MEDITACIÓN DIARIA: LUNES DE LA SEMANA 32 DEL TIEMPO ORDINARIO

RESPONSABLES EN LA CARIDAD

Dominio público
I. Los niños y quienes por su sencillez y formación son como ellos. El escándalo.

II. Hemos de influir siempre para bien en los demás. Dar buen ejemplo.

III. Obligación de reparar y deber de desagraviar ante las ofensas a Dios.

«Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ay de aquel por quien vienen. Más le valdría ajustarle al cuello una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de esos pequeños: andaos con cuidado. 

Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás». Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Respondió el Señor: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este moral: "Arráncate y plántate en el mar, y os obedecería"» (Lucas 17,1-6).

I. Una de las advertencias más duras de Jesús, dirigida en primer lugar a los que le siguen de cerca es andaos con cuidado, después de decir: Más le valdría ajustarle una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de los pequeños (Lucas 17, 1-3). Escandalizar es hacer caer, ser causa de tropiezo, de ruina espiritual para otro, con la palabra, con los hechos, con las omisiones (SANTO TOMÁS, Suma Teológica)

Los pequeños son para Jesús los niños, en cuya inocencia se refleja de una manera particular la imagen de Dios. Pero también son esa inmensa muchedumbre, sencilla, menos ilustrada y, por lo mismo, con más facilidad de tropezar en la piedra interpuesta en su camino.

Pocos pecados tan grandes como éste, pues “tiende a destruir la mayor obra de Dios, que es la redención, con la pérdida de las almas: da muerte al alma del prójimo quitándole la vida de la gracia, que es más preciosa que la vida del cuerpo, y es causa de una multitud de pecados” (Catecismo de San Pio X, 418)

II. Es mucho lo que influimos en los demás, y esta influencia ha de ser siempre para bien de quien nos ve o nos escucha, en cualquier situación en la que nos encontremos. Sin embargo, también existe el falso escándalo: en no pocas ocasiones la conducta del cristiano que quiere vivir con integridad la doctrina del Señor, chocará con un ambiente pagano y frívolo y “escandalizará” a muchos.

No nos debe extrañar si con nuestra vida en alguna ocasión sucede algo parecido, y hemos de evitar aquellas ocasiones de suyo indiferentes que pueden producir extrañeza o escándalo en personas por su falta de formación.

Especialmente es grave el escándalo que proviene de aquellas personas que gozan de algún género de autoridad o fama, y el que es ocasión de escándalo tiene obligación, por caridad, y a veces por justicia, de reparar el daño espiritual y aun material ocasionado. La caridad, movida por la contrición, encuentra siempre el modo adecuado de reparar el daño.

III. De nosotros deberían decir quienes nos han tratado, lo que sus contemporáneos afirmaron del Señor: pasó haciendo el bien (Hechos 10, 38) Si lo propio del escándalo es romper y destruir, la caridad compone, une y cura, y ella misma facilita el camino que conduce al Señor.

El buen ejemplo será siempre una forma eficaz de contrarrestar el mal que, quizá sin darse cuenta, muchos van sembrando por la vida.

Nuestra Madre nos ayudará a darlo si nos mantenemos cerca de Ella.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Fuente: Almudi.org