios ordinarios y extraordinarios a veces es subjetiva, porque la
medicina ha avanzado mucho y lo que antes era extraordinario ahora puede ser ordinario,
porque a veces no se trata de no aplicar tratamientos extraordinarios, sino de
retirarlos y se puede entender como una acción contra la vida…
Como
guía para intentar delimitar la diferencia entre eutanasia y no distanasia
podemos utilizar el concepto vida y muerte. La eutanasia acorta la vida y
la distanasia alarga la muerte.
La
vida es un don sagrado y hay que mantenerla, pero esto no significa prolongar
la vida a cualquier precio. No estamos obligados a utilizar cualquier
método o conocimiento científico para alargar desesperadamente una vida que se
encamina a su fin. No estamos hablando ni de eutanasia activa, ni
eutanasia pasiva, sino de luchar contra la muerte más allá de lo razonable,
atentando contra la dignidad de la persona.
Es distanasia cuando:
–
La persona se encuentra ya en una fase terminal o en agonía.
–
Los tratamientos alargan el proceso de morir.
–
Los tratamientos se invierten en curar, en un caso incurable.
–
Sabiendo que no hay curación, se aplican tratamientos para el bien del avance
de la ciencia, no de la persona aun sabiendo que producirá dolor o malestar.
–
Se aplican tratamientos que a corto plazo calman el dolor o el malestar, pero
alargan el proceso de muerte.
–
No hay un compromiso con el bienestar de la persona en su fase terminal.
–
No se le reconoce el derecho a que no se le mantenga vivo mediante máquinas,
respiradores artificiales etc. , pero sin forzarle a morir sino que la muerte
le llegue de forma natural.
Algunos ejemplos de
distanasia:
–
La persona, en fase terminal, sufre una parada cardiorespiratoria y se le
aplican técnicas de reanimación.
–
La persona, en fase terminal, necesita un respirador artificial para seguir
viviendo y se le instala. Sí es necesario ayudarle a no sufrir la angustia de
respirar con dificultad.
–
A la persona con un cáncer no curable se le insiste en tratamientos en fase de
investigación sabiendo que serán agresivos y le producirán dolor y no se
plantea la posibilidad con honestidad. Es decir, se apela a su deseo
desesperado de vivir, no a su posible deseo de ayudar hacer avanzar a la
ciencia.
–
La persona, en fase terminal, se le realiza una intervención quirúrgica que
sólo alargará un tiempo corto su vida.
El
hecho de no aplicar métodos extraordinarios, no significa abandonar a la
persona, sino que se debe seguir administrando todo aquello que alivie sus
dolores físicos, le ayude a aceptar su situación y se prepare familiarmente,
espiritualmente y moralmente para el final y le mantenga su calidad de vida,
respetando su dignidad.
Juan
Pablo II en la encíclica Evangelium Vitae expresaba que “cuando
la muerte se prevé inminente e inevitable, se puede en conciencia renunciar a
unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa
de la existencia, sin interrumpir sin embargo las curas normales debidas al
enfermo en casos similares.
Ciertamente
existe la obligación moral de curarse y hacerse curar, pero esta obligación se
debe valorar según las situaciones concretas; es decir, hay que examinar si los
medios terapéuticos a disposición son objetivamente proporcionados a las
perspectivas de mejoría. La renuncia a medios extraordinarios o
desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; expresa más bien la
aceptación de la condición humana ante la muerte.”
MONICA COSTA
Fuente:
Aleteia